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ELSA GLOVER: El Camino hacia la Verdadera Comunidad
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 26/06/2011 16:13

 

 

El Camino hacia la Verdadera

Comunidad

por Elsa M. Glover

¿No creen que sería muy deseable que, cuando la gente se reuniese

a trabajar o vivir juntos, pudieran constituir verdaderas comunidades,

es decir, grupos en los cuales " si un miembro sufre, todos sufren, si

un miembro es honrado, todos se regocijan " (I Corintios 12:26),

grupos en los cuales la gente ama a sus vecinos como a sí mismos y se

sirven mutuamente? ¿Por qué será que los intentos de formar

comunidades a veces fallan y otras veces tienen éxito? El autor persa,

Saadi, escribió: "¡Me temo que no llegarás a la Meca, oh nómada Por

que el camino que estás transitando lleva al Turkestán!" Si un grupo

de personas quiere establecer una verdadera comunidad, debe viajar

por un camino que conduzca en esa dirección. Para descubrir tal

camino es preciso empezar por examinar una verdadera comunidad y

luego retroceder por el camino paso a paso para ver de donde viene.

Entonces, quizás, seremos capaces de descubrir tal camino y viajar por

él siempre que lo deseemos.

Una verdadera comunidad es aquélla en la cual las personas se

aman unas a otras. Pero, ¿que es el amor? Es algo más que sonreír el

uno al otro, algo más que aplaudirse mutuamente o que ser corteses

recíprocamente. Según el dr. Scott Peck, el amor es "la voluntad de

extender el propio ser con el propósito, propio y ajeno, de crecer

espiritualmente". Se incluye el "propio" debido a que sólo en la

medida que en que uno nutre su propio crecimiento espiritual puede

ayudar a producir el crecimiento de los demás.

Pero, ¿qué nos puede inclinar a buscar, no sólo el crecimiento

espiritual propio, sino el de los demás?. La respuesta es compasión.

Cuando entendamos los problemas de los otros y sintamos como

propios sus dolores, sus heridas y sus frustraciones, estaremos

motivados para ayudar a todos a crecer espiritualmente para que

puedan superar los problemas. Pero, qué es lo que hace que podamos

entender al otro y sentir compasión por los demás? Si fuéramos

clarividentes, todo lo que tendríamos que hacer sería armonizar

nuestras mentes con las del otro e, instantáneamente, sabríamos cuáles

eran sus sentimientos, sus pensamientos y sus esperanzas. Pero, como

no somos tan clarividentes como para saber qué está pasando en el

interior de los demás, hemos de acudir al método más terrenal de

hablar con ellos y escucharlos.

No toda conversación conduce al entendimiento y a la simpatía

mutua. Muchas palabras no dicen nada acerca de los sentimientos,

pensamientos y palabras de quien las emite. De hecho, mucha gente

hace grandes esfuerzos por ocultar sus verdaderos sentimientos,

pensamientos y esperanzas. ¿Porqué? Porque tienen miedo. Porque

temen no caer bien, o no ser aceptados o que no se les respete si

revelan su verdad interior. Además, pueden sentir que los demás tratan

de forzarles a cambiar su verdadera naturaleza, que ellos mismos no

desean cambiar.

¿Qué puede guiar a las personas para que abandonen sus miedos

y puedan comunicarse abiertamente unos con otros?. ¿Qué es lo que

puede hacer que se sientan seguras? Para sentir seguridad, primero,

debe cada uno comprometerse a si mismo a aceptar y a respetar

incondicionalmente al otro. Es decir, brindarle aceptación y respeto

sin importar lo que el otro diga o haga, aunque proceda

ignorantemente. Esto significa, además, que nadie será amenazado

con verse excluido del grupo, sin importar lo que haga o diga. Nadie

tratará de controlar a otro ni, menos, de ridiculizarlo ni tratarlo

agriamente. En lugar de esto, se le brindará toda la gentileza posible.

