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†☼♥REFLEXIONES♥†♥ : RESPETO Y POR FAVOR… PAPITO NO HAGAS ESO DE NUEVO.
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De: MAGVBIL  (Mensaje original) Enviado: 25/06/2016 13:59

 





Hola mis amados:

Hoy en día se ha perdido el respeto, tal vez porque muchos no conocen el verdadero significado de esta palabra y es bueno recordarlo para poder aplicarlo a nuestro diario vivir, porque al hacerlo vamos siendo ejemplo y dejando huella en quienes tratamos, por eso que nos distingamos en medio de este siglo malo en ser personas respetuosas y que amamos a los demás con sus diferencias, porque al no ser iguales debemos aceptar a cada uno con sus virtudes y defectos, todos son creación de Dios y Él los ama, entonces porque nosotros no? Que a partir de hoy se manifieste ese amor de Dios en todo.

RESPETO

La palabra respeto está de moda. La escuchamos en el mercado, en los discursos, en las convocatorias, en las iglesias, en todas partes. Todos hablamos de tolerancia y respeto, queremos sentirnos personas cultas y educadas, que no reaccionamos con violencia ni grosería cuando alguien piensa o actúa de manera distinta a nosotros.
Pero, ¿cómo reaccionamos cuando alguien nos afecta a nosotros directamente? ¿Dónde quedan la tolerancia y el respeto cuando el carro de adelante no arranca inmediatamente después de que ha cambiado el semáforo? ¿O cuando aquel que desesperado porque está en una emergencia, nos corta el paso en el tráfico?  O para ser más realistas cuando alguien de nuestra familia decide salir con alguien que no nos gusta.
El respeto del que tanto se habla funciona, siempre y cuando no se metan directamente con nuestros intereses. Es una especie de pacto: si tú no te metes conmigo, yo no me meto contigo.
Pero hay algo más completo que la tolerancia, el respeto es más rico y completo en su significado, implica entendimiento, comprensión y una gran porción de amor.  El respeto exige la comprensión del otro. Ponerse en sus zapatos, implica tratar de comprender su posición. No basta solamente con no agredirlo o ignorarlo, implica escucharlo con atención y sin el ánimo de cuestionar sus ideas y abiertos inclusive a aceptar la posibilidad de replantear las nuestras.
El respeto hace una diferenciación total entre la persona y lo que ésta piense o diga en un momento dado. Nos lleva a aceptar nuestras diferencias personales, recordando que cada uno de nosotros tiene derecho a ser quien es.  Debemos recordar que cada ser es único y está hecho a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto merece nuestro respeto y consideración.
CÓMO FORTALECER EL RESPETO
1- Aprende a escuchar
Miremos con respeto a todas las personas que se cruzan en nuestro camino detengámonos unos segundos para saludarlas, mirémoslas a los ojos y deseémosle un buen día, o simplemente démosle las gracias con sentimiento. Deseémosle lo mejor desde el corazón.
2- Tomemos la decisión de aprender
El que cree que ya lo sabe todo está estancado. El mundo cambia continuamente y nosotros con él, y cada persona o situación que se presentan en nuestra vida son oportunidades para aprender y crecer. 
3- Colócate en los zapatos del otro
Nadie hace cosas por fastidiar al otro; tú no sabes la situación difícil que otros pueden estar viviendo. De vez en cuando es necesario que trates de pensar y sentir como lo está haciendo la otra persona; es decir, desde su punto de vista. Extender nuestra comprensión hacia los demás, implica volvernos más compasivos.
4- No seas intransigente
Que alguien tenga un defecto, que diga o haga cosas improcedentes no lo condena como persona, siempre podemos recapacitar o cambiar nuestra actitud o comportamiento. Por lo tanto, no rechaces, discrimines o maltrates a otros porque no hacen lo que tú deseas o esperas, ten más paciencia y comprensión.
5- Nadie es más ni menos que tú
Sólo somos diferentes en lo personal. Llegamos a este mundo con limitaciones y condiciones más o menos difíciles para superar, resolver y de las cuales aprender, en eso radica todo. Acepta a los demás con sus defectos y cualidades sin juzgarlos con ligereza.
6- Enseña a tus hijos con el ejemplo
Recuerda que es durante nuestra primera infancia, cuando comenzamos a incorporar los valores esenciales. En el proceso de enseñar a tu hijo cómo vivir, tu ejemplo es determinante. Eres tú quien enseña a tus hijos a través del respeto hacia ellos, de qué manera ellos te respetarán a ti y a otros. La próxima vez que vayas a entrar a su cuarto, toca la puerta antes de hacerlo; de esa manera, él tocará a tu puerta antes de entrar.
Cuando vivimos con respeto hacia los demás, nos volvemos más tolerantes, pacientes, comprensivos, cumplidores y responsables de nuestra participación en el mundo, y cuando nos volvemos respetuosos de nosotros mismos, establecemos límites con seguridad, nos valoramos más y confiamos en nuestra capacidad.
 
POR FAVOR… PAPITO NO HAGAS ESO DE NUEVO.

Cuando mi hijo tenía solo tres años, él y sus hermanas jugaban correteándose por toda la casa con grandes carcajadas haciendo erupción cada tantos minutos cuando alguno de ellos se acercaba a tocar a sus hermanos.

Las risitas fueron interrumpidas de repente por un estrépito seguido de un llanto de dolor por una herida ensangrentada.  Me puse de pie y corrí hacia la sala donde el aparente accidente había tenido lugar.  Mi hijo había tomado la esquina del cuarto demasiado rápido y había caído de cabeza sobre la esquina de una mesa.  Rápidamente le recogí del piso donde yacía y le abracé tanto para consolarle como para examinar la herida…chorros de sangre brotaban de su frente.

