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ESCRITOS DE OTROS MIEMBROS DE LA F.R.: TODA LUZ QUE MEREZCA LA PENA PROYECTA UNA SOMBRA...por Luis Blanco
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 14/10/2009 12:48

 

 

TODA LUZ QUE MEREZCA LA PENA PROYECTA UNA

SOMBRA

por Luis Blanco

 

Una sombra física nos indica que la luz ha encontrado un cuerpo en su

trayectoria. Parte de la radiación es absorbida o reflejada y otra parte sigue su camino.

No importa el origen de esa luz, ya sea natural o artificial; basta que tenga suficiente

intensidad. La ley opera igual, pues de luz igualmente se trata. Y una consecuencia que

podemos extraer es que la oscuridad no existe en el modo en que existen los cuerpos

físicos o la misma luz. La oscuridad física podría describirse como una atenuación de la

luz, y requiere un contraste o comparación para ser apreciada. Partiendo de esta idea,

consideremos a continuación una sombra y reflexionemos de qué luz puede proceder.

En nuestra sociedad capitalista occidental unos profesionales creativos y bien

formados dedican muchos esfuerzos a la publicidad. En ella, gracias a los

conocimientos acumulados sobre sociología, psicología, economía y otras ciencias, se

intenta influir con éxito sobre los ciudadanos en el sentido de que gasten su dinero en el

producto que se pretende. Tanto se aplica a un coche, a un seguro de vida como a un

medicamento. Se dirige desde niños a ancianos. Si analizamos sus contenidos, veremos

que los datos objetivos sobre lo que se anuncia quedan en segundo plano o brillan por

su ausencia. El corazón de la publicidad suele estar en las emociones. Y con esta

premisa, los mensajes que se lanzan sobre la población pueden parecen incoherentes o

ridículos, pero habitualmente tienen mucho sentido, el sentido y la lógica que rigen

nuestros deseos y emociones. Para vender coches ponen ante nuestros ojos, sugieren,

asocian y enfatizan el éxito financiero, la satisfacción sexual, la aventura, la felicidad

familiar, personajes admirados… Para vender un seguro de vida, nos hacen sentir

despreocupación y felicidad; para vender tabaco o alcohol nos prometen unas relaciones

sociales fluidas, divertidas y enriquecedoras, incluyendo de paso un ambiente deportivo,

pues intentan captar a los jóvenes. La lista sería interminable y las mentiras y

contradicciones no tienen fin. En general, se apela a deseos ligados a lo material, a

deseos intensos y compartidos por muchas personas, deseos en cuya consecución

gastaríamos cantidades de dinero. Es decir, que la publicidad difícilmente apelará a

sentimientos nobles. Ha sucedido, no obstante, que causas más idealistas que las

mercantiles han recurrido al eficaz mundo de la publicidad para apoyar sus proyectos, y

los anuncios que piden voluntarios para una ONG o colaboración económica nos son

bien conocidos, con sus apelaciones a la solidaridad, a la justicia y a la mala conciencia

de personas con todas sus necesidades básicas cubiertas en un mundo de miserias sin

fin. Esto nos muestra que nada hay completamente malo, depende de cómo y por qué se

emplee.

Si la publicidad apela directamente a los deseos, muchos ciudadanos

permanecerán inconscientes de qué les impulsa a gastar tiempo y dinero en pos de

bienes de consumo, y en verdad al promotor de ese consumo no le interesa mucha

reflexión sobre la materia. No sea que la esterilidad de ese tipo de vida se ponga de

manifiesto y la persona comience a pensar más y a consumir menos. Un margen de

reflexión, por añadidura, facilita la posibilidad de obrar de otro modo, la oportunidad de

decidir libremente. La libertad exige opciones. Si sólo existe en la conciencia la opción

de consumir y ninguna otra, la libertad no está presente. La conducta será similar a la de

un autómata dirigido por fuerzas externas. Los defensores de la publicidad hablan de la

libertad final del consumidor. Yo pregunto: ¿el concepto de libertad es aplicable a un

impulso procedente del cuerpo de deseos, normalmente de sus regiones inferiores, no

racionalizado en su origen ni por un momento? En cualquier persona, dada nuestra

complejidad, coexisten muchas voces, muchas tendencias, muchas facetas. Si una de

ellas toma el mando ignorando las demás, ¿es libre esa personalidad, o es feliz, o está en

equilibrio?

En la filosofía rosacruz se enfatiza la unidad del universo. La vida y la

conciencia del Creador están en cada átomo del universo. La cristalización del espíritu

en la materia para obtener experiencia, acomodándose en diferentes grados de

vibración, explica los diferentes Mundos y niveles de conciencia. Una derivación de

esta unidad profunda es la posibilidad de que nuestra mente, si está abierta, si está así

sintonizada, pueda captar ideas afines en el Mundo del Pensamiento, e igual sucede con

nuestro cuerpo de deseos en el Mundo del Deseo. Ideas que, si son elevadas, proceden

en último origen de esa fuente única de la Vida, nuestro hogar natural. Todo el mundo

tiene alguna experiencia de esta clase, por limitada que sea. El problema es que no la

reconocemos como tal. Pensamos que es fruto únicamente de nuestro esfuerzo o

creatividad, al tiempo que intelectualmente aceptamos que nunca estamos solos y que

somos seres espirituales, lo cual es contradictorio. Así que la realidad resulta más

compleja. Incluso nuestras ideas más originales vibran en relación con otras afines, y así

la unidad de la vida es un hecho también en el Mundo del Pensamiento.

La literatura esotérica describe cómo los seres más evolucionados sugieren ideas

a la humanidad para facilitar su progreso. No se las imponen, las sitúan ante su campo

mental y luego respetan su libre albedrío. Puede tratarse de favorecer una creación

artística, una nueva idea de progreso social o incluso un descubrimiento científico.

Siempre algo con un fin elevado y de beneficio colectivo. Esta actividad implica la

capacidad de proyectar el pensamiento sobre otra mente, habitualmente en forma de

imágenes o sonidos, las traducciones en nuestro cerebro de la vibración formidable del

Mundo del Pensamiento.

La literatura esotérica nos enseña igualmente que toda fuerza negra no es sino el

revés de una fuerza luminosa empleada incorrectamente. Que toda moneda muestra dos

caras, y toda flaqueza o error tienen una virtud complementaria.

Aquí tenemos la luz de la cual la publicidad al uso constituye una triste sombra.

La incesante transmisión de vibraciones entre seres afines, en cada Mundo, desde la

tosca materia física hasta el inefable Mundo de Dios. Transmisión liberadora, benéfica

de modo inmediato cuando un Hermano Mayor intenta impulsar a la humanidad

actuando sobre una persona o grupo; transmisión esclavizante, que retrasa la liberación

porque obliga a aprender del error, cuando nos dejamos enredar en las sugerencias de la

publicidad comercial. La primera habla desde lo profundo, a lo más noble de la persona

e impulsa su creatividad; la segunda, que también parece surgir desde dentro, suele

dirigirse a nuestra naturaleza inferior, ignorando la voluntad del Ego y embotando sus

vehículos, los cuales pierden eficacia en su misión. La primera anuncia un futuro mejor;

la segunda hace recordar al “hombre viejo” que menciona Pablo en las Escrituras, cuyo

único futuro posible es morir simbólicamente, para que de sus cenizas transformadas

alquímicamente nazca un “hombre nuevo” que pueda heredar el Reino de los Cielos.

 

 

 
 


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