LA NATURALEZA DE LA FRATERNIDAD ROSACRUZ por Luis Blanco Este escrito nace de la inquietud por profundizar en la búsqueda de la Verdad, y del deseo de mantener la Fraternidad Rosacruz que Max Heindel fundó hace casi un siglo como una herramienta flexible y útil a los propósitos para los que fue creada. Diseminar las Enseñanzas y curar al enfermo son los dos objetivos de la misma, abiertamente expresados desde el principio. Deseo aclarar que cualquier afirmación sobre la filosofía rosacruz en este escrito es fruto exclusivo de mi personal comprensión de la misma, y no pretende ser equivalente a la propia filosofía rosacruz (que excede con mucho a mi capacidad de comprensión intelectual), ni verdad asentada u ortodoxia que excluya a otras verdades. Ruego al lector(a) tome mis palabras como reflexiones en voz alta, reflexiones que desean ser compartidas y salir así del círculo del “yo” al mucho más fecundo círculo del “nosotros”. No resulta fácil despachar en unas pocas palabras la naturaleza de esta Asociación Internacional de Cristianos Místicos, como tampoco resulta sencillo reducir a unas pocas frases la filosofía que la inspira, ni las experiencias colectivas de este primer siglo de historia que en unos meses dará paso al segundo. Por este motivo, las referencias a nuestra naturaleza quedaron plasmadas en diferentes lugares de la literatura rosacruz. Encontramos en dichos pasajes que la Fraternidad Rosacruz se concibió como una Escuela Preparatoria de la Orden Rosacruz. En otros pasajes, se la define como Escuela de Pensamiento. El contenido de este mensaje recibe indistintamente la denominación de filosofía y de enseñanzas, reflejo de la transmisión esotérica del mensaje y de su apelación enérgica a la razón, a la experimentación y a la responsabilidad individual; en definitiva, al Yo Superior de cada individuo. Inicialmente, se concibió un movimiento con las menores normas y el mayor grado de libertad de los miembros. Posteriormente, sin renegar de lo anterior, se hizo necesario disponer de una Sede para organizar el trabajo de la manera más eficiente, así como constituir la Asociación bajo las leyes del país, es este caso el Estado de California, EEUU. Para muchos de nosotros, con estos antecedentes de sobra conocidos por cualquier estudiante de la filosofía rosacruz, resultó chocante leer en algún momento la expresión “Iglesia no sectaria”, con la que legalmente nos denominamos como asociación. Todos nos vemos reflejados en el aspecto no sectario, mas ¿cómo es que nos denominamos Iglesia? En vano he buscado esta definición en los libros de la Fraternidad. Nos sentimos en armonía con el propósito último de las iglesias, y compartimos un número de aspectos con ellas, referentes al desarrollo de la naturaleza devocional, por ejemplo. El espíritu de pugna o descalificación de las mismas no tiene cabida en el ideario rosacruz. Muchos miembros de la Fraternidad participan activamente en diferentes iglesias cristianas. Aún así, lo que Max Heindel presentó es diferente de lo que ordinariamente se entiende por Iglesia, y va más allá. Un poco de historia nos ayudará a esclarecer la situación. Dicha denominación proviene de la necesidad de quedar constituidos y amparados por las leyes de California, Estado donde la Fraternidad se incorporó como asociación legalmente constituida. Las normas del registro civil de asociaciones y de las entidades sin ánimo de lucro (y, por tanto, exentas de la mayor parte de los impuestos), llevaron a inscribir la asociación bajo esta denominación de “Iglesia no sectaria”. En consecuencia, el Estado requirió el nombramiento de al menos un ministro o ministra, para confirmar la normalidad de este status eclesiástico. Hace varias décadas que la Fraternidad cumple con este requerimiento. Así fue como, en forma ajena, en mi opinión, al desarrollo filosófico de las ideas que nos inspiran, nos vimos colectivamente asociados al atributo de entidad religiosa. Ahora bien, ¿hasta qué punto ha calado en nosotros esta denominación, y sus muchas implicaciones, tanto conceptuales como de vivencia de la filosofía? ¿Encontraremos en nuestra retrospección algo que enmendar referente a las formas de ser y de expresarse, diferentes aunque legítimas ambas, que tienen las Iglesias y las Escuelas preparatorias de las verdaderas Escuelas de Misterios? Por mi parte, he intentado plasmar algunas de ambas diferencias en un cuadro comparativo, para mayor claridad de la exposición. Sin duda alguna que el tema es mucho más complejo de lo que dicho cuadro expresa. Las Iglesias cristianas, en general, no son idénticas, ni en sus planteamientos ni en su evolución histórica. Aún así, el cuadro comparativo siguiente puede estimular sobradamente la meditación sobre nuestro lugar personal y colectivo en el mundo. Ha sido escrito con este fin.

Tras la lectura de este esquema, me gustaría invitar a los lectores a

reflexionar en qué medida nos hemos mantenido en la Escuela Preparatoria,

o en qué medida hemos caído en unos esquemas propios de una Iglesia

exotérica, no me cansaré de repetir que legítimos y coherentes en ellas,

pero inadecuados en una asociación como la Fraternidad Rosacruz. Esta

reflexión, en un mundo de arquitectura dual, obligadamente presenta dos

vertientes; una de ellas es individual, referente a cómo vivimos nuestra

relación con la filosofía y nuestra actividad como miembros individuales de

la Fraternidad. La otra vertiente es colectiva, y se refiere a la vida de la

asociación, a su funcionamiento como grupo. Este tema en verdad nos