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Tiempo devocional-Hector Spaccarotella: la mujer de la joroba
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De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 10/04/2013 20:39

La mujer de la joroba.


Lo que comparto hoy con vos fue escrito originalmente Por Anibal Sicardi de la iglesia metodista de Bahía Blanca y luego difundida en un programa de radio en esa localidad del país.

Te lo traigo porque tiene que ver con nuestra vida de fe. Porque el relato impacta en nuestra realidad como cristianos. Porque nos confronta y nos lleva a preguntarnos dónde estamos parados en relación con el Cristo al que proclamamos.

 
“La reunión fue en el mismo día y horario de todas las semanas.
En el recinto el público se distribuyó de la manera habitual. Los más importantes en los primeros lugares. El resto detrás.

Escondida, contra la pared, en la última fila, se encontraba una señora que jamás perdía estas reuniones. Como de costumbre, se acurrucaba hacia el final del lugar intentando pasar desapercibida y ocultar la joroba que cargaba desde hacía dieciocho años. Encorvada, como si fuese una pasa de uva arrugada, se sentía muy avergonzada por su problema físico.

El orador arrancó con su plática. Era una persona que comenzaba a ser reconocida en todas partes. Todos estaban atentos a sus palabras. En un momento se detuvo y miró a la señora de la joroba. Fue una mirada de largo alcance, no sólo por la distancia, sino por su contenido, por su visión.

Una mirada anunciadora de que la reunión comenzaría a derivarse sobre carriles no acostumbrados.

La señora se dio cuenta de que el orador la miraba y se sintió incómoda. Se acurrucó aún más, aunque no pudo con la tentación de mirar por el rabillo de sus ojos. Descubrió que, poco a poco, las cabezas de los presentes se movían clavando los ojos sobre ella.

Nunca había experimentado algo semejante. Asustada se dijo: “Tierra, tragame” Conocía las versiones del vecindario. Decían que tenía algo así como el mal de ojos, que algún espíritu maligno la dejó encorvada.

Miró hacia la puerta de salida. La tenía muy cerca. Comenzó a planear como escurrirse de ese lugar. Estaba en eso, cada vez más chiquita, cuando escuchó que el orador le decía: “Señora, por favor, venga para aquí”.

¡No! ¿Cómo iba a ir al frente de todos? Se quedó pasmada cuando los que estaban a su alrededor, comenzaron a apartarse formando un pasillo para que ella fuera hasta el orador. No sabía qué hacer, pero el escape ya era imposible.

Avanzó. La gibosidad se notaba mucho más que lo habitual porque a cada paso que daba se sentía más pasa de uva, más arrugada.

Joroba en alto. Mirada hacia abajo. Manos escondidas en su pollera. Creía ser el hazmerreír de todos los presentes. Llegó al frente del auditorio. Perturbada. No encontraba el modo de comportarse con todas esas miradas encima de su persona.

El orador se acercó y puso sus manos sobre ella. Por todo su cuerpo sintió correr el cariño que venía de ese hombre. Ya no se sintió objeto de burlas. Los gritos de los chicos “Cuidado, ahí va la jorobada” La sorna y el desprecio de los mayores, quedaron de lado. Alguien la quería.



No se recobraba aún de su sorpresa cuando escuchó las palabras del orador: “Señora, ahora queda liberada de su enfermedad” No discernía si esas palabras eran una broma o eran en serio, pero percibió que su cuerpo se enderezaba. Su rostro se alzaba cada vez más. De repente se dio cuenta que estaba derecha. A la misma altura que el hombre.

Lo miró a los ojos. En ellos descubrió la gran humanidad de ese personaje, al mismo tiempo que corroboraba, una vez más, que estaba erguida. No necesitó extender sus manos hacia su espalda para saber que la joroba había desaparecido. Sólo se le escapó un: “Gracias a Dios” y al escuchar el sonido de sus propias palabras, se atrevió a repetirlo: “Gracias a Dios. Gracias”.

La mayoría de los presentes quedaron asombrados y también repetían el “Gracias a Dios”. Sin embargo, algunos de los que estaban en los primeros lugares comenzaron a criticar al personaje de marras. Decían “Pero hoy nos reunimos con otro motivo, no para ver como una jorobada se endereza. Esto está fuera de las normas”

El orador les contestó “Uds. son muy cuidadosos con sus animales, cuando alguno de ellos tiene problemas enseguida salen a solucionarlos, sea el día que sea, ¿Por qué no quieren hacer lo mismo con las personas?”

La inteligencia del orador se mostraba con la leve ironía de sus palabras que escondían la verdad conocida por todos. Algo así como “Les preocupan sus animales pues tienen que ver con sus economías, pero no les interesan las personas necesitadas, como esta señora enferma.”

¿Se imagina de dónde salió esta historia? ¿Adivinó quién es el inteligente orador de mirada de largo alcance y compasión infinita? Sí. Su conclusión es correcta. Se trata de un relato bíblico sobre la vida de Jesús. Se encuentra en el evangelio de Lucas en el capítulo trece.

La objeción de los personajes importantes se debía a que el día de la reunión era un sábado y que en ese día no se podía hacer nada de nada, según mandaba la ley. Jesús les replica que no hacen así con el buey o el asno, pues cuando tienen sed los llevan a tomar agua aún si es sábado, preguntándoles “¿qué mal hay en sanar en día sábado a esta mujer que hace dieciocho años lleva la carga de la joroba?”

