Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Fraternalmente unidos
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Herramientas
 
General: La unica recomendacion necesaria
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Atlacath  (Mensaje original) Enviado: 09/11/2020 13:21

 

La única recomendación necesaria

por Carlos Rey

 

Un niño cubierto de harapos llegó al orfanato Bernardo en Londres, Inglaterra, para pedir que lo admitieran. El doctor Bernardo, director en aquel entonces del orfanato, recibió al niño en su oficina, pero le dijo:

—No te conozco, hijo. ¿Quién eres?

—Me llamo Miguel —le contestó el niño.

—No, Miguel, no me refiero a tu nombre. Lo que necesito saber, más bien, es quién te recomienda.

El niño miró de reojo sus harapos y respondió:

—Señor, yo creí que esta ropa vieja era la única recomendación que necesitaba.

Al oír esto, el doctor Bernardo lo tomó del brazo, lo miró fijamente a los ojos y le dijo:

—Tienes razón, hijo. Esa es la única recomendación que necesitas.

Esta anécdota nos lleva a reflexionar sobre nuestra condición espiritual. Pues así como al niño le convino reconocer su condición material, también a nosotros nos conviene reconocer nuestra condición espiritual. Sólo que una cosa es reconocerla, y otra es considerarla una recomendación ante Dios.

Muchos dicen: «Yo quisiera llevar una vida que agrade a Dios, pero no puedo. Hay muchas cosas en este mundo que me dominan. Soy pecador y lo reconozco. Por una parte quiero la aprobación de Dios, pero por otra reconozco que no la merezco. Dios no me puede aceptar a mí, porque estoy demasiado sucio.»

Al igual que el niño de la anécdota, éstos reconocen su condición sucia y harapienta; pero a diferencia de él, no reconocen que esa suciedad es precisamente la recomendación que Dios busca. El profeta Isaías puso el dedo en la llaga cuando dijo: «Todos nuestros actos de justicia son como trapos de inmundicia.»1 Pero Jesucristo respondió: «No son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos. No he venido a llamar a justos sino a pecadores para que se arrepientan.»2 Y luego cumplió esa misión que lo trajo al mundo cuando cumplió a su vez la profecía de Isaías, que dijo que sería «traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades», y que por sus llagas nosotros seríamos sanados.3

Así que, como dice Juan el apóstol, «si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos».4 Pero esa condición espiritual harapienta no nos impide que nos acerquemos a Dios, sino todo lo contrario: es lo que nos recomienda. Si queremos cambiar nuestra ropa sucia y andrajosa por ropa limpia y resplandeciente, es mejor que no lo intentemos mediante nuestros propios esfuerzos —tales como la autodisciplina, las penitencias y las buenas obras—, sino que le confesemos nuestros pecados a Dios. De hacerlo así, añade San Juan, Dios «nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad».5 Y por si eso fuera poco, nos recibirá, pero no como huérfanos sino como hijos adoptivos, y no en un orfanato sino en nuestro hogar celestial.6


1

Is 64:6

2

Lc 5:31

3

Is 53:5

4

1Jn 1:8

5

1Jn 1:9

6

Ro 8:15‑16; Gá 4:4‑7; Ef 1:5; Jn 14:2‑3,18

www.conciencia.net

 



Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: hectorspaccarotella Enviado: 11/11/2020 10:27
hermosa, José

HÉCTOR


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados