Salmo en Busca de Apoyo 
 
Escucha, Señor, mi corazón que busca apoyo en tu bondad;
 
atiende mi clamor que se levanta como la aurora;
 
presta oídos a mi plegaria, que confía en ti,
 
y mira mi interior que no pacta con la mentira.
 
Tú ves, Señor, lo recto y te pones del lado del que a ti clama;
 
tus ojos penetran mi corazón y son luz para mi camino.
 
 
Mi corazón tú sondeas, tú interiorizas y de noche me visitas;
 
no hay nada oculto para ti y todo a tus ojos es
 
como la luz del mediodía.
 
 
Tú pruebas mi vida y dejas que el dolor toque mi corazón joven;
 
pones a prueba mi amor y fidelidad, como el oro al fuego
 
y yo te digo, Señor, que te amo con amor profundo
 
por encima de todo.
 
 
He guardado tu palabra y confío siempre
 
en los proyectos que me brindas;
 
busco cumplir tu voluntad, Dios mío,
 
más que el centinela la luz del día.
 
 
Mis pasos, Señor, se han ajustado
 
a las sendas que tú has trazado,
 
y mis pies no han vacilado en tus veredas
 
a pesar del cansancio del camino.
 
Yo amo tus sendas, yo amo tus veredas, yo amo tus proyectos;
 
regálame el don de tu Espíritu para que sea fiel a tus mandatos.
 
 
Yo te llamo, yo te busco, mi corazón tiende a ti,
 
como el río al mar.
 
Tú, oh Dios, fortaleza de mi vida, me respondes con cariño.
 
Tiende hacia mí tu oído, acércate hasta sentir tu aliento;
 
escucha mis plegarias, acoge mis palabras, hazme tuyo;
 
haz gala de tus gracias, oh Dios bueno, tú que salvas;
 
y dame un lugar junto a tu corazón compasivo,
 
tú que eres misericordioso.
 
 
No me dejes, Señor, en la mano de los que cercan mi vida;
 
no permitas que me acorrale quien quiere destruir mi existencia.
 
Aunque avancen contra mí, sé tú mi escudo protector,
 
mi defensa,
 
pues soy débil y mi corazón joven necesita de tu apoyo.
 
No dejes, Señor, que claven en mí sus ojos para tirarme al suelo;
 
no les dejes acercar a mi vida, que es un don tuyo.
 
 
Cuando el peligro acecha mi vida, Señor, despierta mi corazón;
 
cuando la tentación golpee a mi puerta, ponme pronto a salvo.
 
Levántate, oh Dios, haz frente a mi enemigo, derriba al Malo.
 
Haz frente al Maligno que tiende a mis pies una red engañosa.
 
Libra con tu poder mi alma de los ataques duros del Diablo.
 
 
Tú, Señor, Dios mío, no me dejes caer en tentación;
 
Tú, Señor, Dios mío, líbrame que estoy en apuros del mal.
 
Busco tu rostro, Señor, y me acojo al calor de tus manos;
 
busco sentirme seguro contigo y que nada me falte a tu lado;
 
busco la fuerza y el poder de tu Espíritu de Vida,
 
para que aliente los pasos de mi camino hacia tu casa.
 
 
Mi corazón tiene hambre y sed de ti
 
y quiere saciarse con tu presencia.
 
Sé para mí, Señor, la roca firme en quien me apoyo cada día
 
y dame la seguridad de sentirme amado por tu corazón de Padre.
 
EMILIO L. MAZARIEGOS