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Tiempo devocional-Hector Spaccarotella: ERROR, DESCUIDO Y NIEBLA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 04/05/2014 20:53

ERROR, DESCUIDO Y NIEBLA

Eclesiastés 9:9 (versión para matrimonios)  "Goza de la vida con el cónyuge que amas, en los fugaces días de la vida, pues el cónyuge que Dios te dio es la mejor recompensa por tu trabajo aquí en la tierra"

 

Otra historia real, que cuando la pienso me llena de asombro y preocupación.

Una historia de dos aviones.

Uno era un Boeing 727 de Iberia. El otro era un DC-9 de Aviaco. Ambos estaban cargados de pasajeros, y ambos corrían por la misma pista. Era la pista de despegue en el aeropuerto de Barajas en Madrid, capital de España.

Pero lo increíble fue que los dos aviones de pasajeros no corrían en el mismo sentido, estaban despegando cada uno en un extremo de la pista y en sentido contrario.

El choque que se produjo fue fatal.

Del terrible accidente resultaron muertas noventa y tres personas, además de muchísimos heridos, tanto del Boeing como del DC-9.

Fue uno de los más graves accidentes ocurridos en Madrid en el siglo veinte. Seguramente te preguntarás tan asombrado como yo, cuál fue la causa.

Si leemos los diarios del día del accidente, los titulares dijeron «Error humano, descuido y niebla cegadora»

Dicen que los aviones son el medio de transporte más seguro. La realidad estadística muestra que es mucho más probable tener un accidente en un micro de pasajeros que en el aire. Hay en realidad pocos accidentes de aviación en comparación con los miles de vuelos que se realizan todos los días alrededor del mundo.

Sin embargo, cada vez que hay un accidente grave, la prensa mundial conmueve la opinión pública.

Es llamativo además que la mayor parte de estos accidentes que cuestan centenares de vidas humanas se atribuye al descuido humano, a la falta de previsión o a no tener señales adecuadas. En ese accidente de Madrid, la causa fue una niebla cegadora, que apenas dejaba ver, y una falla en la torre de control que le dio pista a dos grandes aviones al mismo tiempo.

En el sitio web “conciencia”, se hace una comparación entre los accidentes de aviación y las relaciones entre las personas, especialmente en un matrimonio.

Así como sucede con los accidentes aéreos, podríamos decir que las tragedias que perjudican a las personas, afectan los matrimonios y destruyen los hogares se deben también a «error humano, descuido y niebla» que enceguece”.

Quienes llevamos varios años de casados, y que hemos visto el funcionar de muchos matrimonios sabemos por experiencia que un matrimonio que llega al juzgado para ponerle fin a su relación conyugal, no llega allí por obra del destino, o de la mala suerte, o de situaciones externas a esa pareja. Tampoco pueden atribuirse las causas a un solo de los miembros del matrimonio.

 ¿Cuáles son las causas que han provocado el divorcio?

En muchísimos casos (demasiados) el error humano, de él o de ella, como por ejemplo al entregarse a un amor prohibido. En otros, el error humano de ya no confiar en el otro.  

También hay descuido.

Descuido de los votos que se hicieron al comienzo de su vida matrimonial.

Cuando empecé a trabajar con matrimonios en crisis, me encontré que cuando uno de los miembros de la pareja se quiere divorciar, el otro dice “yo no me voy a separar, porque no quiero romper los votos que hice al casarme, frente al altar.  Allí dije “hasta que la muerte nos separe”.

¿Cómo seguir sin embargo adelante con un matrimonio en el que sólo uno de los dos quiere continuar?

Hablé esto con un pastor conocido, y él me dijo sabiamente que la ruptura de los votos matrimoniales se había hecho mucho antes, al descuidar la pareja y permitir que llegue a este estado. Ya no hay votos que proteger, porque han sido quebrados antes.

Descuido de las eternas leyes de Dios.

Descuido del amor.

Descuido de la comunicación y compañerismo imprescindible entre esposo y esposa para mantener la unidad y la felicidad.

Descuido de darle al matrimonio la prioridad que necesita en nuestras vidas. Otras necesidades comienzan a ascender en la escala de prioridades. Algunas de ellas socialmente aceptables como el demasiado trabajo, o el liderazgo en la iglesia, o la atención de situaciones familiares.

La pareja se va deteriorando y los corazones se van alejando sin que ninguno de los dos tome la iniciativa de correr hacia el otro.

 

Error humano, descuido y niebla cegadora decían los titulares de los diarios en aquel accidente que no había sido tal.

