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CORINNE H.: EL CRISTO MÍSTICO
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 15/12/2011 10:45

 

Celine Dion - O Come All Ye Faithful

 

 

EL CRISTO MÍSTICO

Que Cristo se forme en vosotros.

Cristo en vosotros, la esperanza es de gloria.

(San Pablo)

Jesús, el Avatar sirio... dijo a Sus seguidores cómo y qué debían hacer para

seguir Su camino, de modo que pudiesen llegar a ser como Él era; Él que estaba tan

lejos como la sabiduría y el poder; pues en el corazón de cada ser humano hay una

divinidad, su propio dios interno, que los cristianos, en un cambio místico de

mentalidad, llaman el Cristo inmanente.

Nuestras doctrinas nos hablan de una larga línea de tales Maestros, cada uno

de los cuales se hizo uno con su divinidad interna, con el dios interior, el Cristo

inmanente, el Buda íntimo; y, habiéndose aunado así con su divinidad interna,

alcanzaron todo el conocimiento necesario, porque ellos lo veían y por ello podían

enseñar la verdad.

(Dr. G. de Purucker en La Historia de Jesús)

El espíritu de Dios cae sobre mí, como la gota de rocío sobre una rosa,

Pero si yo, como la rosa, le abro mi corazón;

El alma en la que Dios habita, - ¿qué templo sería más santo? -

Se convierte en un habitáculo ambulante de celeste majestad.

En toda la eternidad no podría haber un tono más dulce,

Que el batir del corazón humano al unísono con Dios.

¡Detente!. ¿Hacia dónde corres?. Sabe que el cielo está en ti;

Busca a Dios en cualquier otra parte y nunca verás Su rostro.

¡Mira! En la noche callada le ha nacido un niño a Dios,

Y ha sido vuelto al revés todo lo que estuvo perdido.

Si tu alma pudiese, pues, transformarse en una noche callada,

Dios nacería en ti y todo volvería a ser perfecto.

Aunque Cristo naciese mil veces en Belén

Y no dentro de ti mismo, tu alma estaría perdida.

En vano miras la cruz del Gólgota

Si no se levanta también en ti mismo.

(Ángel Silesio)

El misterio de Cristo es cuádruple. En primer lugar, está el Cristo en el Sol, que ha

sido el Señor y Director de todas las grandes religiones de la Tierra. En segundo

término, está el Cristo que encarnó en la Tierra en el momento del Bautismo de Jesús

y que, en el culminante día de Su sacrificio en el Gólgota, se convirtió en su espíritu

planetario interno. Luego está el Cristo que ha de nacer dentro de cada hombre. Y,

por fin, está el Cristo Histórico. Y fue a este cuádruple Misterio Crístico al que se

refería Pablo al decir: "Mirad, que os muestro un misterio".

Este misterio cuádruple está bajo la guía de la Santísima Trinidad. El Cristo en

el Sol está bajo la guía del Señor Dios (el Padre). El Cristo que se encarnó en el

Bautismo está bajo la dirección del Hijo, el Cristo Cósmico. El Cristo que ha de

nacer en el hombre está bajo la guía del Espíritu Santo. El Espíritu Santo ha sido

siempre el gran misterio de la Trinidad. La Humanidad de la Nueva Edad irá

incrementando sus conocimientos sobre la extensión de Su naturaleza y Su trabajo.

La próxima etapa importante en la evolución humana es el nacimiento de

Cristo en el hombre. El trabajo encaminado a ese nacimiento está causando muchas

desarmonías, intranquilidades y desórdenes. Ningún hombre puede ser pionero de la

nueva raza hasta que Cristo haya nacido dentro de él mismo. La llamada lanzada por

el Espíritu Santo a todos los que ya están preparados y deseando escucharla es para

la completa dedicación al servicio del Señor Cristo. Esa es la misión del Espíritu

Santo relativa a los cristianos de la nueva raza y que hizo declarar al Señor: "Si yo no

me voy, el Confortador no vendrá a vosotros; pero si yo me voy, yo os lo enviaré... y

Él os mostrará las cosas por venir".

