MOTIVACIÓN POR DEFICIENCIA Y MOTIVACIÓN HACIA EL DESARROLLO.-  
 “¿Qué es lo que convierte a la gente en neurótica?” 
 La neurosis parecía en su esencia y en sus principios
 una enfermedad deficitaria; enfermedad que surge de la privación de 
ciertas satisfacciones que yo llamo necesidades, en el mismo sentido en 
que son el agua, los aminoácidos y el calcio, es decir, que su carencia 
es causa de enfermedad. La mayor parte de las neurosis incluían, junto 
con otros determinantes complejos, deseos insatisfechos de seguridad, 
entrega, identificación, de relaciones amorosas íntimas y de prestigio y
 respeto. Y cuando se eliminaban estas deficiencias, la enfermedad 
tendía a desaparecer.  
 Las características de un deficiencia 
duradera son, pues las siguientes. Se tratará de una necesidad básica o 
de tipo instintivo, si…: 
 - Su carencia alimenta la enfermedad. 
 - Su presencia impide la enfermedad. 
 - Su restitución cura la enfermedad. 
 - Bajo determinadas (y muy complejas) situaciones de libre elección, es
 preferida, por la persona afectada de su carencia, a otras 
satisfacciones. 
 - Se encuentra inactiva, en retroceso, o funcionalmente ausente en la persona sana.  
 Dos características adicionales son ya de carácter subjetivo. Se trata 
del anhelo y deseo, consciente o inconsciente, y del sentimiento de 
carencia o deficiencia, como de algo que falta por una parte y, por la 
otra, de complacencia («sabe bien»).  
 En la práctica, naturalmente,
 deberíamos seguir buscando correspondencias o indicadores objetivos de 
los estados subjetivos. El día que descubramos estos indicadores 
externos y públicos del placer, la ansiedad o el deseo, la psicología 
habrá avanzado cien años. Pero hasta que no los descubramos, no finjamos
 poseerlos. Podemos pedírselas al ser humano y no hay razón alguna que 
nos impida hacerlo hasta el momento en que dispongamos de mejores 
fuentes de datos.  
 A estas necesidades que son esencialmente 
déficits del organismo, hoyos vacíos, que por decirlo así, hay que 
llenar en defensa de la salud y que, lo que es más aún, deben ser 
llenados desde fuera por seres humanos distintos al sujeto, es a las que
 llamaré déficits o necesidades deficitarias, para los fines de esta 
exposición y para presentarlas en contraste con otro y muy distinto tipo
 de motivación.  
 A nadie se le ocurriría poner en entredicho que 
«necesitamos» yodo o vitamina C. Les recuerdo que la evidencia de 
nuestra «necesidad» de amor es exactamente del mismo tipo.  
 En los 
últimos años un número cada vez mayor de psicólogos se ha visto 
empujados a admitir una tendencia hacia el desarrollo o la 
autoperfección, para poder completar los conceptos de equilibrio, 
homeóstasis, tensión-reducción, de defensa y otras motivaciones 
conservadoras. Esto sucede así por diversas razones.  
 De acuerdo 
con esta teoría, el niño, remiso y conservador, tiene que ser empujado 
continuamente escaleras arriba, desplazado de su estado confortable y 
preferido de descanso, para que se introduzca en una nueva situación 
atemorizante. 
 Todos los supuestos de la psicología clínica 
ordinaria están apoyados en seres humanos enfermos o con deficiencias, 
pero resultan falsos cuando se aplican a los niños sanos, felices y 
seguros. En estos niños vemos claramente un ansia de desarrollo, de 
madurez, de desechar la antigua adaptación como algo gastado, lo mismo 
que un par de zapatos viejos. Vemos en ellos con especial claridad no 
sólo el ansia de nuevas habilidades, sino el más patente gozo en su 
disfrute repetido.
 Quiero ahora someter a discusión algunas de las 
diferencias observadas por mí entre las vidas motivacionales de las 
personas sanas y las de otras, es decir, entre las de las personas 
motivadas por necesidades de desarrollo, en contraste con aquellas 
motivadas por necesidades básicas.  