Y no se quedó con eso. En voz alta, para que la audiencia escuchara, agregó “¿A quién quieren engañar?”

Genial que en la literatura del primer siglo surjan escritos, como este del evangelio, donde los considerados despreciables pasan a ocupar el primer lugar. Un aspecto que merece ser rescatado.

¿Y hoy qué ocurre? Sí, ustedes están en lo correcto, al relacionar esta historia de Jesús con episodios de la vida contemporánea. Aquellos en que algunos dirigentes se ocupan de sus cosas personales y postergan disposiciones que benefician a los y las necesitadas. O los que comienzan a buscar pretextos para dilatar las decisiones cuando alguien propone mejorar la situación de esas personas.

En aquella época fue la excusa religiosa. Ahora son excusas por determinadas reglas de la economía. En los primeros asientos del poder o de los medios de comunicación están los hombres y mujeres catalogados como los más importantes. Los poderosos. Los famosos. Las famosas. La mayoría de ellos dispuestos a seguir sólo el orden del día sin lugar a lo humano. Las demás personas sólo tienen lugar cuando “les crecen las jorobas” y se las coloca en los rincones de los despreciables.

“Gracias a Dios” decía la jorobada en el relato bíblico. Y si, Jesús es así. Toca a una persona y la transforma. La libera de su carga. Jesús vino para liberarnos de la giba y enderezarnos para mirar y vivir la vida con dignidad. Como verdaderos hijos de Dios, herederos de su salvación.

Sería bueno analizar como transitamos nuestros días. ¿Con la cabeza gacha o la frente erguida? ¿Cómo uva pasa o como hijos de Dios? ¿Siguiendo las leyes de nuestra conveniencia o dándole prioridad a lo humano y solidario a pesar de los problemas que esto pueda causarnos?”

Hermoso el texto, y doloroso, porque nos damos cuenta que demasiadas veces hoy seguimos parados como fariseos en nuestras congregaciones. Buscando sentarnos en los sitios destacados, buscando un título ministerial, una referencia de liderazgo que nos asocie, y en muchos casos eso va alejándonos de los que mas necesitan ayuda, de los que no se animan a salir del rincón de donde están, de los que se averguenzan de su realidad y creen que no merecen acercarse a la plataforma a buscar ayuda del Señor.

Los veo, los ves todos los días.

Me ha pasado en demaiadas ocasiones que cuando hablo con esas personas me dicen “gracias por tus palabras, me siento demasiado sol@”.

Cuando pregunto por tal o cual hermanito de la iglesia, escucho que se fue, que se está congregando en otro lado. ¿porqué? Porque no se sentía contenido.

Demasiado frecuente.

Y me pregunto cuántos de estos corazones que alguna vez se acercaron a nuestras iglesias buscando ayuda, terminaron alejándose para nunca más volver.

El texto de Lucas 4 sigue confrontándome con la realidad que vivo.

Pasa el tiempo, ya hace 14 meses que sigue golpeándome día tras día:

 

Lucas 4:16 al 21  Llegó a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre, entró en la sinagoga el día de reposo, y se levantó a leer.

Le dieron el libro del profeta Isaías, y abriendo el libro, halló el lugar donde estaba escrito:

EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI, PORQUE ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO A LOS POBRES. ME HA ENVIADO PARA PROCLAMAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS, Y LA RECUPERACION DE LA VISTA A LOS CIEGOS; PARA PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS;

PARA PROCLAMAR EL AÑO FAVORABLE DEL SEÑOR.

Cerrando el libro, lo devolvió al asistente y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en El.

Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído.

 

Jesús está haciendo referencia a Isaías 61.

El mismo libro solamente unos versos más adelante, dice:

 

Isaías 61:5 y 6  Se presentarán extraños y apacentarán vuestros rebaños, e hijos de extranjeros serán vuestros labradores y vuestros viñadores.

 Y vosotros seréis llamados sacerdotes del SEÑOR; ministros de nuestro Dios se os llamará. 

 

El profeta nos asigna la responsabilidad de ministrar la bendición. Nos nombra como sacerdotes entre los “extranjeros” que vendrán a intentar buscar refugio y futuro en nuestras congregaciones.

Jesús después hace lo mismo, nos transfiere el manto de la unción dándonos la posibilidad de estar atentos a quienes lo necesitan para ministrar su tiempo de gracia.

¿Qué haremos?

¿Seguir peleándonos a los codazos por tal o cual puesto en la iglesia o mirar hacia atrás para ver quienes están tan sucios, deformes, lastimados, ciegos, prisioneros por la realidad de sus vidas que se quedan en un rincón y se ocultan para pasar disimulada su miseria?

Como dice un escritor cristiano, “la respuesta está en tus manos”.

 

HECTOR SPACCAROTELLA          

tiempodevocional@hotmail.com

www.puntospacca.net

 

Nota. Reflexión presentada en “Pensemos juntos la vida”, el programa semanal de radio de la Iglesia Metodista Central de Bahía Blanca. La reflexión es preparada por el pastor Aníbal Sicardi y pasada a la consideración de cuatro personas para opiniones y sugerencias. Luego, la edición radial es realizada por Rubén Ash. Todas esas personas son participantes de la congregación local.

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Lolis Navarrete Enviado: 22/06/2013 02:27
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