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Hojeaba viejas revistas
‘Liturgia Cotidiana’, de la editorial San Pablo, para recoger direcciones de
algunos poetas cristianos a los que —como a mí— les publicaron en ellas algunos
trabajos. El propósito era enviarles algunos párrafos de la encíclica ‘Laudato
Si’, del Papa Francisco, como ya lo estaba haciendo con mis amigos. En esa tarea, di con una poesía que me estremeció por su belleza, y me interpeló con
su contenido. El poema es el que transcribo a continuación:
COMO EN EL CUENTO
Y hablando de ya no saber, no me di cuenta que pretendía humildad y proclamaba nacimiento, cuando la máscara de la
hipocresía
seguía enmascarando mi soberbia.
Y continuaba sin saber que no
sabía,
hablándole a Dios…sin todavía creerle
ni entenderlo. seguía necio
Me miro en el espejo y sigo sin creerme…
¿Qué será de los demás entonces?
¿de aquellos que deberían aceptar un mensaje
que no soy digno de dar…si quiero ser honesto?
¡Hablas de verlo, pides a gritos
su mirada (me dijiste) Y todavía no entiendes que esos
ojos
no pueden ser vistos con los de tu cuerpo!
Hablas de verlo (me dijiste)
y las puertas de tu corazón siguen cerradas. ¿Cuántas veces has leído?
¿Cuántas veces?” He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo”.
¿Has de creerle al fin? ¿O seguirás con hambre,
desfalleciendo de frío mientras él sigue allí,
esperando que le abras para entrar en tu casa y cenar
contigo?
¡Necio! Llenes tu boca de palabras Pero tu corazón sigue
endurecido. ¡Necio! Como fariseo hablas y no
sientes,
como fariseo enseñas y no crees.
Mientras afuera el mundo sigue
esperando,
mientras los niños mueren,
mientras el tiempo acaba. Acaba.
Héctor Spaccarotella
Lo cierto es que ese poema —creo que más bien debería decir
el Espíritu, por su intermedio— me inspiró a enviarle un mail al autor, que dio
origen a un intercambio de mensajes e ideas que fueron forjando una nueva
amistad. Sin conocernos personalmente, porque él vive en Santa Cruz y yo en
Buenos Aires. Al cabo de algunos mails, Héctor me confió, se me ocurre que no
sin cierto temor de que esa confidencia pudiera ser un obstáculo a nuestra
naciente amistad, por ahora epistolar, me confió, digo, que no era católico,
sino evangélico bautista.
Recordé entonces una idea de Romano Guardini, el cual, en su
libro El Señor1, dice: “todas las situaciones son caminos que
conducen a Dios, o pueden apartarnos de Él”. Y entendí que aquel encuentro,
lejos de ser un obstáculo, era la oportunidad que Dios nos estaba dando, de
crecer en la comprensión y respeto mutuos.
Aún antes de conocerlo
personalmente —cosa que al fin ocurrió— El Espíritu me había dado, junto con el
regalo de un nuevo y valioso amigo, la gracia de confirmar, en primera persona,
que es importante; imprescindible, tener el corazón abierto para no hacer
acepción de denominaciones ni congregaciones, ya que en todas hay hombres y
mujeres enamorados del Salvador, dispuestos a proclamarlo y alabarlo ante los hombres.
Que haciendo a un lado las diferencias teológicas, lo único que vale la pena
tener en cuenta es la hermandad que nos brinda la fe y el amor a
Jesucristo. Que la “comunión de los santos” que proclamamos en el Credo, no se
agota en los límites de aquellos que aceptamos todas las doctrinas o normas de
una comunidad determinada.
Por eso le doy gracias
al Señor por este encuentro “no muy casual”, y le pido que bendiga nuestra
amistad.
1: (Lo que estaba perdido)
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Bellísimo este poema y tan cierto, lo he leído con el corazón haciendo mías esas palabras Héctor. Reconociendo que tambien yo he sido necia tanto tiempo mientras había tanto para hacer en la viña. Gracias por publicarlo hermano Néstor.
También yo soy evangélica bautista y también he hablado esto con usted.
Pues bien, aquí seguimos gracias a Dios. No vamos levantando vallas ni denominaciones, sino tendiendo puentes, llevando su mensaje unidos en el amor cristiano, en respeto mutuo como El Señor nos enseñó.
Aquí en Fraternalmente unidos, cuanta bendición es poder contar aquí con ustedes dos, agradezco a Dios tenerlos en este sitio.
Muchos pasan, leen y se llevan de aquí buen material que ustedes ponen. Muchos no dejan huellas ni mensajes pero gracias a Dios entran, leen y se llevan material para trabajar en sus Iglesias, escuelas dominicales y talleres y de esta manera, es una hermosa tarea hermanos la que realizamos aquí extendiendo el mensaje.
Como siempre les dejo mis cariños a sus esposas, quienes son mis queridas hermanas. Bendiciones hermanos y gracias por su trabajo en esta página. Araceli |
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wow, gracias Nestor.
Uno nunca sabe a dónde llegarán ni dónde germinarán las semillas que suelta.
Efectivamente, esa poesía que reproducís fue el disparador de esta amistad que se abastece y enriquece día a día. Y la rescataste de una publicación que hice, creo, 10 años atrás aproximadamente, en la revista de editorial san Pablo.
Cuando el pelo se tiñe de blanco, uno se da cuenta que ya no debe buscar argumentos que separen a las personas sino que el amor es lo que alimenta, el amor que viene de Dios, que no le pone carteles a Su casa.
Nestor, Araceli, soy un hombre torpe y lleno de errores que me lastiman y lastiman a otros. Es un hermoso regalo de Dios permitirme sentirlos cerca, atizando la llama del Amor de Dios con su amistad.
Los quiero.
HÉCTOR
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Si la una se
dice necia y el otro torpe y lleno de errores, ¿qué quedará para mí, que a mis
ochenta años encuentro que he sido perezoso y negligente, no tanto para contar
el mensaje de Jesús, cuanto para hacer sus obras. Por eso me siento interpelado
por el cuestionamiento de Héctor en su bellísimo poema:
“¡Necio! Llenas tu boca de palabras Pero tu corazón sigue
endurecido. ¡Necio! Como fariseo hablas y no sientes, Como fariseo enseñas y no
crees.”
Yo, que quise guiar mi
vida de fe por las conductas de San Francisco, no tuve el coraje de seguir aquellas palabras suyas que
decían «Prediquen siempre el Evangelio. Hasta con palabras, si fuera necesario»
Dios tenga misericordia de
mi debilidad y pobreza.
Estoy feliz de tenerlos por amigos y hermanos.
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