 Por lo que se refiere al estado
 motivacional, las personas sanas han satisfecho suficientemente sus 
necesidades básicas de seguridad, entrega, amor, respeto y 
auto-estimación, de tal modo que ahora se sienten motivadas 
primordialmente por tendencias conducentes a la auto-realización 
(definida como realización creciente de las potencialidades, capacidades
 y talentos; como cumplimento de la misión —o llamada, destino, 
vocación—; como conocimiento y aceptación más plenos de la naturaleza 
intrínseca propia y como tendencia constante hacia la unidad, 
integración o sinergia, dentro de los límites de misma persona.  
 Se
 define a las personas sanas mediante la descripción de sus 
características observadas clínicamente. Son las que transcribo a 
continuación:  
 - Una percepción superior de la realidad. 
 - Una mayor aceptación de uno mismo, de los demás y de la naturaleza. 
 - Una mayor espontaneidad. 
 - Una mayor capacidad de enfoque correcto de los problemas. 
 - Una mayor independencia y deseo de intimidad. 
 - Una mayor autonomía y resistencia a la indoctrinación. 
 - Una mayor frescura de apreciación y riqueza de reacción emocional. 
 - Una mayor frecuencia de experiencias superiores. 
 - Una mayor identificación con la especie humana. 
 - Un cambio (los clínicos dirían un mejoramiento) en las relaciones interpersonales. 
 - Una estructura caracterológica más democrática. 
 - Una mayor creatividad. 
 - Algunos cambios en la escala de valores propia.  
 Tiende a contemplarse la auto-realización, por haberla estudiado sobre 
todo en personas mayores, como un estado de cosas final y definitivo, un
 objetivo lejano, en vez de un proceso activo extendido a lo largo de 
toda la vida, Ser en vez de Llegar a Ser.  
 Si definimos al 
desarrollo como el conjunto de los diversos procesos que conducen a la 
persona hacia la auto-realización definitiva, dicha definición se ajusta
 mejor al hecho observado empíricamente de que realmente se extiende a 
todo el período de la vida de la persona. Desvirtúa también la 
concepción escalonada, todo o nada, por saltos, de la progresión 
motivacional hacia una auto-realización en la que todas las necesidades 
básicas se ven satisfechas, una por una, antes de que el próximo escalón
 surja ante la conciencia. Así pues, se considera el desarrollo no sólo 
como la satisfacción progresiva de las necesidades básicas hasta el 
punto de lograr su «desaparición», sino también como motivaciones 
específicas de desarrollo más allá y por encima de estas necesidades 
básicas, vgr. talentos, cualidades, tendencias creativas, 
potencialidades innatas. Nos vemos también compelidos a darnos cuenta de
 que necesidades básicas y auto-realización no se contradicen mutuamente
 más de lo que puedan hacerlo niñez y madurez. Una desemboca en la otra y
 es requisito previo de ella.  
 El hecho de que distingamos entre 
necesidades del desarrollo y necesidades básicas, se debe a la 
percepción clínica de diferencias cualitativas entre las vidas 
motivacionales de quienes se auto-realizan y las de las demás personas. 
Estas diferencias, citadas más adelante, pueden describirse con bastante
 exactitud —no con perfección— mediante los términos de necesidades 
fisiológicas, por ejemplo, son déficits, vgr. el sexo, la evacuación, el
 sueño y el descanso.  
 En cualquier caso, la vida psicológica de la
 persona en muchos de sus aspectos se desenvuelve de manera distinta 
cuando está ligada a la satisfacción de sus necesidades deficitarias y 
cuando está dominada por el desarrollo, «meta-motivada», motivada por el
 desarrollo o auto-realizándose. Las siguientes diferenciaciones 
aclararán este punto.   
 Un objetivo tiene que ser algo externo al 
organismo del animal, para que podamos medir el esfuerzo de dicho animal
 en la consecución de tal objetivo.  
 Que los impulsos son algo 
peligroso que hay que atacar. Al fin y al cabo, toda esta psicología se 
basa sobre la experimentación en personas enfermas, personas que sufren 
realmente experiencias dolorosas respecto a sus necesidades, su 
satisfacción y frustraciones. No es de extrañar que tales personas teman
 o incluso aborrezcan sus propios impulsos, que tanta perturbación les 
reportan y cuyo control tan difícil les resulta, de modo que el camino 
más corriente resulta ser el de la represión. Esta anulación del deseo y
 la necesidad ha sido lo más común en la historia humana. Se apoyaban en
 la afirmación de que el bien, la felicidad o el placer son consecuencia
 esencial de la aminoración de los estados psicológicos de deseo, ansia o
 necesidad.  
 Digámoslo lo más brevemente posible: todas estas 
personas consideran el impulso como una molestia e incluso una amenaza, 
y, por tanto, intentan desembarazarse de él, negarlo o evitarlo.  
 
Las necesidades fisiológicas, la necesidad de seguridad, amor, respeto, 
información, son ciertamente para muchas personas molestias, 
perturbaciones psíquicas y generadores de problemas, especialmente para 
aquellas que han sufrido experiencias insatisfactorias al intentar 
solventarlas y para aquellas otras que no disponen de los medios para 
intentarlo.  
 Se pueden aceptar y disfrutar las propias necesidades,
 así como también recibirlas con agrado en el momento en que adquirimos 
conciencia de ellas, sí:
 - Su experiencia pasada ha sido satisfactoria. 
 - Puede confiarse en poder satisfacerlas en el presente y en el futuro.  
 Por ejemplo, si una persona ha disfrutado siempre de la comida y puede 
conseguir en este momento buenos alimentos, recibirá con agrado y no con
 temor la aparición en la conciencia del apetito. («Lo malo de la comida
 es que me quita el apetito»). 
 Y entre las principales, observamos 
que todos estos impulsos son deseados y bien acogidos, que resultan 
placenteros y agradables, que la persona prefiere verlos aumentados 
antes que disminuidos, y que, si constituyen focos de tensión, se trata 
de tensiones agradables. El creador acoge generalmente con satisfacción 
sus propios impulsos creadores. La persona dotada disfruta utilizando y 
ampliando sus talentos.  
 El impulso o la necesidad fuerzan hacia su
 eliminación. Su finalidad exclusiva es la de su propia supresión, la 
liberación de sí mismo, la consecución de un estado carente de 
necesidades. 
 ¿Cómo se producirá el cambio, el desarrollo, el 
movimiento, la dirección? ¿Cómo es que las personas mejoran y se hacen 
más sabias? ¿Qué significa el aliciente de vivir?  
 La homeóstasis 
no defiende la reducción a cero, sino la consecución de un nivel óptimo.
 Esto supondrá reducir la tensión algunas veces o aumentarlas otras, 
como sucede con la presión sanguínea, que puede ser demasiado bajo o 
demasiado alta.  
 En dichas personas, la satisfacción de los 
impulsos fomenta un aumento de la motivación antes que una disminución 
de la misma, una elevación de la incitación antes que un descenso. Los 
apetitos se intensifican y crecen. Se desarrollan sobre sí mismos y, en 
vez de desear cada vez menos, tales personas desean más y más de, 
pongamos por ejemplo, educación. En vez de llegar a un estado de reposo,
 la persona se hace progresivamente más activa. El apetito de desarrollo
 se ve agudizado por la satisfacción de los impulsos más que verse 
aplacado. El desarrollo es en sí mismo un proceso gratificante y 
excitante; vgr. la realización de anhelos y ambiciones, como la de ser 
un buen médico; la adquisición de habilidades admiradas, como tocar el 
violín o ser un buen carpintero; el constante incremento de la 
comprensión de los demás, del universo o de uno mismo; el aumento de 
creatividad en cualquier campo o, lo más importante de todo, la simple 
ambición de ser un buen ser humano.  
 La verdadera actividad de 
búsqueda de objetivos ocupa menos del 10 % de su tiempo. Con mayor 
frecuencia sucede sencillamente que no es disfrutada en absoluto, sino 
que únicamente el objetivo produce placer. Esta generalización se basa 
en la observación de que la gente que se auto-realiza, disfruta de la 
vida en general y en casi todos sus aspectos, mientras que la mayoría de
 las demás personas tan sólo disfrutan momentos dispersos de triunfo, de
 acierto, de clímax o de experiencias superiores.  
 Las motivaciones
 deficitarias requieren realmente una reducción de la tensión y un 
restablecimiento del equilibrio. Las motivaciones del desarrollo, por 
otro lado, mantienen la tensión en beneficio de objetivos lejanos y a 
menudo inalcanzables. En cuanto tales, diferencian el comportamiento 
animal, el comportamiento adulto del comportamiento infantil..   
