Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Fraternalmente unidos
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Herramientas
 
General: ¿Adoras a Jesús?
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: hectorspaccarotella  (Mensaje original) Enviado: 30/10/2020 13:07

“Si yo hablara lenguas humanas y angélicas, pero no tengo amor, he llegado a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe”, 1 Corintios 13:1.

Por lo general, somos muy rápidos en notar cuando alguien no está mostrando amor por su prójimo. Pero, ¿qué tal amor por Cristo? ¿Debería establecerse implícitamente? ¿Es el amor por Cristo algo que es suficiente cuando es latente?

Lo que veo mucho cada día en las esferas cristianas de las redes sociales es lo increíblemente hábil que somos los evangélicos en la crítica doctrinal, en la reprensión cultural, en el análisis teológico, en la exégesis bíblica, en contender por la fe en los debates apologéticos y éticos, en breves y astutos comentarios espirituales, en el consejo religioso, y por supuesto en la cita de líderes cristianos presentes y pasados, pero lo que parece menos prevalente es la adoración a Jesús.

Es notorio en las esferas cristianas de las redes sociales lo increíblemente hábil que somos los evangélicos en la crítica doctrinal, pero lo que parece menos prevalente es la adoración a Jesús

Cuando vemos un versículo bíblico, recorremos su significado a través de nuestra mente y podemos exponerlo con inteligencia. Pero, cuando vemos a Cristo ante nosotros, ¿temblamos ante su belleza y nos regocijamos en ella con asombro? ¿Adoramos a Jesús?

Cuando vemos a un no creyente actuando como un tonto en las noticias, nuestra justa indignación corre a través de nuestros dedos hasta nuestros teclados. Pero, cuando vemos a Cristo ante nosotros, ¿se desmorona nuestra justicia y corremos directamente a sus pies en una postura de súplica? ¿Adoramos a Jesús?

Cuando vemos a uno de nuestros héroes cristianos diciendo algo inteligente, divertido, o retador, les enviamos un “choca esos cinco” virtual y hacemos eco de la proclamación en gritos de apreciación. Pero, cuando vemos a Cristo delante de nosotros, ¿lo elevamos en alto en nuestros corazones y anunciamos su gloria con gritos de aclamación? ¿Adoramos a Jesús?

Cuando vemos que alguien en Internet está equivocado, sentimos la responsabilidad de hablar, de ser el que se para en la brecha entre su ignorancia y nuestra seguridad. Pero, cuando vemos a Cristo ante nosotros, supremo, soberano y salvador, ¿sentimos las maravillas de su esplendor?

Cuando miramos a Jesús, ¿ardemos? ¿O nos encogemos de hombros?

Algunos que profesan ser cristianos no parecen hablar de Cristo en lo absoluto. Que se pregunten: “¿Adoro yo a Jesús?”

¿Se ha convertido Jesús en nuestra mascota, nuestra proyección? Cuando lo miras, ¿qué ves?

No hay nada de malo en usar las plazas públicas del Internet para todo tipo de mensajes, desde los serios hasta los tontos, y no quiero sugerir que lo haya. Sólo quiero preguntar a veces: “Pero, ¿adoras a Jesús? Parece que estás entusiasmado con todo tipo de cosas, pero no está claro si amas a Jesús”. No creo que debamos simplemente asumir a partir de algún fuego periférico que la ignición central es el amor a Cristo.

Cristo es la cúspide de todo lo que es precioso, el centro de todo lo que es glorioso y deleitoso. Él es el punto mismo de la existencia. Él es el Hijo del Dios viviente, el Alfa y la Omega, el primero y el último, quien fue, quien es, y quien ha de venir. “¡Venid y adoremos!”, no es venid y examinemos, utilicemos, o analicemos.

“Díganlo los redimidos del Señor…”, Salmo 107:2.

“¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz, del que trae las buenas nuevas de gozo del que anuncia la salvación, y dice a Sión: ‘Tu Dios reina’!”, Isaías 52:7.


Publicado originalmente en For The Church. Traducido por Diana Rodriguez.


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados