" La suerte es 
solamente un término creado para amparar lo inexplicable, en cualquier era de la 
existencia humana; define aquellos fenómenos que el hombre es incapaz de 
penetrar o no desea investigar.. Azar es una palabra que significa que el hombre 
es demasiado ignorante o demasiado indolente para determinar las Causas. Seguir 
atribuyendo a causas sobrenaturales lo que resulta difícil de comprender, no es 
más que una manera perezosa y conveniente de evitar toda forma de trabajo duro e 
intelectual.”952
 
Es mucho más fácil el 
orar para tener suerte y encontrar un buen trabajo, en vez de salir a buscarlo, 
por eso “ no seas tan perezoso como para pedir a Dios que solucione tus 
dificultades, pero no vaciles jamás en pedirle sabiduría y fuerza espiritual 
para guiarte y sostenerte mientras atacas con resolución y valor los problemas 
que te enfrentan.·888
 
“El hombre considera 
los sucesos naturales como accidentes o mala suerte, sólo cuando carece de 
curiosidad e imaginación, cuando la raza no tiene iniciativa ni sentido de la 
aventura. La exploración de los fenómenos de la vida más tarde o más temprano 
destruye la creencia del hombre en el azar, la suerte y los así llamados 
accidentes, sustituyéndola por un universo de ley y orden en el que los Efectos 
son precedidos por Causas definidas. Así pues, el temor a la existencia es 
reemplazado por la felicidad del vivir.” 952
 
Y esta felicidad 
interna, no depende de las cosas exteriores, sino de la comprensión de lo que 
nos pasa y de saber aprovechar en cada acontecimiento la oportunidad que la vida 
nos está ofreciendo para evolucionar, porque "en el diario vivir del ser humano, 
la virtud se realiza como la elección del bien sobre el mal y esta capacidad de 
elección es prueba de la posesión de una naturaleza moral”193 que nos permite 
tener una conciencia alerta para descubrir las Causas que producen los Efectos 
en nuestra vida y poder transmutarlos si ellos no fuesen lo deseado, porque 
nuestra mente apoyada por nuestro Espíritu residente tiene la facultad de 
hacerlo, sólo precisa de nuestro autodominio, persistencia y 
voluntad.
 
yolanda silva 
solano