 
Las satisfacciones de necesidades deficitarias y las satisfacciones de 
necesidades de desarrollo producen distintos efectos subjetivos y 
objetivos sobre la personalidad. Si se me permite enunciar de forma 
generalizada lo que estoy persiguiendo, diría que: la satisfacción de 
las deficiencias evita la enfermedad; la satisfacción del desarrollo 
produce salud positiva. Debo conceder que será difícil por ahora dejar 
ésta establecida con fines de investigación. Y, sin embargo, existe una 
diferencia clínica real entre rechazar una amenaza o un ataque y un 
triunfo y logro positivos; entre protegerse, defenderse o resguardarse y
 la búsqueda de realización, excitación y expansión. He intentado 
expresar este hecho como un contraste entre vivir plenamente y preparase
 para vivir plenamente, entre desarrollarse y ser desarrollado. Los 
mecanismos de defensa (para reducir el dolor) y los mecanismos de 
enfrentamiento (para tener éxito y superar las dificultades.).  
 Hay
 que distinguir entre el placer de la escasez y el placer de la 
abundancia, entre el placer «inferior» de satisfacer una necesidad y el 
placer «superior» de la producción, creación y desarrollo de la 
penetración. La saturación, la relajación y la pérdida de tensión que 
siguen a la satisfacción de una deficiencia, puede llamarse con toda 
propiedad «alivio», en contraste con el éxtasis, la serenidad que uno 
experimenta al funcionar fácilmente, perfectamente y al máximo 
rendimiento —en superdirecta, por decirlo así. 
 El «alivio», al 
depender tan estrechamente de algo que desaparece, lo más probable es 
que desaparezca también. Forzosamente tiene que ser menos estable, menos
 duradero, menos constante que el placer que acompaña al desarrollo, el 
cual puede durar indefinidamente.  
 Situaciones finales alcanzables (episódicas) e inalcanzables  
 La satisfacción de las necesidades deficitarias tiende a ser episódica y
 gradual. El canon más frecuente suele ser el que empieza en una 
situación instigadora y motivante que genera un comportamiento motivado,
 dirigido a la consecución de un estadio final que, creciendo gradual y 
constantemente en deseo y excitación, alcanza en último término un 
período álgido en un momento de logro y consumación. Desde esta curva 
máxima de deseo, la excitación y el placer decaen rápidamente hasta una 
plataforma de relajación de la tensión y ausencia de motivación.  
 
El desarrollo es, en cambio, una evolución continuada, más o menos 
constante, hacia arriba o hacia delante. Cuanto más se consigue, más se 
desea, de tal manera que esta clase de deseo resulta inacabable y jamás 
puede ser alcanzado o satisfecho.  
 Del mismo modo que todos los 
árboles necesitan sal, agua y sustancias nutritivas procedentes de su 
medio ambiente, todas las personas necesitan seguridad, amor y respeto 
provenientes de su medio ambiente. Sin embargo, es aquí donde puede 
empezar el verdadero desarrollo de la individualidad, puesto que, una 
vez saciadas estas necesidades específicas y elementales, cada árbol y 
cada persona se prestan a desarrollarse a su propio aire, de forma 
exclusiva, utilizando dichas necesidades para sus propios fines 
particulares. En un sentido muy real, el desarrollo se ve entonces más 
determinado desde el interior que desde el exterior.
 Las necesidades
 de seguridad, pertenencia, relaciones amorosas y respeto sólo pueden 
ser satisfechas por los demás, es decir, desde fuera de la persona. Esto
 implica una considerable dependencia del exterior. De una persona que 
se encuentra en esta situación de dependencia, no puede decirse que se 
autogobierne o que dirija su propio destino. Debe ser contemplada en 
relación con las fuentes que proporcionan satisfacción a sus 
necesidades. Sus deseos, caprichos, sus reglas y leyes le gobiernan y 
debe apaciguársele a fin que no ponga en peligro dichas fuentes. Debe 
ser, hasta cierto punto, dirigido por los otros; y debe ser sensible a 
la aprobación, afecto y buena voluntad de los demás. Dicho de otra 
manera, debe adaptarse y ajustarse, mostrándose flexible, reaccionando y
 auto-cambiándose, para acomodarse a la situación externa. Es ella 
variable dependiente; el medio ambiente es la variable fija e 
independiente.  
