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Tiempo devocional-Hector Spaccarotella: En el límite
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 04/04/2014 21:02

En el límite

 

Hch 17:28  porque en El vivimos, nos movemos y existimos, así como algunos de vuestros mismos poetas han dicho: "Porque también nosotros somos linaje suyo."

 

Hay muchos ejemplos de esto que comparto hoy, alrededor mío, en amigos y conocidos y en autores famosos cuyos libros hoy podemos acceder a leer.

El vivir situaciones límites de salud en los que uno se siente en el borde de la vida, nos confrontan con quienes somos y qué hemos construido, nos dan la oportunidad de revisarnos en cuerpo, alma y espíritu y nos llenan de mensajes divinos que vienen a través de distintas personas y situaciones.

Esos mensajes dicen mucho, porque son un reflejo de la cantidad de amor dado y recibido a lo largo de la vida en la relación con los demás y también en relación con uno mismo.

Y la reacción de quienes tenemos a nuestro alrededor, pareja, familia, amigos, conocidos, nos muestra cómo estuvo ese feedback de ida y vuelta con ellos.

Uno puede hacer un balance al ver esta película de nuestra vida. Y el hacerlo nos da la oportunidad de vivir una auténtica experiencia de conversión, un giro de 180 grados en muchos aspectos de nuestro vivir que no estaban funcionando como debieran.

Uno puede sentir haber hecho mucho, haber construido una hermosa familia, una empresa, un pasar económico.

Sentirnos bien porque conseguimos un nivel de estudio, hemos hecho carrera, hemos sido personas de bien.

Pero allí en el límite, frente al abismo, eso no alcanza. Las palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas capítulo 9 son bastante claras:

 

Luc 9:25 Pues, ¿de qué le sirve a un hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se destruye o se pierde?

 

El 85% de las enfermedades que vivimos las personas son evitables. Te hablo desde un resfriado a un cáncer. Y en general están originadas en nuestro descuido, en nuestra falta de cuidado.

Claro que muchas veces ese descuido de nuestro cuerpo no es consciente. Ignoramos que determinados alimentos nos están haciendo daño, o que determinados medicamentos en lugar de ayudarnos terminan sanando un síntoma solamente mientras que el proceso de enfermedad continúa y se agrava o que determinados hábitos son malos.

Vos me escuchaste o me leíste cuando he dicho que el tesoro más preciado que Dios puso en nuestras manos es la pareja.

Y ahora me pregunto si eso es realmente cierto. Si en realidad antes que la pareja está nuestra humanidad; si lo más valioso, lo que más tenemos que cuidar es nuestra propia persona.

¿De qué vale (dice Jesús) haber ganado el mundo entero si nos destruimos a nosotros mismos?

El descuido de nuestro cuerpo y de nuestra alma puede inclusive terminar dañando a nuestra pareja.

Y empecé por la pareja, pero también daña nuestra relación con el mundo del trabajo, con todo nuestro entorno.

Vienen muchos ejemplos a mi mente, algunos en mi propia experiencia y otros en relación con personas que conozco.

Después de haber vivido una fuerte crisis personal y familiar en 1995, descuidé mucho mi aspecto físico. Mi higiene, mi vestir, mi peso. Llegó un momento en que mi esposa me dijo “basta”. Hasta aquí llegamos. “O reaccionás o terminó el matrimonio”. Esta era otra situación como las que describo, y por amor mi cónyuge se vió obligada a confrontarme con el espejo, porque agobiado por la culpa, me estaba matando lentamente.

Afortunadamente tuve la oportunidad y pude reaccionar a tiempo de aquella crisis, y mi matrimonio sigue andando, puedo decir con seguridad que realmente renovado.

 

Otro ejemplo está en los jóvenes. Estoy preparando otra reflexión tratando temas que tienen que ver con ellos, pero te pongo ahora un par de ejemplos.

Por moda los chicos están usando piercing (esos aritos que se colocan en distintas partes del cuerpo). Está absolutamente probado que eso no les hace bien. Que los daña. Que trae un sin número de complicaciones.  Pero me paro en otro lado, en el de alguien que está ofreciendo trabajo y recibe a un postulante con un piercing en un labio o en la nariz. Vos me dirás que esos adornos no tienen nada que ver con el buen rendimiento laboral. Sin embargo ciertamente no incorporaría a un empleado con ese aspecto.

Otro ejemplo en los jóvenes es el mal manejo de sus horas de sueño. Ellos pueden dormir 3 horas y seguir todo el día despiertos. Pero su rendimiento no es el mismo, el aspecto de la piel de su rostro tampoco lo es. Llegan tarde, faltan demasiado. Terminan perjudicándose a ellos mismos y hasta perdiendo el empleo.

El no saber cuidarse los termina perjudicando mucho.

 

Y eso mismo pasó con mi salud. Vos sabés que pongo en esto que comparto con vos mis propias experiencias.

Y la mía no se aparta de esta ley. Caí por descuido. Porque no me supe cuidar. O porque sabiendo cómo hacerlo no lo hice.

 

Txumari Alfaro, un médico español escribió en uno de sus libros que “sólo tú mismo puedes ser el protagonista de tu curación, por tanto debes implicarte completamente en la tarea de recuperarte. Esto requiere cambiar algunos hábitos de vida en lo que se refiere a la forma de comer, de manejar tu tiempo de trabajo, ocio, deporte, tabaquismo, alcohol, consumo de dulces, etc. (…) La recuperación de la salud y su mantenimiento dependen en gran medida de que seas capaz de adquirir unos hábitos de vida saludables.(…) No hay enfermedades sino enfermos”. (Medicina -Biológica, ediciones B)

Mientras estaba en Buenos Aires derivado por un problema de salud que casi me cuesta la vida, escuché a través de internet un programa mío de Tiempo Devocional grabado, en el que hablaba de nuestra actitud pasiva esperando que los médicos hagan algo, que los medicamentos hagan algo, que Dios haga algo para recuperar nuestra salud. 

