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MEMORIAS DE MAX HEINDEL Y LA F.ROSACRUZ: Memorias de M. H. y la Fraternidad Rosacruz(FIN DE LA ª PARTE)
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 09/02/2013 11:27

 

  

 

 
 
 
 

Tchaikovsky: Swan Lake - The Kirov Ballet

 
 

  
CAPITULO 1
 
MAX HEINDEL – LA ORDEN ROSACRUZ Y
LA FRATERNIDAD ROSACRUZ...(Fin de la 1ªParte)

Sus repetidos intentos de

escapar a su hogar celestial son frustrados por la ley de la periodicidad, pues cuando el

espíritu se ha liberado por medio de la muerte, es impelido a renacer cuando el ciclo ha

concluido”. “El fraude, el engaño y la ilusión, no pueden perdurar por siempre, así apareció

el Redentor para limpiar la sangre llena de pasión, para predicar la verdad que nos hará

libres de este cuerpo de muerte, para inaugurar la inmaculada concepción a lo largo de

líneas indicadoras de las ciencias eugénicas, para profesar la nueva era, el nuevo cielo y

una nueva tierra, de la cuál El, la verdadera Luz, es el Genio, una era en la que prevalecerá

el amor y la rectitud que tan desesperadamente esta buscando el mundo entero”. “Todo esto

y el modo de obtenerlo están simbolizados en la rosa cruz ante nosotros”. “La rosa, en la

que la savia de la vida duerme en invierno y se activa en verano, ilustra claramente el efecto

de la ley de ciclos alternativos. El color de la flor, su órgano regenerativo, se asemeja a

nuestra sangre, aunque la savia que contiene la flor es pura y su semilla se genera en una

manera inmaculada, libre de toda pasión”. “Cuando nos atengamos a la pureza de vida

simbolizada aquí, nos habremos liberado de la cruz de la materia, y las etéreas condiciones

del milenio habrán llegado. Es el propósito de La Fraternidad Rosacruz el de apurar ese tan

dichoso día en el que la pena, el dolor, el pecado y la muerte habrán cesado y habremos

sido redimidos de las ilusorias e intricadas ataduras de la materia, despertando a la suprema

verdad de la realidad del espíritu. Que Dios apure y haga prósperos nuestros esfuerzos. “El

clima era ideal como usualmente lo es en el sur de California y luego de los servicios, los

cinco hombres y las cuatro mujeres volvieron a la pequeña granja en Oceanside, a lo que

era la residencia de los Sr. y Sra. Heindel, con las dos señoras que ayudaron durante la

construcción del primer edificio. Aquí se sirvió luego un frugal almuerzo tras lo cual los

visitantes retornaron a sus respectivos hogares dejando a las cuatro cansadas pero

esperanzadas almas, libradas a un descanso nocturno y a una batalla contra los mosquitos y

ratones. En la mañana siguiente, brillante y muy temprano, Max Heindel reunió a los

carpinteros y pidió al hombre baqueano que lo llevara a las tierras, distante una milla y

media, en donde el trabajo de la construcción debía iniciarse. Al día siguiente apareció el

primer miembro de La Fraternidad ofreciendo sus servicios en la construcción. Rollo

Smith, quién había estado en la lista de curación durante unos meses por un problema de

pulmones, ahora se ofrecía a ayudar en el trabajo de construcción, y una habitación fue

alquilada para él en el vecindario. Así Max Heindel y Rollo Smith se mantenían ocupados

todo el día en las tierras de la Sede Central, mientras las tres señoras permanecían en la

granja trabajando contra reloj hasta el límite, con objeto de responder las muchas cartas y

los pedidos de libros. Sumado a la pesada carga, durante este tiempo en particular, los

conocimientos de embarque fueron remitidos desde Ocean Park donde la primera edición

de “Los Misterios Rosacruces” y la segunda edición del “Concepto Rosacruz del Cosmos