 De este modo, el hombre motivado por la deficiencia
 debe temer más al medio ambiente, porque siempre existe la posibilidad 
de que éste pueda fallarle o defraudarle. 
 En contraste con ella, el
 individuo que se auto-realiza —ya subvenido, por definición, en sus 
necesidades básicas—, es mucho menos dependiente, mucho menos 
espectador, mucho más autónomo y autodirigido. Lejos de necesitar a los 
demás, las personas motivadas por el desarrollo pueden, en la práctica, 
verse estorbadas por ellos. He informada ya anteriormente de su especial
 preferencia por la intimidad, por el desasimiento y la reflexión.  
 Tales personas se hacen mucho más autosuficientes y reservadas. Los 
determinantes que les gobiernan son primordialmente internos, antes que 
sociales o ambientales. Dichos determinantes son las leyes de su propia 
naturaleza interior, sus potencialidades y capacidades, sus talentos, 
sus recurso latentes, sus impulsos creativos, sus necesidades de 
autoconocerse e integrase y unificarse cada vez más, de ser cada vez más
 conscientes de lo que realmente son, de lo que realmente desean, de 
cuál va a ser su llamada, vocación o destino.  
 Puesto que su 
dependencia de los demás es menor, también se muestran menos 
ambivalentes para con ellos, menos ansiosos y también menos hostiles, 
menos necesitados de su alabanza y afecto. Sienten menos desazón por los
 honores, prestigio y recompensas.  
 La autonomía o independencia 
relativa del medio ambiente implica también una independencia relativa 
de las circunstancias externas adversas, tales como la mala suerte, las 
dificultades arduas, tragedia, esfuerzo, privación. A esto lo he llamado
 libertad psicológica, en contraste con la libertad geográfica.  
 
Resumiendo, el hombre motivado por la deficiencia depende mucho más de 
los otros que quien está motivado predominantemente por el desarrollo. 
El primero es más «interesado», más necesitado, más dependiente y más 
ansioso que este último.  
 Dicha dependencia atenúa y limita las 
relaciones interpersonales. La contemplación de las personas 
esencialmente como solución de las propias necesidades o como fuentes de
 ayuda, es un acto de abstracción. No se las contempla como un todo, 
como individuos unitarios e integrados, sino tan sólo desde el punto de 
vista de su utilidad. Lo que no guarde relación con las necesidades del 
perceptor, es pasado por alto o produce aburrimiento, irritación o 
incluso un sentimiento de amenaza. Con ello nuestras relaciones se 
sitúan al nivel de las que mantenemos con las vacas, los caballos y las 
abejas, o de las que sostenemos con los camareros, taxistas, porteros y 
otros a quienes utilizamos.  
 Una percepción completamente 
desinteresada, objetiva y holística de otro ser humano sólo es posible 
cuando no se necesita nada que provenga de él, en una palabra, cuando no
 se le necesita. La aprobación, admiración y amor se basan menos en la 
gratitud por una función utilitaria que en las cualidades objetivas e 
intrínsecas de la persona percibida. Se le admira por cualidades 
objetivamente admirables más bien que porque adule o alabe. Se le ama 
porque es digno de amor y no porque él proporcione amor. 
 Nos 
enfrentamos a una difícil paradoja al intentar describir la compleja 
actitud que respecto a sí mismo o a su ego mantiene la persona orientada
 hacia el desarrolló, auto-realizada. Es precisamente esta persona en 
quien la fortaleza del ego encuentra su expresión máxima, la que con más
 facilidad olvida y trasciende este mismo ego, la que puede centrarse 
más en el problema y olvidarse más de sí misma, la que puede ser más 
espontánea en sus actividades, más homónoma. En dichas personas, la 
concentración en el percibir, actuar, gozar y crear puede ser completa, 
muy integrada y pura.  
 Esta capacidad de centrarse en el mundo en 
vez de limitarse a conciencia del yo, a un egocentrismo y una motivación
 basada en la gratificación, resulta más difícil cuantas más necesidades
 tiene la persona. Cuanto más motivada por el desarrollo esté la 
persona, más puede absorberse en la problemática y abandonar tras sí la 
conciencia del yo, mientras se relaciona con el mundo objetivo.  
 
Una característica importante de quienes acuden a la psicoterapia es una
 deficiencia anterior y/o actual de satisfacción de alguna necesidad 
básica. La neurosis puede ser considerada como enfermedad deficitaria. 
