"El hombre llega a su plenitud cuando tiene tanto movimiento horizontal como vertical. Cuando solo hay movimiento horizontal, el hombre está condicionado por la vida material. Por tanto, el movimiento horizontal debe estar siempre sostenido por el movimiento vertical. Para un hombre, el movimiento vertical va desde las emociones al plano mental, del plano mental al mental claro y limpio, y del mental claro y limpio al supramental, al que se llama plano búddhico, y luego hasta el plano átmico, que es nuestra morada original.
Los movimientos verticales y horizontales deben sucederse alternativamente, de lo contrario el hombre permanece atorado. Esta es la razón por la que, de vez en cuando, nos reunimos para hacer un análisis de los movimientos horizontales que tenemos en la objetividad y también analizar hasta qué punto somos capaces de movernos verticalmente y hasta dónde somos capaces de llegar escalando la cima. En la cima de nuestra personalidad se encuentra el alma. ¿Hasta qué punto somos capaces de tocar aquello que somos originariamente?
Lo que nos da el impulso desde dentro es el vivo deseo del alma y, como consecuencia, nos reunimos de vez en cuando, sin importarnos dinero o fronteras y a pesar de ciertos inconvenientes. Todos nos sentimos cómodos en nuestra propia casa. Entonces, ¿por qué viajamos, por qué aceptamos ciertos inconvenientes y gastamos cierto dinero y energía? Es el impulso del alma que trae a la personalidad al altar de la sabiduría.
Por lo tanto, somos reunidos aquí. Siempre digo que “somos reunidos”, nunca digo “nos hemos reunido”. Se nos reúne debido al impulso del alma. El alma trae a las personalidades a una clase de sabiduría o a una práctica de sabiduría. Si la personalidad es demasiado fuerte y no escucha al alma, entonces no podemos venir. Por esta razón, cada acto de buena voluntad, cada acto de sabiduría se considera como un acto del alma, la cual prevalece sobre la personalidad. Si el alma prevalece sobre la personalidad en todo momento, entonces la mayoría del trabajo está hecho. Pero, mayormente, ocurre lo contrario. La personalidad, como un monstruo, aprisiona, encarcela al alma. El trabajo completo de “la Escalera de Oro” es el de introducirse en los reinos del alma, cuyo otro nombre es “el Templo de la Sabiduría”. (Tomado de la "Escalera de Oro" - K. Parvathi Kumar)
|