 

¿Y qué pasa con nuestro aporte?

 

Creo que ya es tiempo de ser protagonistas de un cambio.

Esa es la oportunidad que se abre después de la crisis. Algunos la saben aprovechar y generan reacciones en sus vidas que son muy favorables, un volantazo que permite un giro suficientemente radical como para que las cosas cambien.

En otros el llamado de atención no es suficiente. Uno se asusta cuando se encuentra canalizado por sueros, con inyecciones, sobre la camilla de un médico, en una cama de terapia intensiva, cuando ve los resultados de los análisis clínicos pintados de rojo…

…Pero cuando vuelve la salud esto se olvida y la persona sigue castigándose como lo hacía antes (y en algunos casos peor).

Tuvieron la oportunidad y la desaprovecharon.

Hace unos días hablaba con un amigo que hace dos años no veía. Lo vi cambiado y le pregunté si estaba bien, a lo que él me respondió que ahora sí, pero que estuvo todo el año pasado recuperándose de un cáncer de colon , que lo obligó a tomar quimioterapia, radiaciones, una cirugía en la que le quitaron una porción de intestino y muchos otros etc.

Entonces le pregunté si se estaba cuidando, y me miró con un signo de interrogación en el rostro.

Claro-le dije-. Es que el tumor es muy probable que haya sido generado por una alimentación inadecuada. Es vital que ahora te alimentes restringiendo las carnes rojas, y aumentando sensiblemente el consumo de vegetales preferentemente crudos.

Me dijo: “es que yo soy un carnívoro”… las decisiones estaban en sus manos, claro. Pero tampoco se limitaban a su cuerpo. Le dije si había recibido un shock emocional importante en el último tiempo, a lo que me respondió: “si, perdí a mi esposa, que falleció hace 3 años”. Comprendí que ese era también un disparador de la enfermedad, por lo que le recomendé que recurriera a ayuda profesional psicológica, clave también para mejorar y restaurar su vida.

¿Y cómo está tu relación con Dios?... volvió a mirarme perplejo, para decirme que nunca había creído.

Cuerpo, alma, espíritu. La integridad del ser. Nuestra salud y nuestra calidad de vida dependen del cuidado de todos los aspectos de nuestra humanidad.

Y gruesamente está en nuestras manos, de nadie más.

 

Una autora decía que las crisis de salud son como luces rojas de alarma que se encienden. Podemos hacer dos cosas, una es parar y ver porqué se encendió la luz, reparando lo que no está funcionando bien. La otra, aflojar la lamparita para que la luz ya no se encienda.

Y en este segundo caso, el problema seguirá estando aunque no veamos la alarma. El daño podrá hacer colapsar completamente nuestro cuerpo.

 

El doctor Cloud, un psicólogo cristiano, escribió uno de los libros que más impactaron mi vida en el último tiempo. Te lo recomiendo. Su título es CAMBIOS QUE SANAN. (Editorial vida).

En el libro que te menciono, el autor escribió: “Todo el que ha vivido se ha encontrado con un problema en particular: haber nacido siendo un ser pequeño en un mundo de personas grandes, y haber recibido la tarea de convertirse en una persona adulta con el correr del tiempo. Todos nacemos niños bajo la autoridad de adultos, y con el tiempo debemos convertirnos nosotros mismos en autoridades y estar a cargo de nuestra vida”.

Un profesional de la salud cristiano, que dice más o menos lo mismo que decía el otro médico que mencioné antes.

 

Un niño depende de adultos que lo guíen, que lo vistan, que lo alimenten, que lo cuiden.

Un adulto en cambio debe hacer esto solo.

 

Y vuelvo a repetirlo, ser adulto es ser protagonista de nuestra propia vida.

Protagonista de nuestra propia salud y enfermedad.

Cuando nos enfermamos miramos al Cielo y hasta nos enojamos con Dios. “¿Por qué permitiste que esto pasara?”

Me pregunto hasta qué punto nosotros estamos estorbando el obrar de Dios en nuestra vida.

 

Hch 11:17 Por tanto, Dios les dio a ellos el mismo don que también nos dio a nosotros después de creer en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para poder estorbar a Dios?   

 

Si estás escuchando o leyendo este mensaje es porque tiene que ver con tu vida, así como tiene que ver con la mía.

 

¿No estamos estorbando el obrar de Dios?

¿No estamos colaborando en enfermar y destruir nuestro cuerpo?

 

1Corintios 6:19 ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?

 

El Señor eligió habitar en nuestro cuerpo.

Imaginate que recibís un huesped en tu casa. ¿Cómo lo atendés? ¿Le das una habitación para dormir toda revuelta y mugrienta? ¿Una cama con el peor colchón y sábanas sucias? ¿Le das de comer comida podrida?

Eso creo que estamos haciendo con nuestro cuerpo. Es necesario que tomemos conciencia de que “no somos nuestros” como dice Pablo en la cita de 1 de Corintios que te leí.

Decidámonos a actuar como adultos, y no sigamos esperando que todos (incluso Dios) a nuestro alrededor hagan algo para cambiar una realidad que depende en gran medida de nosotros.

 

HECTOR SPACCAROTELLA          

tiempodevocional@hotmail.com

Río Gallegos, Argentina



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 04/04/2014 23:12

Gracias Hector!  Que descanses, Araceli


 
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