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Tiempo devocional-Hector Spaccarotella: TU MANO EN MI PECHO
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 12/01/2013 13:03

Tu Mano en mi pecho

 

ISAÍAS 43:10  Vosotros sois mis testigos--declara el SEÑOR-- y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que yo soy. Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá.

 

A veces parece duro, Señor, hasta parece injusto si es que debo ser honesto.

Yo era solamente un niño cuando me mostraste haberme elegido, un chiquillo pequeño cuando me apartaste.

¿Porqué a mí?

¿Qué viste en mí que te hiciera separarme del resto de todos mis amigos y conocidos para que cumpliera un destino diferente?

Ellos siguieron su camino, sus vidas entendibles, crecieron y se hicieron hombres. Hoy tienen poco más o menos mis años, ya peinan sus canas y han construido sus vidas.

Pero un día Vos decidiste que yo fuera distinto, que siguiera otro pasaje más angosto. Me preparaste para una tarea diferente.

Y yo quise vivir en mí la vida de todos, quise revelarme a ese llamado y construir el presente que todos construyen, pero volviste a llamarme en mi adolescencia: Me llamaste “mi siervo escogido”, me mostraste tu voluntad de que te sirviera.

Me miraste a los ojos y pronunciaste mi nombre.

 

¿Cómo podía tener dudas?

 

Creo que a esos doce jóvenes años me revelé, o no supe cómo responderte, o no me animé a hacerlo y… volví a tratar de andar la calle que todos siguen, la vida que todos quieren, aquella que pareciera tan normal que otros no me señalaran con el dedo para criticarme o llamarme “distinto”.

Y pasó otro puñado de años para que volvieras a tocar mi hombro.

 

Isa 43:1  (…)No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú.

 

Y no entendí, o no quise entender. O no me animé, o fui débil. Era un joven lleno de vida, enamorado de la vida. No sabía, no quería, no podía. No sé.

Pero volví a decirte que no, en aquel templo donde me llamaste en una tarde de domingo.

¿Porqué, Señor?

¿Qué encontraste en mí de especial para buscarme?

¿Qué tarea me asignaste tan importante que aún en el vientre de mi madre me llamabas?

 

Bajé la vista, frustrado y sintiendo que te traicionaba. Y seguí mi camino, intentando nuevamente construir una vida como todos.

Me enamoré de la mujer de mi vida, para quien me había preservado igual que ella, nos abrazamos fuerte y fuimos sorteando las dificultades, las pruebas, los desafíos… construímos juntos una familia, una empresa, una vida…

 

Pero volviste a llamarme.

 

¿Porqué, porqué Señor? ¿porqué a mí? ¿Qué viste de especial en mi vida? ¿Qué ves en mis manos que yo no veo? ¿Qué deben construir que otros no quieren? ¿Para qué me preparste que yo no entiendo?

¿Qué tan altos son tus pensamientos, que solamente tengo que seguirte aunque no sepa cómo ni a donde?

Tengo miedo, Señor. Soy débil, mi mente no tiene por sí misma la fortaleza necesaria.

Pasaron muchos años, lo sé, pero no cediste en tu deseo.

 

Una mañana hace 11 años viniste a sentarte a mi oficina para que pueda escucharte en medio de esa vida que era como la de todos. No te escuché y con otra voz, una semana después volviste a hacerlo.

Esta vez fue distinto… por ahí era yo quien estaba distinto. Hiciste milagros, me rodeaste, me abrazaste, me mostraste que eras un Dios de Amor. Quisiste ser mi Padre. Quisiste sanarme, restaurarme.

Una noche, cuando entraba nuevamente a tu templo me sorprendí porque estaba lleno de gente. Me quedé en un costado para pasar desapercibido, para que no notaras mi presencia, para ser uno más… pero me llamaste. Tu mano se levantó y se puso en mi pecho, para decirme:

 

Ha venido hambre sobre la tierra pero no de pan sino escuchar mi Palabra, ha venido hambre sobre las naciónes de la tierra, y es que el mensaje de la vida ha sido establecido en el corazón de aquellos que tienen necesidad, ha venido hambre y yo quiero sustentar el hambre
a travez de aquellos dice Dios que han guardado en su granero; sustentaré el hambre de mi pueblo con aquellos Jose que tienen llaves para abrir los graneros como en el dia de la Palabra alla en Egipto, cuando el pueblo tuvo hambre vino al Faraón y  clamó por pan y Faraón dijo, id a Jose, y haced lo que les dijiere.

En esta noche dice el Espiritu Santo, quiero que abras tus graneros para que te alimentes de la palabra y por ella seas sustentado TU y los que te rodean (…) **

 

No entendí, pero dije “amén”. No descubría el alcance de estas palabras, pero venían de ese Dios que desde que tenía seis años venía buscándome.

Dije: “por ahí es palabra de hombre”… mejor espero que el tiempo pase.

Y pasó… años, nuevamente. Me enseñaste el sendero del discípulo. Me mostraste mi cruz y me dijiste que tenía que cargarla para seguirte.

