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Tiempo devocional-Hector Spaccarotella: EL DESAFIO DE LA PAREJA EN EL SIGLO XXI
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 16/01/2013 13:47

 

EL DESAFIO DE LA PAREJA

EN EL SIGLO XXI

En estos últimos dias recurrentemente han venido a mi mente imágenes referidas a matrimonios, a la pareja cristiana, a los muy diversos desafíos que la mujer y el hombre viven hoy para mantener viva la llama del amor y el deseo de permanecer juntos.

Ya ha habido oportunidad de que conversemos sobre temas de la pareja en otras reflexiones.

El desafío de la pareja del siglo XXI es un tema que me apasiona y sobre el que hablo siempre que tengo ocación de hacerlo.

Cuando te digo que me apasiono hablando sobre el matrimonio y la pareja, no es porque sea un experto en esto o porque haya hecho estudios de especialización.

Creo que NADIE es experto en temas relacionados con la pareja, y esto es porque no hay un libro o una carrera que pueda estudiarse. Si así sería estaríamos ante una solución maravillosa. Pero por otra parte, doy gloria a Dios porque no hay estas herramientas. ¿Sabés porqué? Porque cada pareja, como se dice por ahí, “es un mundo”. Dos seres que voluntariamente deciden apartarse de sus familias y construir un proceso que estará signado por cada segundo de cada 24 horas de cada día de convivencia.

Quien diga que es un experto en temas matrimoniales está mintiendo. Puedo sí decirte que tengo la experiencia por las muchas situaciones difíciles que henos tenido que resolver con mi esposa a lo largo de casi 34 años de matrimonio en este enero de 2013 que escribo. Y por el hecho de que cada día plantea una nueva crisis a resolver.

Lo primero que me gustaría comentarte es que la palabra “crisis” no tiene que asustarnos. Al contrario, tenemos que dar gracias a Dios por cada crisis, porque después de ser resuelta resultan edificados ambos miembros de la pareja. Resultan crecidos, más maduros como individuos y como cónyuges. Dale la bienvenida a las crisis y preparate, no te digo a disfrutarlas pero sí a sacarles todo el provecho que puedas.

Se está en crisis cuando se está creciendo. Esa es la primera verdad que tenés que afirmar en tu alma. La segunda, es que estar en crisis no significa necesariamente ruptura, separación o divorcio. Si en medio del problema viene a tu mente el fantasma de la puerta de calle que se cierra de un portazo, desechalo en nombre de Jesús porque esto no viene de Dios.

Él nos pone por delante la situación a discutir, porque debatiendo en amor es como se evoluciona en el pensamiento propio, como se conoce más a la pareja, como se aprende a confiar, como se puede sacudir la modorra del presente para pensar un futuro distinto y mejor que este hoy y sin duda muchísimo mejor que el ayer.

Lo primero que me gustaría compartir con vos es la primera parte del primer verso del salmo 127:

 

Salmos 127:1   Si el Señor no edifica la casa,  en vano trabajan los que la edifican; 

 

Es una invitación. La Palabra nos invita a construir la pareja desde los mismos fundamentos buscando la bendición de Dios sobre ese vínvulo. Sería maravilloso que pudiera ponerse uno en manos de nuestro Padre desde el noviazgo, desde los momentos más tiernos. 

Con todas las luchas que ha vivido mi pareja, puedo asegurarte con absoluta seguridad que no hubiéramos sobrevivido si el mismo Dios no hubiera mantenido su mano sobre nosotros, cubriéndonos con su sombra.

El capítulo XIII de la primera carta de Pablo a los Corintios es un himno al amor. Debería ser pegado en la cabecera de nuestro lecho matrimonial. Debería ser entregado a cada pareja de novios, a cada recién casados, a cada matrimonio en crisis. Es algo que deberíamos leer juntos cada noche y hasta utilizarlo a diario como devocional al levantarse.

¿Me permitirías que te lo comparta?

 

1Corintios 13:1 al 8  Si yo hablara lenguas  humanas y angélicas,  y no tengo amor,  vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe.

Y si tuviera profecía,  y entendiera todos los misterios y todo conocimiento,  y si tuviera toda la fe,  de tal manera que trasladara los montes,  y no tengo amor,  nada soy.

Y si repartiera todos mis bienes para dar de comer a los pobres,  y si entregara mi cuerpo para ser quemado,  y no tengo amor,  de nada me sirve.

 

(Prestá especial atención a lo que viene ahora)

 

El amor es sufrido,  es benigno;  el amor no tiene envidia;  el amor no es jactancioso,no se envanece, no hace nada indebido,  no busca lo suyo,  no se irrita,  no guarda rencor; no se goza de la injusticia,  sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre,  todo lo cree,  todo lo espera,  todo lo soporta. El amor nunca deja de ser;  pero las profecías se acabarán,  cesarán las lenguas y el conocimiento se acabará.

 

El amor nunca deja de ser… no te lo está diciendo un hombre. No te lo digo yo. El amor es para siempre. El que te diga lo contrario está siendo usado por el enemigo para llenarte de ideas que nada tienen que ver con Dios.

