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FRANCISCO NIETO V.: Trabajando IV
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 18/08/2013 12:21
 
 

Tchaikovsky: Swan Lake - The Kirov Ballet

 
 
 
 
 
 
 
Trabajando IV

Esto es, al fin y al cabo, la lucha contra el mal en nosotros, pero tampoco hay que interpretar
 ese mal como normalmente se hace. No se puede obtener una victoria si no hay algo sobre
 lo que obtenerla, no puede haber desarrollo si no hay lucha, y por tanto, no habría desarrollo
si no fuera gracias al mal en nosotros. Todo lo existente está en Dios y por tanto no puede
existir el mal que comúnmente se dice. Es más para comprender el bien hay que conocer el
mal, aunque es cierto que cuando podemos hacer el bien y hacemos mal las leyes divinas
nos traen lo que nos merecemos; así es que, el mal es necesario para la evolución y es un bien
en formación porque, como solemos decir: “no hay mal que por bien no venga”. Gracias al
mal percibimos y experimentamos el bien; renacemos para experimentar; sufrimos de diferentes
formas para que busquemos una salida positiva del problema que nos hemos creado; nos lleva
a desarrollar la voluntad y el discernimiento; es el medio por el cual desarrollamos la espiritualidad;
 y es gracias a él que las leyes de Dios nos llevan a Él. Así es que dentro de que el mal es
necesario, llega a un momento en su evolución en que todo ser humano comienza a hacer
el bien de todas las formas posibles y a darse a sí mismo con amor.

Pero, a veces, ese mal vence toda aspiración aprovechado determinados problemas y
 circunstancias llevando así a la persona a un estado en el cual parece que se olvida
de todo el desarrollo alcanzado en el pasado y todas las perspectivas y esperanzas de
 futuro. Estos momentos de obscuridad espiritual hacen que, incluso siendo un probacionista,
se sienta solo, perdido y sin ningún impulso interno que le ayude a trabajar por los demás y
a poner en práctica el conocimiento y los principios espirituales. Estas pruebas y tentaciones
 llevan al trabajador de Dios a vivir en la batalla en vez de en la paz que hasta ahora vivía,
a encontrar desgracias y tristeza en vez de dicha y optimismo, y a verse tan dominado otra
vez por lo que le rodea que no quiere saber nada de lo que era y hacía no hace mucho
tiempo. No sabemos lo que nos tiene guardado el destino como no sabíamos cuando
 éramos pequeños que en esta vida se nos daría la oportunidad de hacernos trabajadores
 de Dios gracias al conocimiento y a la comprensión de lo que es una vida superior, sin
embargo eso es suficiente motivo para volver a comenzar con un espíritu de superioridad
sobre todas esas circunstancias que nos traen obscuridad. El recuerdo de lo que fuimos y
 vivimos en un pasado tiene que hacer crecer de nuevo el deseo de servir, de amar y de dar
a cambio de nada si queremos salir de la obscuridad y vivir en la luz de nuestro Patrón, Dios.


Estos hechos y circunstancias que ponen a prueba al trabajador de Dios son los que en
 muchos casos le abaten y le angustian, sus pequeños contratiempos se convierten en
 obstáculos y el aspirante mismo se acusa y se martiriza por haberse metido en ese estado
de conciencia de tristeza y de soledad. Está claro que lo mismo que se hizo un colaborador
 de Dios gracias al conocimiento y práctica de las leyes espirituales y gracias a una fuerte
 voluntad deseosa de hacer algo por los demás, esos mismos aspectos tienen que sacar
 de la obscuridad a cualquiera que se encuentre en ella. Cuando el aspirante a la vida superior
 o discípulo toma consciencia de las enseñanzas ocultas sabe que cuanto más se aproxima
al Maestro más se tiene que liberar de sus deudas del pasado, por tanto, hay casos en
que es necesario liberarse de ese karma cuanto antes, (sufrimiento) lo que nos lleva de nuevo
 a considerar el mal del pasado. Un mal que tiene que ver mucho con el cuerpo de deseos
 o emocional y con toda una serie de aspectos negativos de la mente. Sin embargo, el
karma del pasado puede ser el causante de épocas de obscuridad y sufrimiento pero
eso tampoco impide que el trabajador de Dios lleve a la práctica el conocimiento y las leyes
divinas conocidas para comenzar de nuevo a expresar palabras, deseos, sentimientos y
pensamientos amorosos y fraternales hacia los demás.

