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VARIOS AUTORES: EL SUFRIMIENTO HUMANO
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 16/12/2009 13:48

 

 

EL SUFRIMIENTO HUMANO

Zerión.

La felicidad no está fuera de nosotros, no depende de nada

ajeno a nuestra vida interna. La felicidad es un estado interior;

llevamos con nosotros el cielo o el infierno. Si vivimos en el

mundo de la sensibilidad, de la armonía, de la espiritualidad,

llevamos el paraíso a donde vayamos sin importar las condiciones

materiales en las cuales vivamos o los relativos dolores que el

cuerpo denso por ley kármica esté sufriendo. Pero también

llevamos el infierno, pues no hay peor infierno que el fuego

abrasador de los vicios, llámese instinto psicosexual, deseo del

licor, de drogas alucinógenas o cleptomanía.

Se piensa que la felicidad tiene que ver con un cuerpo

perfectamente sano, claro que eso ayuda mucho. Estando enfermos

se altera el estado emocional, mental y sensorial y nos tornamos

agresivos, tristes o pesimistas, porque el estado de ánimo depende

mucho de la salud física. De manera que el paraíso depende de

nosotros, por eso debemos buscarlo adentro y no afuera.

El sufrimiento humano se debe al desconocimiento de la Ley de

Causa y Efecto. No se comprende o no se quiere aceptar que

somos los artífices de nuestro propio destino, que cosechamos

solamente lo que hemos sembrado. Es la ignorancia, es la falta de

conocimiento de las leyes que rigen la evolución, lo que lleva al

sufrimiento. Por eso, “la salvación es el conocimiento aplicado”.

Aprovechemos la Ley de Causa y Efecto de una manera voluntaria

y positiva para sembrar causas nobles, bellas y espirituales y así los

efectos serán de la misma naturaleza.

¿Para qué sirve el conocimiento si no se aplica? Hay que

utilizar el conocimiento para liberarse progresivamente de la

cadena de causas y efectos negativos que ocasionan dolor. Así

como el dolor purifica, el amor ennoblece y enaltece. Los

momentos felices se olvidan pronto y se recuerdan quizás

vagamente, mientras que los momentos dolorosos jamás se

olvidan; son nuestro mejor maestro, recordándonos que el sendero

del trasgresor es doloroso.

Muchos se preguntan: ¿Por qué sufro tanto si yo jamás he

hecho daño a nadie, si lo único que he hecho es servir? Es la Ley

de Causa y Efecto (karma) en su actividad. Quizás ahora sea una

persona buena, pero trae de otras vidas una carga tan pesada, que le

está generando toda esa cantidad de sufrimiento. Otros inquieren:

¿Para qué nos hizo Dios y nos mandó a este valle de lágrimas?

Para lograr el perfeccionamiento sucesivo y eterno y convertirnos

en Dioses. (“Sed perfectos como vuestro Padre que está en los

cielos es Perfecto”).

Debemos perfeccionarnos para ayudar y guiar a los que vienen

atrás de nosotros y llegado el momento, convertirnos también en

Creadores, en Logos, que emanen de sí chispas divinas par que

evolucionen, así como el Logos emanó parte de su Vida, las

Mónadas, como chispas de la Gran Llama o como gotas del océano

de la Vida Cósmica. Como tenemos la misma esencia del Creador,

la chispa puede llegar a convertirse en una llama semejante al

Fuego original.

Si se trata de vivir la vida lo más conscientemente posible,

cuando se comete un yerro se sabe que por Ley eterna de Causa y

Efecto se tendrá que recibir las consecuencias como lección. El

estudiante de lo trascendental debe luchar por estar atento a las

situaciones en cada momento del diario vivir, para tratar de

cometer cada vez menos yerros consciente o inconscientemente.

Todo lo que el hombre sembrare, eso segará”. Gal. 6.7. Si en los

demás sembramos tristeza y dolor, eso cosecharemos. Si sembramos

amor, servicio, estudio, conocimiento, consciencia, es también es

lo que cosecharemos.

En ocasiones el karma “aprieta” bastante fuerte, pero utilizando

el conocimiento nos vamos ayudando a sortear las grandes

dificultades que nosotros mismos nos hemos puesto desde otras

etapas de la existencia. “Esta es una prueba que me pusieron los

maestros”, dicen los pseudo-ocultistas. Los maestros no ponen

ninguna prueba, somos nosotros mismos como Egos, como

Elohim, como Espíritus puros los que nos ponemos las pruebas

para templarnos el carácter, para canalizar la voluntad, para buscar

trascender y superar nuestras humanas debilidades. Lo que hacen

los Señores del Destino a través de los Ángeles Planetarios y

Estelares, es que aquella decisión que tomamos antes de renacer, se

cumpla el día, hora, minuto y segundo precisos, pues antes de

reencarnar elegimos cuáles debían ser las situaciones y los diversos

aspectos que debían motivar las diferentes experiencias de nuestra

vida.

Las religiones enseñan a “darse golpes de pecho” y a “confesar

ante Dios los pecados”. Pero, rezar miles de veces no hace a la

persona más santa, ni se le perdonan los pecados, pues no existiría

la justicia divina si sólo con rezar, arrepentirse o “ser perdonado”

por otro mortal se limpiaran las culpas. Rezar tampoco nos hace

más conscientes ni más bondadosos. El Señor Jesús perdonaba los

pecados (pues tenía ese poder), pero con una condición: Has sido

sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.

Jn.5,14. Las enseñanzas del Señor Jesús están muy lejos aún de la

humanidad corriente. Han de pasar muchos siglos antes de que

Egos espirituales, sensibles, místicos, verdaderamente cristianos,

puedan encarnar en la faz del planeta, pero tenemos ese ideal y

debemos mantenerlo.

 
 


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