“habían arribado; estos libros habían ido hasta Los Ángeles y de ahí transferidos a

Oceanside. Estos libros se habían demorado en la impresión y las órdenes se haban estado

acumulando durante tres meses; como manejar cuatro mil tomos de libros en camino en una

casa de tan solo cuatro habitaciones, todas ocupadas por personas, tal era el problema que

enfrentaba la Sra. Heindel. Cuando las pesadas cajas de los libros llegaron, fueron

guardados en un cobertizo, distante una cuadra y al que se accedía a través de un pasillo

conectado al jardín de la casa. Así las cajas fueron abiertas por las señoras y los libros

fueron transportados una cuadra tan rápido como eran embalados para enviarse por correo.

Una vez embalados una gran cantidad de libros, era necesario transportarlos a la oficina

postal, lo que se hacia en uno de esos vehículos antiguos con asiento alto tirados por un

caballo. Un día fueron cargados envíos urgentes y la Sra. Heindel tuvo que acompañar a un

hombre mayor (el conductor) a la oficina postal, sentada a su lado, en el asiento alto. Una

vez que todos los paquetes habían sido descargados en la oficina de expresos postales del

ferrocarril de Santa Fe, el pobre empleado, que nunca antes había manejado tantos

paquetes, se alteró y excitó tanto que la Sra. Heindel tuvo que hacer su trabajo registrando

los paquetes en el Libro de Expresos, por temor se extraviasen los mismos. Estos libros

eran el medio de interesar a los habitantes de Oceanside sobre el trabajo que debía ser

realizado en su ciudad. Hasta este entonces nadie había imaginado el tipo de trabajo que

estaba comenzando, pero cuando, tanto la Oficina Postal como la Oficina de Expresos

empezaron a inundarse de correspondencia que iba y venia, entonces los más curiosos

debían investigar, pues los extranjeros en Oceanside no eran muchos y tampoco eran

bienvenidos. El pueblo había crecido alrededor de unas cuantas familias que se casaban

entre ellas y cuando uno no tenía conexión con ellas, ese era el motivo (simplemente)

porqué no eran bienvenidos en el pueblo. Este espíritu lo expresó un día un comerciante

local cuando uno de los recién llegados le pregunto: “Bien, no es bueno el que haya

extranjeros, que vengan y se establezcan”. El comerciante le respondió: “Oh no, no

queremos extranjeros en nuestras tierras, era tan hermoso cuando todos se conocían,

sentíamos que éramos una gran familia”. Así, este era el pueblo en el que Max y Augusta se

encontraban a sí mismos no bienvenidos y forasteros. Las tres señoras continuaron llevando

a cabo el trabajo en Oceanside, mientras Max Heindel (quién había hecho arreglar, y

contaba nuevamente con Bedalia, su viejo automóvil) y Rollo Smith, con sus almuerzos

empacados en una valija, iban hacia los campos a dirigir la construcción de la Sede Central

para todo el mundo un puesto de avance de la Antigua Hermandad Rosacruz. Max Heindel,

usando un traje marrón de cordero y barato, el que había pagado diez dólares, trabajaba a la

par de los carpinteros como uno más de ellos. Fue afortunado por el hecho de que en esta

etapa su corazón no le traía demasiados problemas, a la vez, este era el tiempo en el que su

gran energía y ambición le hacían excepcionalmente aptos para el trabajo. Estaba tan

entusiasmado y con tal ambición que trabajaba con los carpinteros, pintores y cavaba ocho

horas cada día, por lo que en la noche volvía hambriento y cansado, pero lleno de alegría.