Para cuando llegamos al cuarto de urgencia, sus lágrimas habían amainado un poco pero yo anticipaba nervioso el pequeño trauma que nos esperaba.  Tras examinar la frente de mi hijo, el médico confirmó que necesitaría coser la herida para que pudiese sanar adecuadamente.
La buena noticia era que sólo requeriría un punto.  La mala era que el médico planeaba cocerlo sin anestesia.  “Podemos puyarlo una vez o hacerlo dos veces”, me informó el médico.

Se me dijo entonces que inyectarle la anestesia local sería tan doloroso y traumático como coserle un solo punto.  La puyada de la inyección sería seguida por una segunda puyada para coser la herida.  De mala gana estuve de acuerdo con el médico y opté por la puyada única. 

Animé a mi hijo diciéndole que estaba siendo un “niño valiente” mientras los médicos y yo le atábamos suavemente con un aparato para evitar que su cuerpecito se moviese demasiado durante el procedimiento.

Por dentro luchaba por aguantar las lágrimas mientras él me miraba con ojos asustados pero confiados.  “Sigue mirando a Papá”, le animaba.  “Estás siendo muy valiente”.  Sus enormes ojos se mantuvieron fijos en los míos mientras el médico lavaba suavemente la herida y se preparaba para cerrar la herida con el punto de sutura.

“OK, aquí vamos”, dijo suavemente el médico.  “Esto será rápido”.  “Sigue mirándome a mí”, dije intentando sonreír y atraje sus confiados ojos hacia mí.  “Papá está aquí”.  Con precisión y rapidez, el médico rápidamente metió la aguja curveada en la piel hinchada cercana a la herida en la frente de mi hijo.
Los ojos de mi hijo se agrandaron al sentir el dolor.  Entonces, en una voz sollozante que conllevaba la dulzura e inocencia que sólo un niño de tres años puede invocar, me miró y me dijo: “Por favor, Papito, no hagas eso de nuevo”.

Mi corazón se quebrantó.  ¿Cómo explicarle a un hijo de tres años que el dolor que experimenta –un dolor que al menos en su mente, era causado por mí—era inflingido con amor, con un deseo de traer sanidad?  Increíblemente, ese es uno de mis más preciados recuerdos de la niñez de mi hijo.
El procedimiento acabó casi tan rápido como había comenzado y, después de unas cuantas horas, mi hijo había regresado a las risitas con sus hermanas (aunque correr por la casa fue prohibido desde ese día en adelante).

Su confianza y dulce respuesta a la situación siguen penetrando mi corazón con amor hacia él.  Ese episodio también me recuerda del amor y cuidado de nuestro Padre Celestial hacia nosotros y aquellos a nuestro alrededor quienes pudiésemos experimentar un tiempo de sufrimiento en nuestras vidas.

En mi mente, puedo visualizar a Dios sosteniéndonos como nuestro Padre cada vez que estamos lastimados y diciéndonos que mantengamos la mirada y confianza puestas sobre Él, aun cuando no comprendamos por qué nos pasan las cosas.  Cuando somos tentados a culparlo por nuestro dolor y gritar: “Por favor, Papito, no hagas eso de nuevo”, podemos tomar consuelo en saber que Él está muy cerca de nosotros y que nos ama y confiar en que, aunque no siempre comprendamos, hay un propósito detrás de cada cosa que nos pasa.

Así que mantengamos nuestra mirada en Él.  Confiemos en Él.  Él nos sostiene y nos sana.  Nunca nos soltará.  Sepamos también que aquella risa—o cualquiera sea la manera en que expresamos nuestro gozo—volverá a ser parte de nuestra vida una vez más.

Tim Wright 
Fuente: www.AsAManThinketh.net
El autor del pensamiento de hoy no sólo comparte una tierna historia familiar en la que, al igual que muchos de nosotros, tuvimos que compartir algún percance o sufrimiento de nuestros hijos, sino que nos lleva a un punto de reflexión muy interesante.  De la manera en que a veces hacemos responsable a la persona equivocada cuando algo malo nos pasa, resulta interesante que son muchos los que “culpan” a Dios por todo lo que pareciera interferir con sus planes personales.  Sin embargo, si algo podemos aprender de nuestro caminar con Jesús es que Dios es bueno y siempre tiene nuestros mejores intereses en mente… aún las circunstancias por las que atravesamos y que parecieran negativas, si tan sólo podemos confiar en Él, descubriremos tarde que temprano, que abrió la puerta a la bendición tanto nuestra como de otros a nuestro alrededor.  Atrevámonos a confiar en nuestro Padre Celestial.  Adelante y que Dios les continúe bendiciendo.
Raúl Irigoyen

Hermoso ejemplo del amor de nuestro Padre Celestial, Él siempre nos cuida y ama como nadie más puede hacerlo y Su ternura es manifestada en todo, por eso no dejemos de buscarle, de amarle, de servirle y adorarle como solo Él lo merece, si nuestra confianza está fundamentada en Su Palabra, no tendremos porque temer, ya que no nos abandonara jamás ni nos dejara, así que vayamos en Su busca cuando lo necesitemos que encontraremos Sus brazos tierno y Su amor inagotable.

Los amo y bendigo en Jesucristo.

MAGNOLIA



 

  

MÉTELA EN TU CORAZÓN 

Según un predicador escoces, guardar la palabra en el corazón es meter una cosa buena en un buen lugar para un buen fin. Muchos tienen la Biblia en la cabeza, o en el bolsillo.  Lo que necesitan es tenerla en el corazón. -D.L. Moody-

"En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti"

Salmo 119:11

 


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