La situación reunía todas las condiciones deseables en un caso así. Después de quince días sin verse –vivían en ciudades distintas-, habían decidido encontrarse en un hotel encantador en las montañas. “El reencuentro fue muy romántico y la noche se adivinaba explosiva. Yo sentía mucho deseo por él y se lo dije. Pero nada sucedió como estaba previsto. Por primera vez desde el principio de nuestra historia, Fran tuvo un gatillazo…” La aventura de esta pareja de treintañeros enamorados es singular, pero sintomática de una nueva fragilidad masculina. Aumento considerable de las consultas en los gabinetes de sexología, psicólogos subrayando la omnipresencia  de las disfunciones sexuales entre sus pacientes… Los hombres dudan de su virilidad.

¿Voy a satisfacerla?

El reequilibrio de las relaciones entre sexos los ha trastornado particularmente en materia de seducción. Temen no estar a la altura, no saber colmar a las mujeres. Como señala el psicólogo y sexólogo Eugenio López: “El hombre, tradicionalmente, ha sido el que ha llevado la voz cantante en las relaciones sexuales, pero ahora la mujer tiene una sexualidad más permisiva y demanda disfrutar del sexo. Y eso puede generar en los hombres, especialmente en los más tímidos o inseguros, un cierto bloqueo, un nerviosismo que impida que la erección se dé correctamente”. Como nos explica el psicólogo, ese miedo masculino a “no dar la talla” puede llegar a convertirse en un pensamiento obsesivo que bloquee la erección. Y es que, como recuerda la psicóloga Monserrat calvo; “Del mismo modo que cuanto más queremos disimular nuestro rubor, más nos ruborizamos, o cuanto más nos obligamos a dormir, más nos desvelamos, cuanto más nos impacientamos ante las erecciones y los orgasmos, más boicoteamos su aparición”.

Nadie es infalible

En esa “sexualidad atlética” que parece ser el modelo dominante hoy en día, el encuentro sexual se ha convertido casi en una prueba, con resultados a conseguir y marcas que superar. Así, los hombres se exigen tener siempre erecciones perfectas y lograr que su compañera alcance el orgasmo, una autoexigencia que a menudo impide la relajación necesaria para el disfrute, “La presión por el ‘tener que cumplir’ dificulta a menudo la sexualidad de los hombres –corrobora Eugenio López-. Se tienen que dejar llevar y permitirse el error porque nadie es perfecto. Si uno admite y asimila esa situación, la relación se va a dar bien.”

Sexo ficción

En un episodio de la serie norteamericana Seinfield, el protagonista descubre que una de sus ex parejas fingió con él todos los orgasmos que había tenido. El descubrimiento lo altera hasta el punto de empezar a llamar a todas sus ex amantes para averiguar si sus orgasmos fueron reales, e incluso le suplica a su antigua compañera que le dé una nueva oportunidad para poderle demostrar que es capaz de hacer que ella alcance el orgasmo. Por supuesto, se trata de una serie cómica y las reacciones están exageradas, pero no por ello dejan de mostrar una realidad. Como subraya Eugenio López: “Muchas mujeres fingen orgasmos para complacer a su pareja, aunque realmente están mintiendo y, por tanto, dañando a esa relación sexual, porque luego será mucho más difícil hablarlo. Hoy en día parece que el hombre necesite dar a la mujer un orgasmo, y en ello hay también una connotación cultural y social”.

Deseando amar

Sin embargo, no hay duda de que estamos avanzando. Los hombres son ahora más atentos a los deseos de sus compañeras, y eso enriquece la vida sexual de ambos. Y poco a poco van tomando conciencia de que no es responsabilidad suya asumirlo todo: el placer del otro y el suyo, sino más bien se trata, como señala el Dr. López, de “intercambiar mutuamente placer.” Descubrir que el goce puede ser compartido y que ellos también tienen derecho a mostrarse vulnerables. A pesar de los tópicos, el hombre sueña también con compartir sus sentimientos. Su canal de expresión del amor es más carnal que verbal y, aunque sea una condición necesaria, busca mucho más que sexo en una relación. En general algo reservado, los hombres son románticos, incluso si olvidan las fechas, y cuando aman se muestran abiertos, deseantes y conmovedores.