Me mostraste que las personas se equivocan, que cometen errores, pero que aún así tengo que amarlas porque yo también me equivoco. Porque no soy mejor que ellos.

Me enseñaste a perdonar y pedir perdón, a tratar de estar en paz con el resto de los hombres en la medida en que de mí dependiera.

Me prometiste que mi casa estaría en Tu Camino. Que mi esposa y mis hijos estarían en la misma senda. Lo creí, aunque no lo entendía, aunque no lo veía.

Los imaginé cantándote alabanzas aunque no podía escucharlos con los oídos de mi cuerpo. Sentí el calor de la mano de mi esposa mientras te adorábamos… aunque miraba mi mano y estaba vacía.

Me mostraste dos enemigos temibles: mi ego y mi pecado.

Y me dijiste con toda claridad que tenía que reconocerlos, enfrentarme en batalla y matarlos para ser herramienta útil.

Aprendí que Tu Camino es el de la obediencia, el de la sumisión, el del respeto.

Un día me animé y empecé a contarles a otros lo que me habías enseñado, pero muchos no me comprendieron. Me creían un soñador, un buen tipo pero medio desubicado. Me llamaron fanático, sectario, hereje. Muchos se alejaron. Muchos me alejaron.

Por momentos quedé solo.

Con la comprensión de quienes me querían, pero no con su compañía.

Me asusté y entonces me dijiste:

 

Salmo 27:14 Aguarda al Señor y esfuerzate, y aliéntese tu corazon.  Si­, espera al Señor.

 

Y aguardo, porque no tengo a donde ir. Sólo Vos tenés palabras de Vida Eterna. Solamente Vos me ofrecés futuro, me proyectás hacia lo desconocido y me desconectás del reloj del presente. Solo Vos me conducís hacia una pradera de paz y de alegría que anhelo.

Aguardo también tu promesa, que mis ojos no ven. Que aquellos seres que amo también canten tomados de las manos alabando al Dios todo poderoso, al Señor de los ejércitos, al Dueño de mi vida.

Reconozco que si ellos no están debe tener que ver con mis fracasos, con las cosas que hago mal, con lo mucho que debe ser extirpado de mi ego, con mi falta de amor, de comprensión, de solidaridad con sus necesidades.

Te pido perdón, por tantos años de no oírte. Por tantos intentos, por tanto tiempo perdido. Te pido perdón porque este rostro está muy lejos de ser en el espejo el rostro de gozo de un cristiano.

Te pido perdón, porque perdí mucho, y a muchos dejé en el camino.

Te pido perdón porque sigo siendo débil, sigo pecando y sigo teniendo miedo. Porque no soy lo que predico, porque mi vida no porta tu Evangelio.

Por favor, Señor de mi vida, no me desampares. Si temo es porque no entiendo, porque han pasado los años y me siento viejo. Porque todavía busco paz y no la encuentro.

 

Tu has venido a la orilla,

no has buscado a sabios, ni a ricos;

tan solo quieres que yo te siga.

 

Señor, me has mirado a las ojos

sonriendo, has dicho mi nombre

en la arena, he dejado mi barca

junto a Ti, buscare otro mar

 

Tu necesitas mis manos

mis cansancios que a otros descansen

amor que quiere seguir amando

 

Señor, me has mirado a las ojos

sonriendo, has dicho mi nombre

en la arena, he dejado mi barca

junto a ti, buscare otro mar

 

Tú sabes bien lo que quiero

en mi barca no hay oro ni espadas;

tan solo redes y mi trabajo

 

Señor, me has mirado a las ojos

sonriendo, has dicho mi nombre

en la arena, he dejado mi barca

junto a ti, buscare otro mar

 

Tu pescador de otros mares

ansia entera de almas que esperan;

“amigo bueno” que asi me llamas

 

Señor, me has mirado a las ojos

sonriendo, has dicho mi nombre

en la arena, he dejado mi barca

junto a ti, buscare otro mar

 

Una y otra vez, tu canción sigue resonando en mis oídos obsesivamente.

Una y otra vez, a lo largo de estos años fue usada como un ariete que golpeaba en mi alma hasta que abriera la puerta de mi corazón.

Tu mano se puso en mi pecho, Señor. Ya nada puedo hacer. Soy tuyo. Soy esclavo de la promesa de tu amor.

 

Isa 43:1 y 2  Mas ahora, así dice el SEÑOR tu Creador, oh Jacob, y el que te formó, oh Israel: No temas, porque yo te he redimido, te he llamado por tu nombre; mío eres tú.

Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará.

 

HECTOR SPACCAROTELLA          

tiempodevocional@hotmail.com

www.puntospacca.net

 

**parte de una Profecía hecha sobre mí por el pastor Santos, 19 de mayo de 2003. Ese no es el texto completo, pero es lo que puedo compartir de él en este día.

 

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 12/01/2013 14:06
 
 
 
Fué hermoso desayunarme con este escrito, grande y maravilloso es el Señor hermano!
Saber que hemos sido escogidos por Él y amados por la eternidad. Gloria a Dios!!



Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Lolis Navarrete Enviado: 10/03/2013 04:30
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