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CORINNE H.: LOS CATORCE PELDAÑOS DEL DESARROLLO INICIÁTICO
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 20/12/2012 18:59
 

LOS CATORCE PELDAÑOS DEL DESARROLLO INICIÁTICO

En cada cuerpo-templo humano existen dos corrientes de fuerza magnética: La
primera, de potencia masculina o positiva; y la segunda, negativa o femenina. A
veces, se las cita como los dos polos del cuerpo. En lenguaje místico se habla de
ellas como de los elementos Fuego y Agua, y se las representa por dos columnas, una
coronada por el Sol y otra por la Luna. En la mayoría de las personas, esas dos
corrientes no funcionan de un modo armonioso; hay un desequilibrio que da lugar a
distorsiones y desajustes en el cuerpo. El cometido del sendero iniciático consiste en
llevar esas dos corrientes a correlacionarse armoniosamente. Las varias etapas de ese
sendero se hallan representadas por los acontecimientos más importantes de la vida
del Supremo Iniciador del Camino, el propio Cristo.

 

LA ANUNCIACIÓN 

La potencia negativa o femenina está centrada en el corazón, sede de la
intuición; la positiva o masculina, en la cabeza, sede del intelecto. La iluminación
conseguida con el Grado de Anunciación proporciona la facultad para ver el cuerpo
perfecto que resultará del equilibrio total y armonioso entre las fuerzas masculina y
femenina. Hasta que ello se consiga, el hombre no materializará un cuerpo ajustado
al divino arquetipo, que existe eternamente en los cielos. Es la visión de ese glorioso
cuerpo-templo, construido a imagen y semejanza de Dios, la que da la nota-clave
espiritual de este logro: "Hágase en mí según Tu palabra".

 

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Lo mismo que el Grado de la Anunciación proporciona una visión gloriosa, el
Grado de la Inmaculada Concepción imprime esa visión en el cuerpo. La vibración
de cada átomo se eleva, como consecuencia de la nueva oleada de poder espiritual.
El organismo entero es elevado hasta una mayor armonía con el arquetipo. El
cuerpo-templo es literalmente renovado, y se convierte en un habitáculo más santo
para el espíritu, en el que vivir y trabajar. La nota-clave espiritual de este Grado está
contenida en las proféticas palabras de María: "Todas las generaciones me llamarán
bienaventurada".

EL SAGRADO NACIMIENTO

 En este Grado, una nueva luz arde en el corazón y una nueva radiación emana

de la mente. Coros de angélicos ministrantes, junto con el Gran Uno Compasivo, en
los planos internos, desde los que están continuamente escudriñando el mundo en
busca de la aparición de esta nueva luz en el interior del corazón y de la mente de un
hombre, saludan el descubrimiento con cantos celestiales llenos de gozo. Aquéllos
entre los hombres que dan lugar al nacimiento de esa nueva luz, comienzan a estar
bajo la más próxima y tierna guía de los seres espirituales. Como consecuencia de
este desarrollo y su expresión, la vida cobra nuevos y más profundos significados.
María simboliza la corriente femenina, que tiene su asiento en el corazón; y José
representa la corriente masculina, que tiene su sede en la cabeza. En cualquier plano
en que estas dos corrientes de fuerza se unan armoniosamente, se manifiesta un
nuevo elemento. Este tercer elemento constituye un nacimiento sagrado o el
despertar de un nuevo poder, el poder de la voluntad. Este poder de la voluntad
creadora espiritualizado es la mágica Piedra Blanca ya que, mediante su posterior
desarrollo, el hombre se convierte en un Superhombre, un hijo o una hija del Rey. En
el momento de este nacimiento, ángeles ministrantes rodean la Tierra cantando:
"Gloria a Dios en las alturas y, en la tierra, paz y buena voluntad hacia los hombres".
Esto es, paz en el cuerpo-templo del hombre, y buena voluntad porque ha podido
llegar a conocer verdaderamente esa grande y gozosa fraternidad entre ángeles y
hombres, que sobrepasa toda comprensión. Cuando esto lo hayan alcanzado todos los
hombres, el amor, la bondad y la armonía reinarán supremos sobre la Tierra.

LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO

Un templo es un lugar de dedicación. Y es el lugar adonde el aspirante, que
pretende recorrer el Sendero de la Santidad, acude a meditar y a orar. Tales hombres
deben necesariamente vivir de acuerdo con unas normas y disciplinas, observándolas
muchísimo más exactamente que quienes aún se sienten satisfechos con el mundo,
tal cual es. Los pensamientos han de ser cuidadosos, para no admitir influencias
negativas o destructivas. Las palabras hay que vigilarlas, con el fin de no herir nunca
con ellas. Las acciones han de valorarse por su capacidad de ayuda y de
constructividad positiva. Tal control sobre los pensamientos, las palabras y los actos
no pueden mantenerse con éxito sino tras largos períodos de estricta disciplina y de
mucha oración y meditación. El aspirante se ha de retirar con frecuencia a un lugar
de dedicación para renovar su propósito y restaurar su fortaleza interna. Si sus
esfuerzos son serios y sinceros, con toda seguridad, llegará el día en que recibirá,
como recibió el Niño Jesús, la bendición del Sumo Sacerdote y la Suma Sacerdotisa
(las fuerzas masculina y femenina) y sobre él se proyectará un nuevo nombre para el
alma, que le armonizará con sus propios poderes internos, y lo proveerá de la clave
mágica para invocar la guía y protección de los que están en lo alto.

 
 
 
 





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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: JOANSIN Enviado: 22/12/2012 07:14
 

LOS CATORCE PELDAÑOS DEL DESARROLLO INICIÁTICO...(yII)

 LA HUÍDA A EGIPTO Y EL RETORNO
 Durante las primeras etapas del desarrollo espiritual, el aspirante
experimentará, frecuentemente, "huidas a Egipto" o deslizamientos hacia las
tinieblas. La vida interior quedará temporalmente velada. Sentirá que ha quedado sin
guía espiritual. Ello le producirá un sentimiento de desesperanzada soledad y
abandono, desde los que clamará su espíritu, lleno de agonía, como hizo el salmista
en el mismo estadio de su evolución. Pero, si persiste en sus esfuerzos por
reconquistar la luz, volverá a poner el pie en el Sendero, como hizo la Sagrada
Familia que, aunque huyó a Egipto, país simbólico de las tinieblas, regresó llena de
gracia, acompañada por los hosannas de los coros angélicos. Se trata de un punto
difícil en el Sendero. Muchos caen aquí y retroceden hacia los atractivos del mundo.
El místico rosacruz Max Heindel nos dio la siguiente alentadora admonición: "El
único fracaso consiste en no seguir intentando". Esta verdad es tan importante como
la afirmación bíblica de que "el viento es templado para la oveja esquilada".
 
LA ENSEÑANZA EN EL TEMPLO
La Humanidad está dividida en dos clases: La que sigue el sendero del corazón
y la que sigue el camino de la cabeza. Los aspirantes más centrados en el corazón
son vapuleados más fácilmente por sus emociones. Salvo que esté equilibrada y
asegurada por los poderes de la mente, su casa estará, literalmente, construida sobre
arena, y la destruirán los vientos y las mareas. Los predominantemente mentales, con
sus poderes centrados en la razón, construyen sus casas sobre roca, pero también en
este caso estarán sujetas a la destrucción por obra de los vientos huracanados.
Mediante las Enseñanzas del Templo, el aspirante aprende a combinar los poderes de
la mente y del corazón, la razón y la intuición, lo masculino y lo femenino, de su
propio interior. Cuando esto se ha logrado, la emoción cobra alas con la razón, y la
mente queda iluminada por la luz del espíritu. Con ello se llega a un grado mayor de
perfección, a un nuevo poder, recién encontrado, y a una expansión de conciencia
que, desde ese momento, conduce a la consagración de la vida entera al servicio del
reino de Dios en la Tierra. Cualquier otro interés que pudiera introducirse
temporalmente, recibirá la misma respuesta que el Niño Jesús dio cuando sus padres
lo encontraron en el Templo, enseñando a sus mayores, los sacerdotes: "¿No sabíais
que he de ocuparme de las cosas de mi Padre?".
 
