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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 20/07/2011 12:05

 


1. Vino al mundo un Maestro, nacido en la tierra santa de Indiana de Indiana, criado en

 las colinas místicas situadas al este de Fort Wayne.

2. El Maestro aprendió lo que concernía a este mundo en las escuelas públicas de Indiana

 y luego, cuando creció, en su oficio de mecánico de automóviles.

3. Pero el Maestro traía consigo los conocimientos de otras tierras y otras escuelas, de

otras vidas que había vivido. Los recordaba, y presto que los recordaba adquirió sabiduría

y fuerza, y la gente descubrió su fortaleza, y acudió a él en busca de consejo.

4. El Maestro creía que disfrutaba de la facultad de ayudarse a sí mismo y de ayudar a toda la

 humanidad, y puesto que lo creía, así fue, de modo que otros vieron su poder y acudieron a

él para que les curase de sus tribulaciones y sus muchas enfermedades.

5. El Maestro creía que es bueno que todo hombre se vea a sí mismo como hijo de Dios, y

 puesto que lo creía, así fue, y los talleres y los garajes donde trabajaba se poblaron y atestaron

con quienes buscaban su sabiduría y el contacto de su mano, y las calles circundantes con

quienes sólo anhelaban que su sombra pasajera se proyectara sobre ellos y cambiara sus vidas.

6. Sucedió, en razón de las multitudes, que varios capataces y jefes de talleres le ordenaron

al Maestro que dejara sus herramientas y siguiera su camino, porque el apiñamiento era tal que

ni él ni los otros mecánicos tenían espacio para trabajar en la reparación de los automóviles.

7. Se internó, pues, en la campiña, y sus seguidores empezaron a llamarlo Mesías, y hacedor

de milagros; y puesto que lo creían, así fue.

8. Si estallaba una tormenta mientras él hablaba, ni una sola gota de lluvia tocaba la cabeza de

 uno de sus oyentes, y quienes estaban en el fondo de la multitud, escuchaban sus palabras

 con tanta nitidez como los primeros, aunque en el cielo retumbaran rayos y truenos.

Y siempre les hablaba en parábolas.

9. Y les dijo: “En cada uno de nosotros reside el poder de prestar consentimiento a la salud

 y a la enfermedad, a las riquezas y a la pobreza, a la libertad y a la esclavitud. Somos nosotros

quienes las domeñamos y no otro.”

10. Un obrero habló y dijo: “Es fácil para ti, Maestro, porque a ti te guían y a nosotros no, y

no necesitas trabajar como trabajamos nosotros. En este mundo el hombre debe

 trabajar para ganarse la vida.”

11. El Maestro respondió y dijo: “Una vez vivía un pueblo en el lecho de un gran río cristalino.

12. “La corriente del río se deslizaba silenciosamente sobre todos sus habitantes: jóvenes y

 ancianos, ricos y pobres, buenos y malos, y la corriente seguía su camino, ajena a todo lo

que no fuera su propia esencia de cristal.

13. “Cada criatura se aferraba como podía a las ramitas y rocas del lecho del río, porque su

 modo de vida consistía en aferrarse y porque desde la cuna todos habían aprendido a resistir la corriente.

14. “Pero al fin una criatura dijo: ‘Estoy harta de asirme. Aunque no lo veo con mis ojos, confío

 en que la corriente sepa hacia dónde va. Me soltaré y dejaré que me lleve a donde quiera. Si

 continúo inmovilizada, me moriré de hastío’.

15. “Las otras criaturas rieron y exclamaron: ‘¡Necia! ¡Suéltate, y la corriente que veneras te

 arrojará, revolcada y hecha pedazos contra las rocas, y morirás más rápidamente que de hastío!’

16. “Pero la que había hablado en primer término no les hizo caso, y después de inhalar

profundamente se soltó; inmediatamente la corriente la revolcó y la lanzó contra las rocas.

17. “Mas la criatura se empecinó en no volver a aferrarse, y entonces la corriente la alzó

del fondo y ella no volvió a magullarse ni a lastimarse.