Las mismas causas que en demasiados casos de que más de un 60% de los matrimonios de nuestras generaciones termine destruido irremediablemente.

Niebla cegadora.

Niebla, que no nos deja ver las cosas como realmente son, que distorsiona la realidad, que engaña haciendo ver al otro más lejos de lo que realmente está.

Niebla de falsos conceptos del amor. Que muestra una forma de relación basada en el ego, en el YO, que busca satisfacerme a mí antes que a mi pareja. Amor erótico, que se da a cambio de algo, que no es gratuito.

Niebla de la conciencia, que se va opacando y oscureciendo. Que no permite escuchar una voz que incuestionablemente nos muestra que la dirección es otra. Niebla que termina nublando la mirada propia, hasta hacernos creer que “no tiene nada de malo” una decisión que termina lastimando al otro en lo más profundo de su alma.

Al acallarse la conciencia se pierde la línea que marca la separación entre lo bueno y lo malo, entre lo hecho bien y lo que por ninguna razón tenemos que hacer.

Niebla que ciega la conciencia para que no importe hacer el mal. Niebla que enceguece, de una mala moral cuya sola base es el egoísmo.

Casualidades que no son casualidades. Accidentes que no son accidentes en la medida en que las personas contribuyen negligentemente a que pasen.

 

Errores que terminan costando vidas.

Descuidos que terminan costando matrimonios.

Niebla que engaña haciendo ver lo que no es.

 

Si estás escuchando o leyendo este mensaje, es porque tiene que ver con tu vida.  Es posible que te estés dando cuenta que has tomado decisiones equivocadas, que están a punto de que suceda algo terrible que puede afectar el futuro de tu matrimonio o de tus hijos.

Y que te puedas dar cuenta que no sirve de nada que le eches culpas al destino, a la mala suerte o al otro. Ya no es tiempo de echar culpas, es la hora de mirarse hacia adentro para reconocer que hay cosas que estoy haciendo mal.

Que es tiempo de pedir perdón y de perdonar.

Que es tiempo de reconstruir, de reavivar el fuego ahora que todavía hay brasas encendidas.

Y de darte cuenta que solo no podés, que necesitás ayuda.

Necesito decirte que el Dios de amor al que seguís y al que amás, puede darte la ayuda que necesitás. Solamente tenés que dedicar tiempo a escucharlo, porque tiene cosas para decirte. Y que luego de escucharlo lo obedezcas.

Hacelo por esa familia hermosa que tenés. Es el mejor y más valioso tesoro que Dios puso en tus manos. 

Los aviones están en la pista, los pilotos están acelerando y a punto de soltar el freno para que las máquinas comiencen a moverse. Una vez que estén en marcha en rumbo uno contra el otro y se estrellen, no servirán de mucho las lágrimas.

Tenés la claridad suficiente que te da una luz poderosa que puede romper la niebla que todo lo muestra gris.

Me gustaría que leyéramos juntos una cita de la primera carta de Juan, en una versión no impresa para matrimonios que siempre uso cuando hablo de temas de pareja (es en realidad Reina Valera 1960 adaptada).

 

1Jn 4: 7 al 21 Amados, amémonos unos a otros con nuestra pareja, porque el amor es de Dios.  Todo aquel que ama a su cónyuge es nacido de Dios y conoce a Dios.

El que no ama a su cónyuge no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros: en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por él.

En esto consiste el amor a su cónyuge: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.

Amados, si Dios así nos ha amado, también debemos amarnos con nuestro cónyuge.

Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos con nuestro cónyuge, Dios permanece en nosotros y su amor se ha perfeccionado en nosotros.

En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.

 Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.

Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.  Dios es amor, y el que permanece en amor con su pareja, permanece en Dios y Dios en él.

En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como él es, así somos nosotros en este mundo.

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo.  De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

Nosotros lo amamos a él porque él nos amó primero.

Si alguno dice: “Yo amo a Dios", pero no ama a su cónyuge, es mentiroso, pues el que no ama a su cónyuge a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Y nosotros tenemos este mandamiento de él: “El que ama a Dios, ame también a su cónyuge".

HECTOR SPACCAROTELLA          

tiempodevocional@hotmail.com

www.puntospacca.net

Inspirado en un texto del sitio www.conciencia.net

 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Dios es mi paz Enviado: 31/12/2014 01:53





Que tengas un buen fin de año y muchas 




bendiciones en el año que 







esta noche comienza,Dios bendiga tu hogar, 






Araceli 


 
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