LA ORACIÓN ESPIRITUAL
El título parece contradictorio. ¿Es que hay
oraciones que no son espirituales?
Te invito a cuestionarte igual que lo hago yo, en
intimidad sobre este tema. ¿Cuánto de nuestras oraciones son motivadas por el
Espíritu Santo? ¿Cuánto de nuestro obrar en actividades ministeriales por
ejemplo tiene como origen una indicación clara de la voluntad del Señor?
¿Es Él quien nos impulsa o nuestro ego? ¿Es Él
quien nos envía o nuestro deseo de hacer lo que nos gusta? ¿Es Él quien nos
llama al servicio, o es la estructura religiosa humana la que nos mueve hacia
adelante?
Estar preparados para el ministerio, a ojos del
Señor no implica necesariamente una formación intelectual (aunque no estoy
negando su importancia). Tampoco lo determina nuestra antigüedad en Cristo o el
ser de cuna cristiana. Incluso llevar una vida devota de oración ritual (todos
los días, a determinada hora del día, con determinada forma que ya conocemos).
No estamos preparados aún después de haber sido
nombrado por hombres o por ninguna estructura humana. No nos otorga derechos
las rodillas gastadas. Ni una biblioteca abundante, ni las obras de piedad, ni
la sensibilidad ante la necesidad del otro.
Watchman Nee, el prolífico autor cristiano de
origen chino, escribió en su libro “El Hombre Espiritual”:
“La obra de Dios excluye cualquier
posibilidad de mezcla con ideas humanas. Aun cuando el motivo sea bueno y la
acción traiga beneficio al hombre, Dios no permitirá que iniciemos nada que le
obligue a El obedecer la dirección del hombre. Los creyentes únicamente tienen
derecho a hacer lo que Dios les diga que hagan. No tienen derecho de decirle a
Dios lo que Él debe hacer. Además de obedecer la dirección de Dios, los
creyentes no pueden contribuir en nada a Su obra. Dios no participará en
ninguna obra que sea iniciada por la voluntad del hombre, no importa cuánto ore
éste por ellas; la voluntad del hombre sólo hará que las oraciones sean
carnales”.
El autor de este párrafo escribe con dureza. Nos
golpea, nos confronta, trae incluso a nosotros convicción de pecado. ¿Cuándo
nuestra oración busca pedirle a Dios que haga algo? ¿Somos nosotros los que
tratamos de convencerlo de la necesidad de su acción divina? ¿o simplemente
siervos obedientes a lo que Él nos dice que hagamos? ¿Cuántas veces tratamos de
“empujar”, de “motivar”, de “negociar”, de hacer pactos con Dios en lugar de
buscar en oración profunda, silenciosa, cuál es Su voluntad?
Te invito a que revises, igual que lo estoy
haciendo yo hace meses, cuánto de lo que es hasta ahora tu búsqueda de Dios es
en realidad la construcción de tu relación con Él.
¿Nos mueve el Espíritu Santo?
Si no fuera así, aunque los frutos fueran buenos a
nuestros ojos, estaríamos construyendo obras muertas.
Si el SEÑOR no edifica la casa, en
vano se esfuerzan los albañiles. Si el SEÑOR no cuida la ciudad, en vano hacen
guardia los vigilantes. En vano madrugan ustedes, y se acuestan muy tarde, para
comer un pan de fatigas, porque Dios concede el sueño a sus amados. (Salmos 127, 1 y 2)
HÉCTOR SPACCAROTELLA (tiempodevocional@hotmail.com)