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PREGUNTAS Y RESPUESTAS ROSACRUCES: ACERCA DE DEJAR MORIR NIÑOS DEFECTUOSOS
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 04/07/2017 07:49




ACERCA DE DEJAR MORIR NIÑOS DEFECTUOSOS

Desde el punto de vista oculto, es justo o injusto dejar morir un niño defectuoso, como se hizo
en el caso Bolínger? Por favor denos su opinión sobre la materia.

Respuesta:
Cuando consideramos a los defectuosos como clase, es necesario, en primer lugar,
comprender  que  el  Espíritu  no  es  defectuoso.  Ha  tenido  innumerables  vidas  pasadas  durante 
las  cuales  ha  sembrado  ciertas  semillas  y  recogido  de  ellas  experiencias  adecuadas.  Las 
experiencias que no pudieron ser cosechadas en una vida han sido pospuestas hasta la próxima
vida  o  vidas  subsecuentes.  Ninguno  de  nosotros,  sin  embargo,  es  capaz  de  expresar  en  un 
cuerpo  todas  las  adquisiciones  que  hemos  obtenido  en  nuestras  muchas  vidas  anteriores;  por 
consiguiente  tenemos  muchas  anomalías  aparentes  traídas  a  luz  en  la  investigación  de  los 
experimentadores   psíquicos,   quienes   han   encontrado   que   gente   ignorante   de   la   clase  
campesina en esta vida, bajo los efectos de la hipnosis o en trance, han sido capaces de hablar
griego  o  hebreo,  y  también  de  discurrir  eruditamente  sobre  temas  profundos.  Así  es  que  es 
evidente  que  el  Espíritu  puede  ser  comparado  a  un  diamante  en  bruto  que  está  siendo 
gradualmente  pulimentado  en  la  piedra  de  pulir  de  la  experiencia.  En  cada  vida  una  nueva 
faceta  aparece  y  agrega  luz  a  la  ya  obtenida  a  través  de  las  facetas  pulidas  en  muchas  vidas 
anteriores.  Por  medio  de  este  proceso  obtendremos  finalmente  la  luz  perfecta  que  nos  hace 
divinos.
A  causa  de  nuestra  limitada  percepción,  llamamos  malas  a  ciertas  acciones,  y  buenas  a  otras 
acciones,  pero  en  la  realidad,  desde  un  punto  de  vista  más  amplio,  es  simplemente  una 
cuestión  de  experiencia.  Algunos  atributos  o  facetas  del  diamante  espiritual  parecen  ser 
completamente perfectas en esta vida. Al menos no parecen estar fuera de lo ordinario como
para  ser  suficientemente  notadas,  y  por  lo  tanto  les  damos  el  calificativo  de  perfectas.  Otros 
atributos  son  diferentes  del  resto,  y  en  nuestra  ignorancia,  por  lo  tanto,  les  llamamos 
defectuosos.  Lo  mismo  pasa  con  los  cuerpos,  aunque  ciertamente  ninguno  de  nosotros  posee 
un  cuerpo  perfecto,  no  obstante,  tomamos  un  promedio  como  patrón  o  modelo,  y  cualquier 
cosa  que  no  se  acomode  a  él  lo  llamamos  defecto.  Permitimos  a  aquellos  que  no  son 
mentalmente muy diferentes de la generalidad de nosotros deambular sin ser molestados, pero
aprisionamos  a  los  que  parecen  tener  una  inclinación  mental  decididamente  diferente.  No 
prestamos atención a las deformidades ordinarias del cuerpo, pero llamados defectuosos a los
que  son  materialmente  diferentes  del  patrón  corriente.  Algunos  creen  que  tienen  derecho  a 
destruir a cualquiera o cualquier cosa que no se acomode al modelo que ellos creen normal.
Lo  cierto  es  que  el  cuerpo  normal  es  el  resultado  de  un  cierto  modo  de  vida  en  existencias 
anteriores,  el  cual  era  entonces  el  patrón.  Pero  las  así  llamadas  mentes  anormales  y  cuerpos 
defectuosos son los resultados de los esfuerzos de los Espíritus por tener libertad de moverse a
lo  largo  de  lo  que  llamaríamos  lineamientos  inconvencionales  de  pensamiento  o  acción.    Por   
lo  tanto  el  genio  y  la  idiotez  han  sido  siempre  hermanos  gemelos,  y  cualquier  médico  que 
atente quitar la vida a alguno que crea defectuoso, es tan responsable por privar al mundo de
un gran genio, como de librarlo de una pobre criatura que sería una carga para sí mismo y para
los  demás  durante  su  miserable  existencia.  Así  es  que,  aun  desde  ese  punto  de  vista  sería 
absolutamente contrario al interés de la sociedad permitir a nadie que decida arbitrariamente si
un niño debe vivir o morir. Es deber de cada médico hacer todo lo que esté en su poder para
prolongar la vida en el cuerpo para que el Espíritu pueda obtener la experiencia para la que ha
venido.  Si  esa  vida  está  destinada  a  ser  interrumpida  la  naturaleza  por  sí  misma  cuidará  de 
ello.
La  investigación  del  caso  Bolinger  muestra  que  ese  Ego  había  vivido  su  vida  anterior  como 
una  monja,  y  fue  quemada  en  la  hoguera.  El  resultado  fue  que  perdió  el  fruto  de  esa  vida,  y 
bajo  la  ley  de  la  mortalidad  infantil  fue,  pues,  necesario  que  el  nuevo  cuerpo  muriese  poco 
tiempo  después  del  nacimiento.  Así  es  que  ninguna  operación  pudo  haber  salvado  la  vida  en 
este  caso,  pero  eso  no  excluye  el  hecho  de  que  el  médico  fue  negligente  en  su  deber  de 
esforzarse  por  conservar  la  vida.  No  es  el  caso  hablar  en  un  periódico  de  las  causas  que, 
generadas  en  su  previa  existencia,  condujeron  a  la  tragedia  y  pusieron  fin  a  esa  vida  y  que 
determinaron el nacimiento en la vida presente en forma defectuosa. Es suficiente decir que el
Espíritu  ha  volado  ahora  al  Primer  Cielo  y  allí  recibirá  el  entrenamiento  moral  que  le 
devolverá los frutos de la experiencia almacenados durante esa infeliz vida pasada. Así es que
cuando renazca en el curso de unos pocos años probablemente tendrá un cuerpo perfectamente
normal.




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