Por esto, un requisito indispensable para la curación estriba en el 
suministro de aquello de que se carece o en hacer posible que el mismo 
paciente realice esta función. Debido a que estas ayudas provienen de 
los demás, la terapia ordinaria debe ser interpersonal.  
 En la 
teoría del perfeccionamiento de la personalidad debe reservase un lugar 
destacado para el perfeccionamiento y estudio del ego, la contemplación y
 le meditación. En los estadios más avanzados del desarrollo, la persona
 se encuentra esencialmente sola y únicamente puede confiar en sí misma.
 
 El aprendizaje asociativo y las canalizaciones abren un camino más
 amplio al aprendizaje perceptual, a un aumento de la penetración y 
comprensión, a un conocimiento del ego y a un desarrollo constante de la
 personalidad, es decir, a una mayor sinergia, integración y 
consistencia interna. El cambio es cada vez menos una adquisición de 
hábitos o asociaciones aisladas, para pasar a ser un cambio total de la 
persona tomada en conjunto, es decir, una nueva persona y no la misma 
con la simple adición de unos hábitos adquiridos como si simplemente de 
propiedades externas se tratara.  
 En la medida en que el desarrollo
 consiste en rechazar las inhibiciones y coerciones y en permitir a la 
persona «ser ella misma», producir comportamiento —«irradiarlo», por 
decirlo así— en vez de repetirlo, en dejar que su naturaleza interior 
salga a la luz, en esta misma medida el comportamiento de quienes se 
auto-realizan es no-aprendido, creado, liberado más bien que adquirido, 
expresivo más bien que combativo. 
 Si estudiamos cuidadosamente la 
distinción existente entre percepción interesada por causa de la 
necesidad y percepción desinteresada o exenta de deseo. Debido a que 
esta última es mucho más concreta y menos abstracta y selectiva, es 
posible que tales personas puedan ver con mayor facilidad la naturaleza 
intrínseca de lo percibido. También pueden percibir de manera simultánea
 las oposiciones, dicotomías, polaridades, contradicciones e 
incompatibilidades.  
 Sin embargo, las personas que se auto-realizan
 comprenden que A y no-A se compenetran y forman una sola cosa, que 
cualquier persona es mismo tiempo bueno y malo, varón y hembra, adulto y
 niño. Es imposible representarse a una persona, considerada 
globalmente, como un continuo uniforme; tan sólo es posible en el caso 
de considerar un aspecto abstraído de la persona. La totalidad es 
no-comparable.  
 Puede que no seamos conscientes de cuándo una 
percepción nuestra está determinada por la necesidad. Pero ciertamente 
somos conscientes de ello cuando somos nosotros mismos quienes somos 
percibidos de esta manera; vgr. como suministradores de dinero, de 
alimento, de seguridad, como alguien de quien depender, o como un 
camarero u otro tipo de sirviente anónimo u objeto. Cuando esto sucede, 
nos desagrada en extremo. Queremos que se nos tome por nosotros mismos, 
como individuos completos y totales. Nos disgusta ser percibidos como 
objetos útiles o herramientas. Nos disgusta que nos «utilicen».  
 
Debido a que, de ordinario, las personas que se autorealizan, no 
necesitan abstraer las cualidades que satisfagan a sus necesidades ni 
contemplar a las personas como instrumento, les resulta mucho más fácil 
la adopción de una actitud hacia los otros no-valorativa, no- 
judicativa, no-interferente, no-condenatoria; una «conciencia 
no-selectiva», exenta de deseos. Ello permite una percepción mucho más 
clara y penetrante de lo existente. Se trata del tipo de percepción 
distinta, clara e independiente por la que se esfuerzan cirujanos y 
terapeutas y que las personas que se auto-realizan consiguen sin 
proponérselo.  
 El método más eficiente para percibir la naturaleza 
intrínseca del mundo, consiste en ser más receptivo que activo, 
determinado hasta donde sea posible por la estructura intrínseca de lo 
percibido y lo menos posible por la naturaleza del perceptor. Este tipo 
de conciencia independiente, taoísta, pasiva, no-interferente, de todos 
los aspectos de lo concreto simultáneamente existentes, tiene muchos 
elementos en común con algunas descripciones de la experiencia estética y
 de la experiencia mística. Es esfuerzo es el mismo ¿Contemplas el mundo
 real y concreto, o estamos contemplando nuestro propio sistema de 
rúbricas, motivos, esperanzas y abstracciones que hemos proyectado sobre
 el mundo real? O, por decirlo taxativamente , ¿vemos o estamos ciegos? 
