... más allá de los mares últimos, de las tierras y luces últimas,
estabas tú;
… entré en mi corazón como en un fuego
y rosas vivas salieron a mi encuentro cuando dije que Elaí era tu nombre,
mi fe y razón, mi última, mi excelsa gloria;
llevaba por divisa mis fuerzas y triunfos, mis lábaros y lanzas, mis tambores,
el óleo terrenal,
el ser y el mando,
la estirpe;
… y nada fue;
… en atrios de silencio, bajo luz purísima, del otro lado de la sangre vive Amor;
aquí, aquí está mi Camelot, mi Excalibur, y también mi patria y reina,
mi sueño,
mi Elaí;
… por tanto y extramuros aún, peregrino en el pecho,
caído y pobre, solo estoy;
¡ ah, rosas vivas…! a la que es mi alma,
¿ podréis decirle que Ebor ha muerto y Ebor está llamando, podréis ?
Orión