18. “Y las criaturas que se hallaban aguas abajo, que no la conocían, clamaron: ‘¡Ved un

 milagro! ¡Una criatura como nosotras, y sin embargo vuela! ¡Ved al Mesías, que

ha venido a salvarnos a todas!’

19. “Y la que había sido arrastrada por la corriente respondió: ‘No soy más mesías que

 vosotras. El río se complace en alzarnos, con la condición de que nos atrevamos a soltarnos.

 Nuestra verdadera tarea en este viaje, esta aventura.’

20. “Pero seguían gritando, aún más alto: ‘¡Salvador!, sin dejar de aferrarse a las rocas. Y

 cuando volvieron a levantar la vista, había desaparecido, y se quedaron solas, tejiendo

leyendas acerca de un Salvador.”

21. Y sucedió que cuando vio que la multitud crecía día a día, más hacinada y apretada y

enfervorizada que nunca, y cuando vio que los hombres le urgían para que les alimentara con

sus milagros, para que aprendiera por ellos y viviera sus vidas, se sintió afligido, y ese día

subió solo a la cima de un monte solitario y allí oró.

22. Y dijo en el fondo de su alma: “Será un Portento Infinito, si esa es tu voluntad, que apartes

 de mí este cáliz, que me ahorres esta tarea imposible. No puedo vivir las vidas de los demás,

y sin embargo diez mil personas me lo suplican. Lamento haber permitido que sucediera todo

 esto. Si esa es tu voluntad, autorízame a volver a mis motores y a mis herramientas, y a

 vivir como los otros hombres.”

23. Y una voz le habló en las alturas, una voz que no era ni masculina ni femenina, poderosa

 ni suave, sino infinitamente bondadosa. Y la voz le dijo: “No se hará mi voluntad, sino la tuya.

Porque lo que tú deseas es lo que yo deseo de ti. Sigue tu camino como los otros

hombres, y que seas feliz en la Tierra.”

24. Al escucharla, el Maestro se regocijó, y dio las gracias, y bajó de la cima del monte

 tarareando una cancioncilla popular entre los mecánicos. Y cuando la multitud le urgió

con sus penas, y le imploró que la curara y aprendiera por ella y la alimentara incesantemente

 con su sabiduría y le entretuviera con sus milagros, él le sonrió y le dijo apaciblemente: ”Renuncio.”

25. Por un momento, la muchedumbre quedó muda de asombro.

26. Y él continuó: “Si un hombre le dijera a Dios que su mayor deseo consistía en ayudar

al mundo atormentado, a cualquier precio, y Dios le contestara y le explicara lo debía

hacer ¿tendría el hombre que obedecer?

27. “¡Claro, Maestro!”, clamó la multitud. “¡Si Dios se lo pide deberá soportar complacido

las torturas del mismísimo infierno!”

28. “¿Cualesquiera que sean esas torturas, y por ardua que sea la tarea?”

29. “Deberá enorgullecerse de ser ahorcado, deleitarse de ser clavado a un árbol y quemado,

si eso es lo que Dios le ha pedido”, contestó la muchedumbre.

30. “¿Y qué haríais –preguntó el Maestro a la concurrencia- si Dios os hablara

 directamente a la cara y os dijera:


‘OS ORDENO QUE SEÁIS FELICES EN EL MUNDO, MIENTRAS VIVÁIS’  ¿Qué haríais entonces?

31. La multitud permaneció callada. Y no se oyó una voz, un ruido, entre las colinas ni

en los valles donde estaba congregada.

32. Y el Maestro dijo, dirigiéndose al silencio: “En el sendero de nuestra felicidad encontraremos

la sabiduría para la que hemos elegido esta vida. Esto es lo que he aprendido hoy, y opto por

 dejaros ahora para que transitéis por vuestro propio camino, como deseáis.”

33. Y marchó entre las multitudes y las dejó, y retornó al mundo

cotidiano de los hombres y las máquinas.

 

 

 
 



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Mitzi Enviado: 22/07/2011 12:32
Preciosa presentacion!  La imagen de Bach la encuentro tan viva que parece introducir su mirada en nuestro interior; muy a tono con el contenido de la narrativa.  Te felicito!
 
 
 

 
 
 

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 16/10/2014 00:21


 
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