El autodominio requiere del 
conocimiento de nosotros mismos y para lograrlo, necesitamos de tiempo y 
silencio para penetrar en nuestro mundo interno, para descubrir en él todas 
nuestras carencias, pero también todas nuestras posibilidades, las cuales 
iluminadas por el don de la fe, podremos ofrecer y compartir con nuestros 
hermanos.  Sólo cuando hayamos alcanzado 
este estado de conciencia superior, estaremos cumpliendo con la voluntad del 
Padre y nuestra fe será una realidad que se manifestará en nuestra vida 
cotidiana, dándonos la felicidad, la paz y la alegría que Jesús por amor trajo a 
Urantia.
 
El 
autodominio implica un esfuerzo personal, pero como la motivación es acercarnos 
a Dios, este esfuerzo es alegre y libre.  
Me esfuerzo porque yo quiero alcanzar mi autodominio y no por deber o por 
temor al castigo o a miedo a la muerte... Me siento libre y no esclavo, mi 
búsqueda de Dios es alegre porque tengo la certeza de que Dios ya me 
encontró.
 
“Dejad que 
el hombre se divierta, dejad que la raza humana encuentre placer de mil maneras, 
dejad que la humanidad evolucionaria explore todos los tipos de 
autogratificación legítima, los frutos de su larga lucha biológica hacia 
arriba.  El hombre bien ha ganado algunas 
felicidades y placeres de hoy en día.  ¡ 
Pero no olvidéis el objetivo del destino !” 943.
 
Ya es 
hora , que dejemos de mezclar el pecado con el apetito sexual normal del ser 
humano.  Las religiones han estigmatizado 
el sexo como algo sucio y pecaminoso restándole así toda su elevada función 
creadora, no sólo en el plano donde somos cocreadores con Dios, sino también en 
el plano espiritual.  El acto sexual 
siempre es creador a nivel vibracional.  
Cuando la sexualidad se une al amor y no solamente al placer momentáneo, 
toma entonces otra dimensión y desaparece todo vestigio de temor o de pecado 
porque “si nacéis del espíritu estaréis siempre libres de la esclavitud 
autoconsciente de una vida de abnegación y vigilancia continua sobre los deseos 
de la carne, seréis trasladados al reino jubiloso del espíritu en el cual haréis 
resaltar espontáneamente los frutos del espíritu en vuestra vida diaria” 
1610.
 
“No 
permitáis nunca que el ocuparos de una tarea exterior distinta influya sobre 
vuestra lealtad.  Tened fe en Dios hasta 
el fin de vuestros días en la tierra. No olvidéis jamás que una vez que seas un 
hijo de fe en Dios todo trabajo honesto del reino es sagrado.  Nada de lo que haga un hijo de Dios es 
ordinario.  Haced vuestro trabajo como si 
fuera para Dios. Y cuando hayáis terminado en este mundo, Yo tengo otros mundos 
mejores, donde igualmente trabajaréis para mi.  
En todo este trabajo, en este mundo y en otros mundos, yo trabajaré con 
vosotros y mi espíritu vivirá dentro de vosotros” 2049.
 
yolanda 
silva solano