En este punto el lector puede estar diciendo, "esto suena muy

idealista. Y si dejamos de controlar a los demás con hostilidad, o

ridiculizándolo o amenazando con excluirlo, ¿como entonces

enfrentaremos el mal? ¿Quiere usted decir que respetemos el mal?"

Max Heindel afirma que " Sólo hay un pecado, la ignorancia; y sólo

un camino de salvación, el conocimiento aplicado." La gente hace el

mal porque es ignorante. Las palabras y actos nocivos son producto de

la ignorancia de los sentimientos de las víctimas y de la ley cósmica

que establece que, con el tiempo, la gente cosecha el sufrimiento que

ha infligido a los demás. Las acciones tontas son producto de la

ignorancia de las consecuencias. Cuando al pecado se le confronta

hostilmente con ridiculización y amenazas de expulsión, que pasa?

Generalmente, el pecado se vuelve subterráneo y se esconde. Pero no

se elimina, debido a que no se aclaró la ignorancia.

Una forma más exitosa de tratar con el pecado consiste en entrar

amablemente en contacto con la luz del conocimiento. No podemos

conquistar la oscuridad con más oscuridad; solo podemos conquistarla

con la luz. Con respecto al tema de brindar respeto incondicional a los

demás, aunque hagan el mal o lo que parece serlo, todos tenemos una

esencia divina oculta. Por tanto, todos son dignos de nuestro respeto.

Pero el hecho de respetar la divinidad interior, no quiere decir que

tengamos que estar de acuerdo con lo que los demás hagan. Si una

profesora en la escuela oye que un chico dice "Dos más dos son

cinco", no dejará de respetar al niño ni dejará de depositar en él

esperanzas de futuro. Simplemente, tratará amablemente de mostrarle

al niño su error, y esperará que la siguiente vez haga bien la suma.

"No hay santo sin pasado; ni pecador sin futuro."

Tan pronto como una persona se siente lo suficientemente segura

para dejar de ocultarse y hablar abiertamente, aún falta escucharla para

completar el proceso de la comunicación. Escuchar bien implica no

sólo poner atención a lo que el otro dice , sino mantener la mente

abierta a nuevas ideas y puntos de vista. El dr. Scott Peck afirma:

"hasta que no expulsemos toda expectativa y dejemos de "procesar" a

los demás según un molde preconcebido, no podremos ni escuchar ni

oír ni experimentar" Cuando escuchamos, debemos proveer un

espacio en blanco en nuestra mente, en el que colocar lo que oímos,

para que nuestros propios pensamientos no distorsionen lo que oímos,

y podamos distinguir los pensamientos del otro, de los nuestros.

Si el tipo de amor necesario para que se dé una verdadera

comunidad involucra "la voluntad de extender el propio ser con el fin

de alimentar el propio crecimiento espiritual y el de los demás", está

implicada la fuerza de la voluntad. Y ésta debe venir de dentro. Cada

miembro de la comunidad debe ser un participante voluntario,

comprometido, por su propia elección, con la comunidad.

Entonces, el camino a la verdadera comunidad puede sintetizarse

así: Un grupo de personas que, voluntariamente, se comprometen a si

mismas a no tratar de ejercer control del sobre los demás con

hostilidad, ridiculizándolos o amenazando con excluirlos, sino

prestándoles aceptación y respeto incondicional. Sólo así, los

miembros del grupo se sentirán seguros y podrán hablar abierta y

honestamente. En la medida en que se abandone todo tipo de

expectativas respecto de lo que los demás deberían decir, se

comenzará a escuchar a los demás, y empezará a brotar la simpatía.

Entonces, con el tiempo, la herida de uno se convierte en la herida de

todos, y la alegría de uno se convierte en la de todos y así se habrá

conseguido la verdadera comunidad.

Formar una verdadera comunidad implica compromiso, trabajo

duro y tiempo. El camino puede ser largo y escarpado. Pero, si el

grupo, como un todo, y cada miembro individual continuamente, se

examina en su relación con el ideal, el camino podrá ser transitado y la

verdadera comunidad será, al fin, lograda.

* * *

 

 

 

 

 
 


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