Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

LA CUBA DEL GRAN PAPIYO
¡ Feliz Cumpleaños NONU !                                                                                           ¡ Feliz Cumpleaños Juanine !
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 Conociendo Cuba 
 CANCION L..A 
 FIDEL CASTRO.. 
 Fotos de FIDEL 
 Los participantes más activos 
 PROCLAMA AL PUEBLO DE CUBA 
 
 
  Herramientas
 
General: Una idea olvidada
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: Guiteras0  (Mensaje original) Enviado: 04/08/2002 20:09


         


Panarquía: ¿la consecuencia lógica de la
anarquía?  Una olvidada idea de 1860 - Max
Nettlau, 22 febrero de 1909


Por largo tiempo me ha fascinado la idea de cuán
maravilloso sería que, en el lugar de que las
instituciones políticas y sociales se vayan
sucediendo "una después de la otra", dicho
término fuese reemplazado por este otro:
"simultáneamente". -Ideas como "¡Abajo el
Estado!" y "Sólo sobre las ruinas del Estado..."
expresan las emociones y deseos de muchos, pero
parece que solamente el "Elija su Estado" puede
ayudar a lograr eso.

Cuando aparece una nueva idea científica, sus
partidarios sencillamente empiezan a utilizarla,
sin tratar de persuadir a los viejos profesores
que no quieren seguirla, ni forzarlos a aceptarla
o matarlos.
Por sí mismos ellos se rezagarán, perderán
reputación y se secarán, siempre que la nueva
idea esté llena de vida. Muchas veces la malicia
o la estupidez pondrán obstáculos a la nueva
idea; de ahí que es preciso
luchar arduamente para lograr la tolerancia mutua
e incondicional. Sólo así la ciencia florece y
avanza, pues su fundamento es la libre
experimentación e investigación.

Nadie debiera tratar de "poner todo en la misma
canasta". Ni siquiera el Estado puede
conseguirlo. Los socialistas y anarquistas
escaparán a su poder.
Tampoco nosotros (los anarquistas) podríamos
hacerlo, porque los estatistas seguirán
existiendo (es un hecho). Además, será mejor para
nosotros no introducir luchas a muerte en nuestra
sociedad libre. La famosa cuestión "¿Qué debemos
hacer con aquellos reaccionarios que no se
adapten a la libertad?" tendrá una solución
simple: En tanto así lo deseen, podrán conservar
su Estado. Para nosotros eso no tendrá
importancia. No tendrán sobre nosotros más poder
que el que tienen las ideas excéntricas de alguna
secta que a nadie interesa. Esto ocurrirá tarde o
temprano.
La libertad se abrirá camino por sí misma,
dondequiera que sea.

Una vez estábamos en un vapor en el Lago Como.
Una maestra abordó el barco con un gran grupo de
niños. Ella les ordenaba que permanecieran
sentados y no se empujaran unos a otros. Sin
embargo, cuando apenas ponía orden en algún
grupo, otro grupo de niños ya se había puesto de
pie, y cuando intentaba poner en orden a todos y
creía haber terminado su labor, se encontraba
rodeada del mismo desorden que antes. En lugar de
ponerse más severa, la joven maestra se rió de sí
misma y dejó a los niños en paz. De todas
maneras, la mayoría terminó sentándose por propia
iniciativa. Éste es un ejemplo inocente que
demuestra que, cuando se le deja en libertad,
todo termina por resolverse mejor.

En conclusión: antes de que la idea de TOLERANCIA
MUTUA en todos los asuntos políticos y sociales
termine encontrando su camino, lo mejor que
podemos hacer es preparanos para ello
-practicándola en nuestra vida y pensamiento
diarios. ¿Acaso no seguimos atentando contra ella
cada día?

Mis palabras van dirigidas a decir lo mucho que
amo esta idea, y a manifestar mi gran placer por
haber encontrado el ensayo de un pionero de esta
idea, una idea de la que no se habla mucho en
nuestra literatura.

Me refiero al artículo "Panarchie", escrito por
P. E. De Puydt, en el "Revue Trimestrielle"
(Bruselas), Julio 1860, pp. 222-245. El autor,
que me es desconocido y sobre el cual no hablaré,
probablemente vivía apartado de los movimientos
sociales. Pero tenía un visión clara de la medida
en que el actual sistema político -según el cual
TODO debe someterse a un gobierno constituido por
decisión mayoritaria (o de alguna otra manera),
contradice los requisitos más elementales de la
libertad.

