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De: LOLY-AMOR  (Mensaje original) Enviado: 24/06/2009 01:47

Un adolescente que incorpora, no sin dificultades pero bien estos elementos a su desarrollo, logra convertir la agresividad en fuerza interior bajo su control y al egocentrismo (que en esta etapa no es egoísmo) en autentica autoimagen que le ayude a ubicarse en el mundo.

Si no se logra sacar al chico del ensimismamiento que significa la masturbación se corre el riesgo de no permitirle afianzar correctamente su autoimagen y por lo tanto abrirlo a la verdadera comunicación con el otro en el amor: le dificulta en un grado bastante grande el abrir la puerta de su existencia para que "otro" y comparta todo lo que dentro de si tiene.

Y en esto tenemos que ser sumamente cuidadosos frente a los estímulos que externamente le esta proyectando la sociedad, pues esa descarga que normalmente se debe canalizar a través de actividades creativas se ve entorpecida tanto por la actitud muelle que transmiten los medios como ideal de "felicidad" como por la carga erotizante que comunica la pornografía, que por otro lado desvirtúa el sentido de la sexualidad.

Egocentrismo (que, repetimos, no necesariamente es egoísmo como tal, pero que no debe ser descuidado), un cierto grado de agresividad, tendencia a la critica mordaz y subjetiva son algunas de las características de este paso obligado a la madurez y como se ha visto solo hace falta saberlo capitalizar hacia la concreción de la personalidad. Es necesario potenciar claro esta las virtudes que trae el chico: pureza en la mirada sobre el mundo, tendencia al altruismo, sinceridad y por sobre todas las cosas un marcado deseo de asegurar la felicidad y un derroche muy particular de energías.

Tenemos que tener presente también que el adolescente se encuentra como desconcertado frente a sus cambios anímicos y de humor. Así como su cuerpo se descompensa para ser "mas grande", toda su psicología también se "desbalancea" para crecer de modo de ir incorporando esas sensaciones nuevas de una manera adecuada. Esto lleva a que la susceptibilidad sea una de las actitudes mas frecuentes que se presente en una relación que hasta ese momento era armónica y estable.

Reacciona violentamente en ocasiones como una forma de tratar de ocultar la inseguridad en la que se encuentra. El esta como en un puente colgante, en medio de la noche.

Sabe que no puede volver atrás y cada paso que da hace que el puente se mueva en forma alarmante por lo que tiene mas que miedo, ansiedad. Anhela (y de alguna manera sabe interiormente) que al final del puente este la punta de "inicio" de su camino, pero mientras tanto tiene que recorrer madera tras madera.

Mas que miedo tiene inseguridad como si esto fuera una prueba que el tiene que pasar para no quedar mal con los demás que "lo observan". Por lo tanto no deja que casi nadie entre verdaderamente en ese puente, mucho menos "papa y mama", después de todo es su puente.

Por momentos siente que una voz le dice: "quédate, el puente puede ser inseguro, pero es mejor que llegar al final"; se instala en medio del proceso básicamente por miedo a asumir la responsabilidad (cuando el adolescente, falto de apoyo y hasta estimulado por la sociedad a que haga caso a esta voz se queda inmovilizado da lugar a lo que conocemos como los eternos adolescentes). Por otros sugiere: "ya hace demasiado que estas aquí, mejor sal corriendo", cosa que cuando hace remueve de tal modo su puente que se vuelve a inmovilizar o sigue corriendo, ojos cerrados, aun a riesgo de "caerse o golpearse".

Es el llamado sentimiento de omnipotencia ("yo lo puedo todo y a mi nada me puede pasar") que lleva al adolescente a actuar con inconsciencia y sin valorar las posibles consecuencias de sus actos. Justamente esta actitud, cuando se da cuenta de sus limitaciones, lo decepciona, con lo que pasa de la euforia a la depresión.

Muchas veces esta amplitud entre el sentimiento positivo y el negativo se da cuando nota la ambivalencia del mundo que violenta la visión pura con la que sale de la infancia. Ante la ambivalencia que detecta en la sociedad puede optar por renunciar a si, a su identidad y mimetizarse con la masa para acabar "haciendo lo que le dicen", o por revelarse en forma violenta y no objetiva y actuar por reacción en manifestaciones de agresividad o de una cierta "clandestinidad social", acentuando la pertenencia a un grupo que se ubica como "marginal".

Al experimentar sentimientos tan dispares el adolescente "grita": se encierra, se vuelve arrogante y desea una privacidad excluyente. Esta suerte de "grito" es algo así como lo que hacían los antiguos guerreros para hacerse la idea de que no tenían miedo: el adolescente no quiere que fundamentalmente sus padres noten la confusión que siente.

Pero correr desaforado o estancarse pasivamente no son las únicas reacciones que pueden tomar los adolescentes: lo mejor es que cobren firmemente conciencia de la necesidad de su propio equilibrio y consolide su personalidad frente a un mundo que es polivalente.

Para ser verdaderamente justos en el análisis debemos tener en cuenta que cuando el chico se lanza a "caminar" comienza a sentirse feliz, seguro y un poco mas tranquilo: "avance, di un paso y ahora parece que el puente es un poco mas sólido, ya estoy mas cerca". Este sentimiento mas sosegado le da seguridad y consolida su personalidad y confianza, puede ir tomando mayores responsabilidades, el mismo y los demás pueden confiar un poco mas en el.

Las dos actitudes anteriores hablaron en mayor o menor medida de la DESPERSONALIZACION, esta ultima conduce a la PERSONALIZACION que hace al hombre libre y que en definitiva es el ideal de todo proceso de educación sexual: una educación para ser persona.

De lo dicho se desprende la necesidad de no perder de vista ninguno de los variados aspectos que hemos tratado de tener en cuenta a lo largo de todos los cursos, aunque muchas de las dimensiones tocadas no tengan aparentemente mucho que ver.

Queremos aclarar que es totalmente normal que la mayoría de los adolescentes pasen de una forma u otra por sentimientos como los descritos hasta aquí, por lo que no hay que asustarse.

Sin embargo hay que tener en cuenta que no se quede instalado en ninguna de las dos primeras actitudes, tanto en el de la omnipotencia imprudente como en el del autoabandono y apatía desinteresada que le impedirá llegar a consolidar su personalidad.

Debemos siempre apuntalar por el contrario la ultima actitud, la de seguridad ante el logro lo que le permitirá a nuestro hijo o alumno arribar al final del puente con éxito. Pero no lo olvidemos, mientras tanto se debe tener paciencia; un tropezón no es caída y los tres sentimientos se pueden suceder en varias ocasiones.

Pero el mundo del adolescente no se agota allí. Lo que hasta ahora revisamos son algunas de las consecuencias del rompimiento del chico con su "cuerpo infantil". Sin embargo otra esfera de conflicto intenso también se instala en el rompimiento con el lugar que los padres, la familia y en general toda autoridad ocupaban poco tiempo antes.

"Al llegar la pubertad y entrar en la adolescencia al joven quiere ser independiente. Gusta tener libertad y ejercer dicha libertad, pero al mismo tiempo, no sabe y no esta acostumbrado a usarla.

Necesita ayuda, precisa el consejo paterno y materno y se siente fuertemente ligado por los lazos que lo ataban a sus padres hasta ese momento. Se produce así una sorda lucha entre sus deseos de independencia y su miedo a perder la dependencia"1

Es como si cada chico cruzara el tormentoso mar entre la niñez y la adultez a nado: quiere y tiene que hacerlo solo, pero sus padres son ese imprescindible bote que siempre esta y al que se recurre en caso de necesidad. Si no hay bote la soledad del nadador es grande y busca cualquier salvavidas para descansar. lamentablemente en ese mar existen demasiados salvavidas de plomo.

En función de la tensión entre la ruptura con todo lo anterior y el desafío de lo nuevo mas el ansia de libertad enfrentada a la natural limitación madurativa, el "yo" del adolescente, su núcleo mas intimo, esta como removido, conmocionado; se pregunta por si mismo y la respuesta aparece difusa. Descubrir y afianzar su personalidad y su lugar en el mundo son entonces una y la misma cosa: su misión.

Tengamos en cuenta que esto también forma parte de la causa de la confusión que manifiesta y que la resolución de cualquiera de los aspectos descubiertos no será posible si no se toma en cuenta la totalidad del contexto de la vida del chico, incluida la relación con la sociedad:

"En esa búsqueda de identificación es común que el adolescente se revele contra el sistema de valores y los consejos e intromisiones de los padres. Rechaza la identificación con el padre del mismo sexo -lo que era habitual en la infancia- y trata de buscar otros modelos identificatorios fuera del hogar. Pero la separación que hace de sus padres coloca al adolescente en situación de peligro. Antes tenia a donde recurrir cuando aparecían dudas o no podía manejar la realidad.



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