Estando yo a la sombra de un manzano
una tarde de abril ya calurosa
observé que una bella mariposa
vino a posarse, cándida, en mi mano.
Mudarse en mariposa un vil gusano
deduje que es hazaña portentosa
y ante aquella criatura tan hermosa
me sentí enternecer cual franciscano.
Y entendí que la cosa era curiosa.
Y pensé: ¡Qué distante el ser humano
de esta metamorfosis asombrosa!
¡Qué opuesto su progreso y qué lejano!
Pues nacemos y somos mariposa;
al llegar la vejez, torpe gusano
desconozco el autor
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