La naturaleza de Max Heindel era particularmente excepcional, pues a toda hora irradiaba

alegría y buen ánimo, sin importar lo cansado que estuviera podía cantar con su grandiosa

voz musical. Al cabo de veintiocho días de trabajo el primer edificio estaba listo como para

que los cinco trabajadores se mudaran. Gran parte del mobiliario había sido hecho por

Rollo Smith. Había armado las mesas y escritorios para la oficina y el comedor; también las

mesas de las habitaciones de Max y Augusta Heindel eran de tablas de madera de pino

gigantesco de California. Solo casi un año antes las finanzas les habían permitido adquirir

un buen mobiliario, aunque muchos de los antiguos muebles debieron ser retenidos por un

número de años. Estos cinco trabajadores estaban felices por el hecho de mudarse a la casa

terminada parcialmente pero limpia (aunque parcialmente terminada), ya libre de insectos y

roedores. El día previo al de Acción de Gracias (1.911), las paredes estaban aún sin pintar y

las ventanas fueron colocadas sólo en las habitaciones en las que los trabajadores dormían;

el resto de la construcción estaba aún abierta - sin puertas ni ventanas. La maravillosa luz

de luna atravesaba en las noches las ventanas desnudas de los cuartos, a la vez que nos

convertíamos en espectadores de los más hermosos cantos de los coyotes de la zona, los

que en grupos de hasta quince o veinte aullaban a la luz de la luna. Estos son una especie de

lobo pequeño del oeste de Norte América, rara vez atacan a humanos, pero son muy

destructivos de animales domésticos pequeños. De ahora en más los líderes de La

Fraternidad Rosacruz debían comenzar su edificio verdadero “espiritual”, y como al fundar

un edificio, debían comenzar cavando profundo en el trabajo arduo del verdadero pionero.

El Sr. Rollo Smith debió partir hacia Los Ángeles, antes de terminar la edificación. Sin

embargo, la misma pudo ser habitada por Max Heindel, quién escribe y dos señoras que

estaban colaborando. Como oficina se había diseñado una larga habitación y la parte este

del edificio poseía dos pequeñas habitaciones con grandes guardarropas entre ambas. Las

camas eran las del tipo rebatible, que al no estar en uso podían ser guardadas por medio de

un sistema de resortes, lo que economizaba en gran medida el espacio. Estas camas podían

ser guardadas en dichos armarios desde ambas habitaciones. Durante la noche estos cuartos

eran usados por el Sr. y la Sra. Heindel como dormitorios y durante el día como salas de

recepción y de trabajo, como el estudio en el que recibían visitas y en el cual hacían gran

parte de sus escritos. Había un baño conectado a la habitación del Sr. Heindel, con una

puerta que también lo conectaba al comedor. Pero en estas tierras apartadas no había ni gas,

ni electricidad, por lo que el agua debía ser calentada en una estufa de gasolina y

transportada desde la cocina a través del comedor y al baño cada vez que alguno de los

residentes de las nuevas oficinas centrales deseaba tomar un baño. La parte central de esta

larga construcción estaba ocupada por un comedor y una cocina y el primer piso estaba

dividido en cinco habitaciones inconclusas, cada una con una cama, un lavabo casero y un

vestidor sencillo. Los muebles de la oficina habían sido hechos por el Sr. Smith, fueron

teñidos todos de marrón de un colorante que había quedado de la pintura de la parte

exterior. El edificio entonces fue ocupado el día previo al de “Acción de gracias”. Ambas

ayudantes, tanto la Sra. Ruth Beach, como Rachel Cunningham, partieron en la mañana del

día de “Acción de gracias” para estar con amigos y familiares, mientras que el Sr. y la Sra.

Heindel permanecieron para comer una sopa de vegetales, pues la comida en ese entonces

era realmente escasa. Esto se debía a que su automóvil Bedalia estaba nuevamente en

reparaciones y el almacenero local se negaba a enviar provisiones tan lejos tierra adentro;

por lo que a veces estábamos realmente limitados en la elección de alimentos. Así pasaron

estas dos almas tan enérgicas el día de “Acción de gracias”, pintando adornos de madera y

arreglando mobiliario casero con fin de comenzar nuevamente la labor el lunes temprano

una vez vueltos las dos ayudantes.


 



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