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General: llamar a Jesús “Señor”
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De: hectorspaccarotella  (Missatge original) Enviat: 08/01/2016 14:40

"Por tanto, os hago saber que nadie que hable por el Espíritu de Dios llama anatema a Jesús; y nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo." ( CORINTIOS 1 12 : 3 )

Parece sencillo el desafío de Pablo en Corintios. Cualquiera puede abrir su boca y decirle “Señor” a Jesús. Sin embargo, este versículo tiene una profundidad que te invito a descubrir en oración, de modo que tu propia vida pueda pasar a través de él, para saber con cuanta integridad le llamas “Señor”.

No es cuestión de decirlo a voz en cuello. Jesús mismo dijo: “No todo el que me llama Señor, Señor entrará al Reino de los Cielos” (Mateo 7:21). Asumir a Jesús como Señor es también aceptar la sumisión a su Señorío, con nuestro cuerpo,nuestra voluntad,nuestras emociones y sentimientos,nuestro pensamiento y nuestro espíritu.

Es Asumir que no somos nuestros. Es someter mis decisiones, mi actividad ministerial, mi vida de pareja, la relación con mis hijos, con mis compañeros de trabajo, al Señorío de Cristo.

Es someter la salud de mi cuerpo, atenderlo adecuadamente, recurrir a los médicos aún en forma preventiva, cuidar la calidad y la cantidad de los alimentos que comemos, al Señorío de Cristo.

Es someter mi enojo con mi hermano, familiar, compañero al Señorío de Cristo.

Es someter mi voluntad y actuar en obediencia, y obediencia hasta la cruz.

Es estar dispuesto a hacer lo que Dios pida, cuando Él lo pida, donde Él lo pida, no importa lo que Él pida.

Decir que Jesús es el Señor es entendernos como esclavos voluntarios, como esclavos de amor. La palabra griega que se usa para “siervo” en el Nuevo Testamento es “Doulos”, cuya traducción es “esclavo”.

Aceptar que fuimos comprados y entonces no somos nuestros. y Jesús de Nazareth es nuestro Señor. a eso se refiere Pablo en Corintios.

Para llamar a Jesús “Señor”, debemos mirarnos al espejo y reconocernos como “doulos”, es decir siervos, esclavos. Al usar este término para describirnos estamos expresando absoluta devoción y sujeción a Cristo, estamos expresando una actitud de absoluta  obediencia hacia Él, algo a lo que no sólo los apóstoles o los pastores y ministros fueron llamados, sino todos los que somos de Cristo. Es esa obediencia incondicional la que nos va habilitar para ser siervos efectivos y eficientes.

Esa obediencia comienza en nuestras vidas cuando renunciamos a otros “señores”, nos identificamos con Cristo, descubrimos en la Escritura cuál es su voluntad, vivimos de acuerdo a ella, y conscientemente nos alejamos de intereses que son contrarios a la voluntad de Dios, aún y cuando estos intereses (gustos, hábitos, preferencias o tendencias) hayan sido importantes para nosotros en el pasado.

Estas palabras de Pablo que parecían tan sencillas de expresar, se convierten en un desafío a trabajar en el resto del tiempo que nos quede en esta vida. Y no podremos solos, es por eso que el apóstol dice en Corintios que “ nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por el Espíritu Santo."

Sin el auxilio, la ministración y la provisión del Espíritu Santo, esta meta es imposible de conseguir.

Como Daniel, pudimos haber respondido, “Sí, yo puedo” , pero contestemos al mundo espiritual lo mismo que él respondió: “¡No! No puedo, PERO DIOS PUEDE”.

Que así sea.

Héctor Spaccarotella (tiempodevocional@hotmail.com)



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De: Dios es mi paz Enviat: 10/01/2016 23:50

Gracias hermano por estar cada día en este sitio, les mando muchos cariños!

bendiciones, Araceli



 
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