Esta vuelta al trabajo de Dios como se hizo en el pasado comienza a purificar los diferentes
 vehículos que forman la personalidad; el placer de servir a los demás y de ser un obrero
de Dios en la tierra fortalecen la voluntad y elevan la conciencia; la nueva fuerza interna le
 trae una paz que irá disipando esa obscuridad que le impedía ver la luz de la Verdad;
 resultando, pues, que la obscuridad habrá hecho renacer la luz a la vez que ha elevado
 al trabajador de Dios un peldaño más. Esta oscuridad le será muy útil en el fututo
porque sus experiencias se habrán grabado con fuego, comprendiendo así que la
desintegración de lo inútil es tan importante como la integración. Al igual que la muerte
es un aspecto del nacimiento, también lo que retrasa fortalece. Hay fuerzas invisibles
 constructoras e iluminadoras pero también las hay destructoras y tenebrosas que limitan
y obstruyen al que desea hacerse obrero de Dios. Los aspirantes, probacionistas y
discípulos debemos valernos del conocimiento y de todo lo demás para salir de esos
 momentos de obscuridad si de verdad queremos elevarnos a los reinos de lo divino.
Nosotros no debemos considerarnos solamente obreros y trabajadores de Dios en el
cumplimiento de sus leyes, sino que debemos ser luchadores contra el mal en nosotros.
Nada nos puede retener clavados a la cruz del cuerpo y del mundo físico excepto el mal
que tengamos y que engendremos en nosotros mismos, pero es ese mal el que debe
fortalecer los poderes internos y hacer de la voluntad la herramienta más poderosa
 que nos libere de la exclavitud del cuerpo de deseo y de la mente personal que tanto
 se complacen en este mundo. Nosotros no somos de este mundo y por eso debemos
 combatir lo que nos retiene y nos engaña con tal de que disfrutemos de los placeres a
 la vez que nos olvidamos de los mundos espirituales. El fin es que el Yo superior
(el Cristo interno) nazca y crezca a la vez que abandonamos los hábitos
 y formas de expresión que nos lleva a hacer el mal.


El ser humano tarda mucho en darse cuenta de que el cumplimiento del deber respecto a
 las leyes que gobiernan desde los mundos superiores es de suma importancia porque
 es lo que mantiene la armonía en la naturaleza. Nosotros podemos ser un elemento de
 luz y armonía cuando colaboramos con Dios pero también podemos ser lo contrario
 por el simple hecho de ponernos a nosotros mismos antes que a todo lo demás o de
 no controlar la mente o la lengua entre otras muchas cosas. Es necesario el control
 de la mente y el discernimiento para valorar las tendencias buenas o malas en nosotros
y el propio mal que nos domina si queremos superarnos a nosotros mismos. El dominio
 de la naturaleza inferior (personalidad) es la clave para el desarrollo de la conciencia
y para que ésta se convierta en maestro y guía ante la posibilidad de caer en cosas tan
 bajas y tan sutiles como la crítica o la maledicencia. Pero también las personas que nos
rodean pueden jugar un papel en este sentido porque sirven de espejo donde nosotros
 nos podemos ver reflejados. Cuando vemos un defecto en los demás y éste produce
una fuerte reacción en nosotros es porque ese defecto también lo tenemos que corregir
en nuestra vida. Por otro lado, cuando las buenas obras y la vida superior que otros
practican estimulan nuestros corazones están indicando el nivel espiritual en el que
 nos encontramos. Practicar el mal que aún no hemos erradicado es como remover un
enjambre de abejas que nos causa dolor incluso cuando vemos que otros lo practican.


 
 
 
 
 
 
 
MI HOMENAJE A LA FRATERNIDAD ROSACRUZ Y A MAX HEINDEL
 
 
CIENCIAS OCULTAS Y ASTROLOGIA
 
ESOTERISMO Y ESPIRITUALIDAD
 
 
 
 


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