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General: MI CAMINO HACIA EMAÚS
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Néstor Barbarito  (Mensaje original) Enviado: 03/04/2018 15:44


                                                       

 

Un año más, la Pascua ha transcurrido. Al parecer, nada se ha modificado en mi interior y una cierta tristeza invade mi corazón. Sin pretenderlo, cruza por mi mente el pensamiento de los discípulos que caminan hacia Emaús.
Ellos no van en busca de Jesús. Lo único que llevan, apenas oculto en sus espíritus, es el dolor y la desesperanza. Huyen asustados y defraudados. Aquél a quien creían que iba a ser su liberador, el ungido por Dios, el fuerte y todopoderoso, había sido ajusticiado como un vulgar delincuente, entre ladrones y criminales. Aquella esperanza había sido tan sólo una mera ilusión. Había acabado como una piltrafa, un desecho humano pendiendo inerte de un madero. 


¿Cómo podrían buscarlo si lo vieron morir en aquella terrible, aciaga Cruz? ¡Estaban allí cuando las últimas gotas de su sangre se fundieron con la tierra! Lo único que perseguían ahora era su propia seguridad; alejarse del Sanhedrín y sus esbirros. Poner distancia entre ellos y la realidad que los acosaba y los llenaba de zozobra.
Sin embargo, contra todas las previsiones, en un recodo del camino, Él les sale al encuentro. Claro que ellos no lo reconocen aún, sin embargo, Él camina con ellos atizando la brasita que ha quedado en el rescoldo de sus corazones. Es tarea difícil, Él los llama “Insensatos y tardos de corazón”. Es verdad que ellos habían comenzado ya a sentir un extraño ardor en su interior... Al fin llegados a destino, la verdad estalló como un relámpago silencioso en la noche oscura. ¡Sí…no cabían dudas, era Él!  Contra todas las realidades y constataciones, ¡Él vivía!
 
      Por alguna razón que ignoro, se me antoja hoy que soy uno de aquellos discípulos.  Viajero ignorado huyendo de un mundo enloquecido, amenazador, que marcha a contramano de las enseñanzas del Maestro y de mis viejas convicciones: países contra países, hermanos contra hermanos, todos contra todos… Un mundo que a todo trance intenta convencerme de que Él ha muerto; “¡Dios ha muerto!” es el clamor del mundo. En Jesús, Dios había nacido hombre, y en Él, Dios ha muerto, me trasmite el mundo. Sin embargo, aún enceguecidos mis ojos en medio de la tormenta, hay algo que me anima a seguir adelante; a caminar.
 
     Entonces sueño. Sueño y confío. Ahora tengo la esperanza de que en algún momento del viaje; en cualquier recodo del camino, Él se me pondrá a la par, y su Espíritu me guiará hacia la verdad. Ahora, en medio de mi soledad, siento una extraña tibieza en el corazón. Por eso sé que algún día, al partir Él el Pan, mis ojos se abrirán al fin a un cielo despejado y radiante. Lo alumbrará “el Sol que viene de lo alto”.


      Después de todo, la vida en esta tierra no es un valle de lágrimas para quien atina a vivirla con los ojos del corazón enfocados al cielo; con la alegría de la esperanza en Cristo y de una vida en Dios. ¡Esperanza, la dulce esperanza! Sin embargo, acepto que quizás estas cosas; este despertar a la Verdad absoluta, sólo sucedan al final del camino, como a los discípulos, llegados ya a Emaús.


Comencé esta reflexión diciendo que al parecer nada se había modificado en mi interior, pero ahora creo que sí, que cada Pascua, cada misa que comparto, cada vez que medito las palabras que nos dejó, cada día que el Señor me permite vivir en su presencia, algo crece, se desarrolla en mí. Cada vez que siento arder mi corazón cuando oigo el dulce Nombre de Jesús, algo está cambiando en él. Algo se despierta.¿Será quizás que este despertar es un capullo que ha ido creciendo de a poco durante tantos años, y sólo falta que haga eclosión y muestre su esplendor hasta la eternidad?

      Sé que de cualquier modo habrá valido la pena andar el Camino intentando compartirlo, porque el convite y el                   brindis no tendrán fin. 



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 07/04/2018 11:37
Sí que hubo cambios, puedo dar fe y se testigo por conocerte, que este año no pasó en vano por tu vida. 
De alguna forma, todos caminamos hacia Emaús. Peregrinos de un camino que sin darnos cuenta comienza a ser distinto, especial. 
Gracias por estar, querido amigo. Me hace muy bien leerte.

HÉCTOR


 
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