 
 La necesidad amorosa tal como se estudia, es una necesidad 
deficitaria. Es un vacío que hay que llenar, un hueco en el que se 
vierte amor. 
 La satisfacción de la necesidad debería provocar su 
desaparición o, por decirlo de otra manera, quienes han conseguido 
satisfacer sus relaciones amorosas ¡deberían ser quienes con menor 
probabilidad proporcionen y reciban amor! Sin embargo, el estudio 
clínico de las personas más sanas, aquellas que han visto saciadas sus 
necesidades amorosas, muestra que, aunque tienen menos necesidad de 
recibir amor, están mucho más dispuesta a proporcionarlo. En esta 
sentido, son personas más amantes.  
 El contraste entre las 
dinámicas del amor- del-Ser (amor hacia el Ser de otra persona, amor no-
 deficitario, amor altruista) y amor- Deficitario (necesidad de amor, 
amor egoísta). 
 - El amor-del-Ser es recibido con agrado en la 
conciencia y disfrutado completamente. Puesto que no es posesivo y es 
admirativo más que necesitado, no produce dificultades y consiste casi 
siempre en proporcionar placer.  
 - Nunca puede ser saciado; puede 
disfrutarse de él sin límite. Generalmente crece en vez de desaparecer. 
Es intrínsecamente agradable. Es un fin más que un medio.  
 - A 
menudo se describe la experiencia del amor-del-Ser como idéntica y 
poseedora de los mismos efectos que la experiencia estética o la 
experiencia mística.
 - Los efectos terapéuticos y psicológicos de la
 experiencia del amor-del-Ser son muy profundos y amplios. Efectos 
característicos similares tiene el amor relativamente puro de una madre 
saludable hacia su hijo, o el amor perfecto de su Dios que algunos 
místicos han descrito.  
 - El amor-del-Ser es, sin sombra de duda, 
una experiencia más rica, «más elevada», subjetivamente más valiosa que 
el amor-Deficitario (que todos los amantes-del-Ser han experimentado 
previamente). Esta preferencia me ha sido también relatada por mis otros
 pacientes, mayores y más cercanos al término medio, muchos de los 
cuales experimentan ambos tipos de amor simultáneamente y en diversas 
combinaciones.  
 - El amor-Deficitario puede ser satisfecho. El 
concepto «satisfacción» difícilmente puede aplicarse al amor admirativo 
hacia otra persona digna de amor y admiración.  
 - En el 
amor-del-Ser hay un mínimo de ansia y hostilidad. A efectos humanos 
prácticos puede considerarse que no existen. Puede, sin embargo, haber 
ansiedad-por-el-otro. En el amor-Deficitario debe esperase siempre un 
cierto grado de ansiedad y hostilidad.  
 - Los amantes-del-Ser son 
más independientes el uno del otro, más autónomos, menos celosos o 
temerosos, menos necesitados, más individuales, más desinteresados, pero
 al mismo tiempo más ansiosos por ayudar al otro hacia su 
auto-realización, más orgullosos de los triunfos del otro, más 
altruistas, generosos y alentadores.  
 - El amor-del-Ser hace 
posible la más verdadera y penetrante percepción del otro. Se trata de 
una reacción tanto cognoscitiva como conativa-emocional, según he 
destacado, frecuentemente confirmado por la posterior experiencia de 
otras personas que, lejos de aceptar la trivialidad de que el amor ciega
 a las personas, me siento cada vez más inclinado a pensar que la verdad
 estriba precisamente en lo contrario, es decir, que lo que nos ciega es
 el des- amor.  
 - Finalmente puedo decir que el amor-del-Ser, en un
 sentido profundo, pero que puede comprobarse, crea el compañero. Le 
proporciona una imagen de sí mismo, una autoaceptación, un sentimiento 
de ser digno de amor, todo lo cual le permite desarrollarse. Es una 
cuestión realmente problemática la de saber si es posible un desarrollo 
pleno del humano sin él.