Capítulo II: El nacimiento de un arquero (primera parte)

 

Luego de la muerte de mi hermano, del dolor y la amargura, me di cuenta que no podía seguir siendo un chiquillo, tenía la responsabilidad de mi propia supervivencia; nadie más me protegería.

Así empecé a probar que tan diestro era usando las armas, probé con la espada y también con la lanza; pero lamentablemente mi contextura y fuerza no me daban para usar dichas armas correctamente.

Un día mientras con mi puñal trataba de atacar pro sorpresa a un ciervo para comer, justo cuando me acomodaba silenciosamente contra el viento listo para caer sobre el animal, un proyectil pasó silbando y rozó mi oreja acertando con precisión sobre el cuello del cervatillo atravesándolo con poder. El animal cayó en el acto y mientras convulsionaba giré rápidamente para ver quién era el causante de ese tiro tan exacto. Una silueta esbelta montaba un corcel con delicadeza y finura, su mirada altiva se mantenía fija en mí mientras se acercaba a paso lento, sujetaba un poderoso arco y cargaba un carcaj lleno de flechas, llevaba puesta una armadura con enchapes en plata y su cabellera reflejaba el sol en su espalda. Con voz suave pero firme preguntó mi nombre y le respondí tartamudeante -mi nombre es s.s..Steve de la casa krossana de Lyoness- ella solo me miró y giro corcel sin expresión alguna -el animal es tuyo- me dijo -cuál es su nombre lady?- le pregunté presuroso -Abigail- y arreando su montura se alejó al galope.

Ese encuentro fue tan impactante para mí que en lo único que pensaba era en algún día igualar tal semblanza. Fui a la ciudad y con el poco dinero que conseguí vendiendo pieles de animal me compré mi primer arco y unas cuantas flechas. Empecé a entrenar y aunque lo hice con mucha torpeza me di cuenta que ese tipo de arma estaba hecha para mí. Poco a poco fui acomodándome a su uso y hasta dormía con mi arco al lado.

Uno de esos días en que me aventuré a buscar orcos en el bosque para obtener mejor botín que con las pieles me encontré con una dama hermosa que luchaba con nada menos que dos ogros al mismo tiempo, sus movimientos eran ágiles y fuertes, casi felinos; atiné solo a ayudar y empecé a lanzar flechas esperando no herir en algún error a la bella guerrera.

Al final logramos acabar con los dos monstruos (realmente ella hizo casi todo el trabajo) y me acerqué. Muy amablemente me saludó y me dio las gracias por la ayuda.

-en realidad no ayudé mucho que digamos-

-cual es su nombre joven caballero-

-Steve de la casa de Lyoness-

-nunca oí hablar de ella por estas tierras, aunque estamos algo alejados de los poblados, mi nombre es Cruz- que dijo? -esta zona no es muy segura estamos casi en los límites Lorien y hay muchos bandidos que merodean por aquí- mientras hablaba la miraba e inspeccionaba de arriba abajo no dando crédito casi al nombre que acababa de mencionarme.

-tenéis algún problema caballero, tiene algo mi atuendo?-

-escúseme ud. mi lady, podría repetirme su nombre?-

-mi nombre es Cruz, raro mi nombre pero me gusta-

-lamento si os ofendí, no fue mi intensión- decía esto mientras me incaba a sus pies,

-caballero no soy de la realeza levántese por favor- me dijo mientras se ruborizaba

-mi lady soy Steve de la casa krossana de Lyoness-

-krossana dijiste?-

-el nombre de Tahanar le resulta familiar?-

-por supuesto es amigo mío sabes algo de él? hace meses que no lo veo-

-Tahanar era mi hermano y su espíritu ya debe estar con nuestros antepasados-

-Cuanto lamento saberlo. Entonces eras tú el pequeñín que el traía en brazos cuando lo conocí por primera vez... no puedo creerlo, eres ya todo un joven buen mozo y además arquero.

-intento ser arquero, y aunque mi sangre elfa arde cada vez que tenso mi arma para disparar a veces no es suficiente para ser preciso-

-pues bien, en eso puedo ayudarte-

Cruz se ofreció como mi tutora en el entrenamiento de mis habilidades. Ese fue un muy buen día para mí.

Bajo la tutela de Cruz fui aprendiendo todos los secretos de la arquería, pero sobre todo aprendí de la nobleza y el temple que requiere un guerrero. Esto lo aprendí de ella mi  maestra, guia y amiga. Ella decía que estos valores se estaban perdiendo y que quería ser un de esas pocas que buscan rescatarlos.

Mis ideales eran en realidad los mismos; solo sabía que si alguien fue capaz de cortarle la cabeza a otro para luego lucirla en la entrada de su casa entonces en realidad la vileza en estas tierras es extrema y algo había que hacer.

Juré que jamás, aún a mis enemigos le haría semejante ofensa profana, y nunca en mi vida puse la cabeza mutilada de nadie en ninguna parte de mi casa. Y pienso mantenerme así hasta el final de mis días.

En una de esas tantas veces en que entrenaba y me iba de cacería conociendo nuevos lugares, algunos peligrosos, llegué a un cementerio encantado al sur de Edoras, estaba lleno de criaturas aberrantes, algunas mágicas que para entonces me eran casi imposibles de vencer.

Temerariamente me adentré en este dominio del mal. Poco a poco fui acabando con cada engendro que me atacaba; así envalentonado decidí abrir un cripta para inspeccionar cuando de enfrente de mí se materializaba un poderoso lich, una entidad espectral encarnación maldita de algún hechicero condenado a vagar eternamente como un seudo fantasma. El lich era poderoso, invocaba bolas de fuego y su aliento era congelante, mi pulso se aceleró y los nervios empezaron a dominarme, el cargar mi arco me era cada vez mas difícil, mis ropas ardían con el fuego etéreo del lich al tiempo que mi carne se congelaba, fuego y hielo simultaneo, el peor ataque que hasta ahora había recivido, solo me quedó correr.. mala idea, el lich aun me atacaba a la distancia mientras me perseguía, lo peor es que aquellos engendros que había vencido volvían a aparecer por todas partes.

La desesperación empezó a apoderarse de mi cuando..

Fiu, fiu fiu... *los silbidos de un caballero que pasaba*......