Desde el momento en que el Espíritu Santo activó el principio crístico en el

interior de los Discípulos, ellos pensaron sólo pensamientos crísticos, hablaron sólo

palabras crísticas e hicieron sólo obras crísticas. Aquellos hombres que habían sido

tímidos y cobardes, se hicieron valientes. Tomás ya no dudó; Pedro ya no temió;

Juan dejó de permanecer alejado y, ni las persecuciones, ni las cárceles, ni siquiera la

muerte, pudieron disuadirlos. Su único objetivo en la vida fue servir al Señor Cristo

y seguir Sus caminos.

Un día, cuando Pedro y Juan se retiraron al templo a orar, en la "puerta

Hermosa", llegaron junto a un hombre lisiado de nacimiento. Pedro le dijo: "Oro y

plata no tengo; pero lo que tengo, te lo doy". Inmediatamente las fuerzas volvieron a

los tobillos y pies de aquel hombre y, levantándose, entró con ellos en el templo con

grandes muestras de alegría. Pedro y Juan recordaron las palabras de Cristo durante

Sus últimos días junto a ellos, cuando dijo del Espíritu Santo:" Él manifestará mi

gloria porque tomará de lo mío y os lo mostrará". (Juan 16:14).

La gloria del Cristo despertado en su interior brillaba alrededor de sus cabezas

como un halo de luz dorada. En el elevado estado de conciencia que alcanzaron no

había diferencias ni desarmonías, porque habitaban en la realización de la unidad

eterna. Por eso entendían todo los idiomas y podían hablar en todas las lenguas.

Comprendían igualmente el profundo significado de las palabras que Cristo les había

dirigido: "Cuando venga Él, el Espíritu de la Verdad, os irá guiando en la verdad

toda". (Juan 16:13). Los discípulos se habían convertido, literalmente, en

superhombres u hombres-dioses.

Tal es el significado del místico Cristo Interno, ese elevado nivel percibido por

San Pablo cuando escribió a los Gálatas (4:20): "Hijos míos, otra vez me causáis

dolores de parto, hasta que Cristo tome forma en vosotros". Este Cristo Místico es la

divinidad que está latente en cada ser humano. El Verbo, el Cristo Cósmico, se hizo

carne y habita dentro de toda la creación. Esta realización de la unidad de toda la

vida da nuevo significado a la Paternidad de Dios y a la hermandad de los hombres.

El conocido escritor y poeta americano Henry van Dyke expresó con estas hermosas

líneas la inmanencia de la realidad Crística:

Nunca más tendrás que buscarme.

Estoy contigo para siempre;

Levanta la piedra y me encontrarás,

Hiende la madera y yo estaré allí.

Esta inmanencia de Cristo será la enseñanza fundamental de la Nueva Edad.

Es significativo llamar la atención sobre el hecho de que las iglesias liberales y los

grupos universales que buscan la verdad, basados en la Nueva Edad, resaltan sobre

cualquier otra cosa el despertar del principio crístico dentro de cada individuo. Pero,

¿cómo se puede esto llevar a cabo?.

La perfección del cuerpo físico está basada en la supervivencia del más apto.

El crecimiento del cuerpo-alma está basado en la ley del sacrificio. En tiempos

pasados, al hombre se le enseñó a sacrificar sus posesiones materiales. Existen

instrucción tras instrucción en el Antiguo Testamento para que entregasen los

primogénitos de sus rebaños y los colocasen en el altar de los sacrificios. Aún hoy,

muchas iglesias imponen a sus seguidores la ley del diezmo. Sin embargo, los

místicos cristianos comprenden que esa ley ha de abandonarse; ellos han de aprender

a colocarse ellos mismos sobre el altar como ofrenda sacrificial.

El despertar del Cristo interno, como todos los procesos de nacimiento, es

lento y gradual. Primero, el aspirante ha de hacer su dedicación al ideal de Cristo. Si

es serio y sincero en esta dedicación, se encontrará a sí mismo adquiriendo mayor

sintonía con ese ideal. Le resultará más fácil pensar pensamientos crísticos y

pronunciar palabras y realizar actos a tenor de una vida crística. Será consciente de

una sensación de bienestar que no había sentido nunca; la misma sensación que

alcanzaron los primeros cristianos, incluso en las oscuras catacumbas y

enfrentándose a la persecución y a la muerte. Por otra parte, el despertar del Cristo

Interno tiene compensaciones que ninguna condición o circunstancia humana puede

destruir. Ni pueden ser desequilibrados, quienes lo experimentan, por posesiones

materiales.

 

 

 
 



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