 EL BAUTISMO
El Bautismo era una fórmula de iniciación y constituía el acontecimiento más
ilustre de la Semana Sagrada. La Virgen Santa y los demás discípulos femeninos
eran siempre participantes importantes en este rito sagrado. Para los que eran dignos
de participar en este ceremonial, los cielos se abrían a su visión embelesada, y eran
muchas las actividades trascendentes que se les hacían visibles y audibles.
En todos los antiguos Misterios, el rito del Bautismo era simbólico de
"conducir a la visión". Es en este momento cuando el candidato desarrolla un mayor
grado de equilibrio entre las fuerzas masculina y femenina de su cuerpo-templo; los
principios de María y José son conducidos a una más armoniosa interacción. El
aspirante adquiere entonces la capacidad de pensar con su corazón y de amar con su
mente. Es necesario que este desarrollo tenga lugar en este tiempo especial pues, con
el desarrollo de la visión adquirida, el aspirante es capaz de ver en los planos
internos y contactar con los elevados seres que en ellos habitan. Para funcionar, pues,
sin peligro, cuando se contactan los mundos internos, es imprescindible haber
establecido una relación equilibrada entre las fuerzas positivas y negativas del propio
ser. Para este estadio de la evolución, el consejo de Max Heindel a sus discípulos
era: Que mantuviesen "su cabeza en las estrellas y sus pies en el suelo". Si este
consejo fuese seguido, muchas de las tragedias psíquicas que afligen al aspirante en
este punto del Sendero, se evitarían.
El simbolismo pictórico representando al candidato de pie entre dos columnas,
a las puertas del Templo, unas veces solo y, otras, acompañado de un Maestro, se
refiere a este especial punto del Sendero. Aquí es también donde escuchará la voz
que fue oída por Jesús el día de Su Bautizo, ya que se trata de una bendición del
Templo, impartida a todos los participantes dignos de este sagrado rito: "Éste es mi
amado Hijo, en el cual me complazco".
El Bautismo forma el eslabón que conecta los Misterios del Agua, de la
Navidad, con los Misterios del Fuego, de la Pascua. Aquí hay que buscar el
significado de la afirmación de una antigua leyenda que asegura que, cuando Jesús
descendió al río Jordán, grandes bolas de fuego aparecieron sobre la superficie de las
aguas.
Cuandoquiera que un aspirante experimenta un elevado estado de exaltación,
éste es siempre seguido por una sutil tentación. La tentación, por tanto, generalmente
constituye lo opuesto al Bautismo. Tras el Bautismo de Cristo-Jesús, sublime ocasión
de dedicación y consagración, vino Su tentación en el desierto y, tras la gloria de Su
Transfiguración, vino la agonía de Getsemaní. Esta secuencia ha constituido, en
todas las edades, el Sendero del Discipulado, para que el discípulo comprenda
completamente el poder del discernimiento, o sea, la habilidad para distinguir lo
verdadero de lo falso, lo real de lo irreal.
La caída de los ángeles se relata en la descripción de la Guerra en los Cielos.
La caída de la Humanidad se relata en la versión bíblica de la expulsión de
Adán y Eva del Jardín del Edén.
Los arcángeles, sin embargo, no han "caído" nunca. Aunque poseen cuerpo de
deseos, han transmutado el deseo en poder espiritual y su cuerpo de deseos en un
cuerpo de luz. Era necesario, pues, que el Salvador de ángeles y hombres viniese de
la jerarquía arcangélica. Los espíritus Luciferes lo comprendieron bien y sintieron
gran angustia ante la venida a la Tierra del arcángel Cristo. San Marcos, en su
Evangelio, refiere que el espíritu del mal dijo a Cristo: "Sé quién eres: El consagrado
de Dios". (Marcos 1:24).
Inmediatamente tras Su Bautismo, Cristo se retiró al desierto durante cuarenta
días. Tenía que familiarizarse con el uso de un cuerpo físico y aprender a funcionar
en él, sin que quedara destrozado por las poderosas radiaciones de Su exaltado
espíritu. En ese momento es cuando Lucifer se le aproximó y lo tentó, con la
esperanza de que Su encarnación en un cuerpo físico lo hubiese hecho vulnerable.
La tentación de Lucifer fue triple: Física, mental y espiritual. Le ofreció a
Cristo todos los reinos de la Tierra, probablemente la más sutil de las tentaciones.
Han abandonado el Sendero más personas a causa de la riqueza, la fama, el prestigio
y el poder terrenal, que por ningún otro motivo, como simboliza la parábola de Cristo
sobre el joven rico.
De nuevo Lucifer tentó al Maestro con la promesa de poderes mágicos para
convertir las piedras en pan. Incontables miles de hombres están empleando ahora
sus poderes mentales para atraer hacia ellos posesiones terrenales, todos sin pensar o
indiferentes al hecho de que, obrando así, se colocan, cada vez más, bajo la
influencia de Lucifer.
Finalmente, Lucifer transportó a Cristo hasta el pináculo del Templo y le
ordenó arrojarse desde él, tras haber ordenado a los ángeles que le protegiesen.
Cuando uno comienza a despertar los poderes internos inherentes al espíritu, son
muchas y muy sutiles las tentaciones para utilizar esos poderes en beneficio propio.
Pero Cristo declaró: "Yo no puedo hacer nada por mi" (Juan 5:30). En el iluminado
manual del discipulado de Mabel Collins, titulado "Luz en el Sendero", se
recomienda a los aspirantes matar toda ambición personal, pero trabajar como los
que son ambiciosos. Verdaderamente "Estrecha es la puerta y angosto el camino... y
hay pocos que los encuentren" (Mateo 7:14). El completo despego personal es la
nota-clave del verdadero Sendero del Discipulado.

 
 
 
 



 
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