Correu electrònic:

Contrasenya:

Inscriviu-vos ara!

Heu oblidat la vostra contrasenya?

Fraternalmente unidos
 
Novetats
  Afegeix-te ara
  Plafó de missatges 
  Galeria d’imatges 
 Arxius i documents 
 Enquestes i Tests 
  Llistat de Participants
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Eines
 
Mensajes De Animo: CUANDO LA CONFESION NOS GOBIERNA
Triar un altre plafó de missatges
Tema anterior  Tema següent
Resposta  Missatge 1 de 3 del tema 
De: mujervirtuosa8  (Missatge original) Enviat: 02/02/2012 17:05

Cuando la confesión nos gobierna

Hace unos días, una mujer me pedía intercesión por una angustiante situación en su vida. Cada una de sus palabras estaba impregnada de dolor, derrota, desesperación.

Recordé entonces el episodio del profeta Elías con la viuda de Sarepta, que se describe en I Reyes cap. 17.  Elías le pide algo de comer y ella le ofrece pan que iba a preparar para ella y su hijo, con una última ración de harina y aceite que le quedaban… “para que lo comamos y nos dejemos morir”. Tal la declaración dela mujer. Y efectivamente así comienza a suceder. El hijo muere.

Los problemas son reales, de ninguna manera inventados. El dolor, la angustia, el miedo, la desesperación y la impotencia de no poder hacer absolutamente nada en tales situaciones, paraliza, bloquea. No es tanto el terrible problema por el que pasamos, sino el no poder hacer nada, lo que nos llena de angustia y nos desborda. Es como si la situación nos quedara grande lo que nos menoscaba, derriba; nos tiene tirados en el suelo sin poder levantarnos y con el pie del enemigo pisándonos la cabeza.

Hasta hace muy poco tiempo quien esto escribe, vivía pensando y diciendo: “Dios no me bendice, no me está ayudando”; “mi vida está en un callejón sin salida”; “estoy acabado”; “estoy bajo alguna clase de maldición”; “nada de lo que emprendo prospera” y cosas por el estilo. Vivía cada momento de mi vida en una tormenta de pensamientos negativos, amasando la angustia; con mis quejas y lamentos literalmente escarbando en el dolor una y otra vez. Había perdido el trabajo, la situación financiera comenzaba a resquebrajarse, y en los aspectos familiares notaba un gran retroceso. Densos nubarrones de tormenta amenazaban en el horizonte con llevarse todo lo que prácticamente una vida me costó construir.

La situación de la amada hermana que me escribió, los problemas de quien esto escribe, y la viuda de Sarepta, del cap. 17 del primer libro de Reyes, tienen al menos un denominador común: la confesión, la declaración.

Me costó darme cuenta de que a pesar de los otros problemas, la salud física y mi ministerio no se habían comprometido. “Gracias a Dios de salud estamos bien”. “Gracias a Dios, en lo ministerial no me ha ido nada mal” eran mis pensamientos y mi declaración. Y tal y cual. En esos aspectos las cosas marchaban bien. Tal vez no del todo como yo quería, pero andaban bien.

Pero en lo que yo mismo decía: “estoy acabado”, también se cumplía a rajatabla.

Debo confesar que necesité ayuda para poder poner mi mente y mi corazón a pensar en otro sentido. Recién cuando en oración pedimos a Dios que cortara todo lazo de maldad, revocara todo pacto con las tinieblas; pasado y presente, propios y de nuestros antepasados; que el Señor sellara toda puerta abierta al reino de las tinieblas; es cuando comencé a creer que la bendición de Dios, que la victoria ya estaba disponible para mí.

No fue sencillo. No fue fácil. Pedro pudo dar algunos pasos sobre las aguas mientras su mirada estuvo en el Señor Jesús. Se hundió cuando apartó la mirada del Autor del milagro, miró alrededor y la tormenta lo asustó.

Pues bien, así es mi vida. Y es que definitivamente: lo que creemos en nuestro corazón es lo que confesamos y declaramos. Mi confesión cambió cuando comencé a creer que Dios había terminado con su poder toda influencia de maldad sobre mi vida y la de mi familia.

Cuando comencé a creer en mi corazón y a confesar con mi boca, que este sería “mi año”. Cuando dí mis primeros y tímidos pasos de obediencia a consecuencia de la fe, arrepintiéndome y corrigiendo cosas que estaban mal o me alejaban de Dios, es cuando literalmente emprendí mi caminata sobre las aguas. Ya no me estaba ahogando y pude decirle a mis problemas cuán grande es Dios, no continuar lamentándome ante Dios por cuán grande es mi problema, cosas que son bien distintas.

Durante las últimas dos semanas recibí una bendición económica increíble y de quien menos lo esperaba; y hoy estoy trabajando en uno de los mejores Estudios de Ciencias Económicas de la ciudad.

Cuando nuestra propia confesión gobierna, los más dulces sueños se cumplen, pero las más terribles pesadillas también se hacen realidad.

Autor: Luis Caccia Guerra



Primer  Anterior  2 a 3 de 3  Següent   Darrer  
Resposta  Missatge 2 de 3 del tema 
De: Dios es mi paz Enviat: 03/02/2012 00:21
tremendo mensaje querida amiga, gracias, Araceli

Resposta  Missatge 3 de 3 del tema 
De: Lolis Navarrete Enviat: 23/03/2013 03:17
 photo 1aCORINTIOS136_zpsb6037b6d.gif


 
©2025 - Gabitos - Tots els drets reservats