¿Entonces qué pasa con el matrimonio de este siglo? ¿Porqué son tan pocos los que consiguen permanecer unidos?

Un estudio realizado estadísticamente en nuestra Argentina  muestra que de cada 100 matrimonios de personas que hoy tienen entre 35 y 55 años, solamente 40 logran sobrevivir a los zacudones que afrontan. El resto, 6 de cada diez han fracasado.

Algunos dicen que la institución del matrimonio es una antigüedad pasada de moda, que lo mejor que pueden hacer nuestros jóvenes es” juntar las pilchas” y mientras están bien que sigan juntos, pero cuando comeinzan a llevarse mal o si ven que las cosas no funcionan como debieran, cada uno hace su valija… y a seguir con sus vidas cada cual por su lado.

El salmo 127 dice que si El Señor no edifica la casa, es en vano que trabajen los que la edifican. Una de las razones para la ruptura es sin duda el no haber puesto en manos de Dios la pareja, y permitir que sea Él el que la mantenga firme.

Una de las razones sin duda de tantos fracasos matrimoniales es la secularización que está viviendo nuestra sociedad. Las mujeres y los hombres de olvidaron de Dios. Solamente un 5% de la población de nuestra ciudad de Río Gallegos participa activamente de la vida de iglesia. Un 5% más se confiesan personas de fe pero escasamente participan en eventos de tradición social tres o cuatro veces al año.

El resto… el 90% restante aunque reconocen creer en un ser superior, no ponen sus vidas en manos de Dios. Y mucho menos sus parejas.

Y el salmo dice que tratarán, pero tratarán en vano. Se esforzarán y harán todo lo honestamente posible… pero si no es Dios el constructor… en vano trabajarán los que edifican.

 

Edificar un matrimonio en el Señor da una dimensión divina a la vida.

El poder leer la Biblia juntos, el orar al comenzar la jornada y al terminarla, el poner en manos de Dios cada situación dificil, el confiar en Él aún ante la amenaza del abismo…

Un deseo de servir al Señor juntos, un deseo de ser y hacer para el Señor.

 

Nadie duda que hay con mucha frecuencia vientos de tormenta. Muchos matrimonios no resisten las tempestades y se desbaratan.  La enfermedad, los deseos personales, las crisis económicas, los tiempos de crecimiento  y madurez distintos para el hombre y la mujer, la influencia de la familia de los conyuges, que siguen entrando a la intimidad del nuevo hogar irrumpiendo física o espiritualmente…

¿sigo enumerando?

Si estás casad@ podés construir largamente esta lista.

Pero los cristianos saben a quién acudir cuando la tormenta ruge.

Un matrimonio sólido se edifica en ese amor del que habla el pasaje de 1 Corintios del que hablábamos antes. Habla del amor de Dios, del amor ágape. Un amor que no tiene envidia, que no pide nada y solamente está dispuesto a dar. Un amor que no se llena de vanidad, no hace nada indebido, no busca dar prioridad a la necesidad personal antes que la de la pareja.

Un amor que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

Un amor que no se debilita, que nunca deja de ser.

No es la clase de amor que vemos en las películas americanas ni en las telenovelas latinoamericanas.

Yo quiero invitarte al desafío de pensar en estos términos el amor de tu pareja. Ser amable en palabras y en acciones, no pensar egoístamente, no ser grosero ni hacer nada indebido. Ser tardo en irritarse, ser tardo en perder los estribos.

Confiar, confiar, ¡confiar!

No guardar rencor, pensar que en medio de las discuciones se dicen muchas cosas que luego uno se da cuenta que cobraron una magnitud mucho mayor por el enojo.

Un amor que no se goza en la maldad, que no se alegra en la injusticia, que se goza cuando la verdad gana, cuando la crisis se resuelve, cuando el abrazo gana a la razón, cuando el beso invade la realidad de la mente.

Dios nos invita a construir nuestra pareja en una nueva forma de amor.  Quisiera desafiarte a pensar dónde estás parad@ en relación con estas cosas que compartimos en este programa.

Y si crees que necesitás ayuda, no dude ni un minuto en buscarla. Cada segundo que la aguja del reloj avance estarás más lejos de la posible solución.

Animate a permitir a Jesús que entre en la barca. Él es el Señor de las tormentas, él es el Señor de las crisis, Él es el Señor de la luz.

Más vale encender una vela que maldecir la oscuridad.

Dale, animate a comenzar esta jornada de una manera distinta. Tu pareja vale la pena, tu matrimonio vale la pena.

 

 

HECTOR SPACCAROTELLA          

Río Gallegos

Argentina

tiempodevocional@hotmail.com

www.puntospacca.net

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 16/01/2013 15:00
 
 
 
Asi es hermano, cada día un nuevo desafío, si ponemos a Dios en primer lugar El limará asperezas, aumentara el amor y la pareja crece y se une como Dios quiere con cada lucha y prueba que haya que enfrentar, buenisimo, Bendiciones, Araceli


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Lolis Navarrete Enviado: 10/03/2013 04:32
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