Sin identificarme con sus propias metas, deseo
resumir sus puntos de vista y señalar algunos
detalles. Nos sentiremos más cercanos a su idea
si sustituimos en nuestra mente la palabra
"gobierno" -que De Puydt utiliza siempre- por el
término "organización social", sobre todo porque
el mismo autor proclama la coexistencia de todas
las formas de gobierno, "incluida la AN-ARQUÍA
del señor Proudhon"...

De Puydt se declara partidario de las enseñanzas
del "Laissez faire, laissez passer" (la escuela
de
Manchester de la libre competencia sin
intervención del estado). No hay medias verdades.
De esto concluye que la ley de libre competencia
se aplica no sólo a las relaciones industriales y
comerciales, sino que también debiera traérsela y
dejarla que se abra paso en la esfera política.

Algunos dirán que hay exceso de libertad, otros
dirán que no hay suficiente libertad. Sin
embargo, se está perdiendo la libertad
fundamental, precisamente la más necesaria: la
libertad de ser libres o no serlo, de acuerdo a
la propia elección. Cada uno decide esta cuestión
por sí mismo, y puesto que hay muchas opiniones,
tantas como seres humanos, el resultado es esa
mezcla confusa llamada política. La libertad de
una parte es la negación de la libertad de los
otros.

El mejor gobierno nunca funciona de acuerdo a la
voluntad de todos. Siempre hay vencedores y
vencidos, opresores en nombre de la ley actual e
insurgentes en nombre de la libertad.

¿Quiero proponer mi propio sistema? ¡Por supuesto
que no! Estoy abogando por todos los sistemas,
esto es, por todas las formas de gobierno que
encuentren a sus propios seguidores.

Todo sistema es como un conjunto de apartamientos
(casas) en el cual el propietario y los
principales tenedores están mejor acomodados y
más a su gusto. Los otros, para los que no hay
suficiente espacio, están insatisfechos. (")Yo
odio a los destructores tanto como a los tiranos.
Los insatisfechos deberán buscar su propio
camino, pero sin destruir el edificio. Lo que no
les gusta a ellos puede gustar a sus vecinos.

¿Deberían emigrar y buscar para sí mismos, en
algún lugar del mundo, otro gobierno? Por
supuesto que no. Ni tampoco debiera deportarse a
nadie por sus opiniones. "Yo deseo que continúen
viviendo donde están, o donde sea, pero sin
lucha, como hermanos, cada uno hablando
libremente y subordinándose sólo a aquellos
poderes que cada uno, por sí mismo, haya elegido
o aceptado.

Volvamos a nuestra materia. "Nada se desarrolla
ni perdura si no se basa en la libertad. Nada
puede sostenerse ni funcionar con éxito, excepto
mediante el libre juego de todos sus elementos
activos. De otro modo perderá energía por la
fricción y el rápido deterioro de sus engranes y
las muchas fracturas y accidentes. Por tanto,
exijo para todos y cada uno de los elementos de
la sociedad humana (los individuos) la libertad
de asociarse con otros, de acuerdo a sus
elecciones y empatías, para trabajar sólo de
acuerdo a sus capacidades; en otras palabras, el
derecho absoluto para elegir la sociedad política
en la cual desea vivir y depender sólo de ella."

Hoy en día el republicano intenta derrocar la
actual forma del Estado para establecer su propia
idea del Estado. Sus enemigos son todos los
monarquistas y cualesquiera otros no interesados
en su ideal. Sin embargo, de acuerdo a De Puydt,
uno debiera proceder de un modo que corresponde a
un divorcio o separación legal en las relaciones
familiares. Propone una opción similar de
divorcio para la política, una que no daña a
nadie.

¿Alguien desea la separación política? Nada más
simple que hacerlo al modo propio -pero sin
infringir los derechos y opiniones de otros, los
cuales, por su parte, tendrán que hacer un poco
de espacio y dejarlo en plena libertad para que
realice su propio sistema.

En la práctica una oficina de registro civil
sería suficiente. En cada municipalidad habría
una oficina para la CIUDADANÍA POLÍTICA de los
individuos. Los adultos ingresarían a discresión
a las listas de la monarquía, la república, etc.

Desde ese momento no serían afectados u obligados
por los sistemas de gobierno de otros. Cada
sistema se organizaría a sí mismo, tendría sus
propios representantes, leyes, jueces, impuestos,
sin importar que existan dos o diez de tales
organizaciones en la vecindad.

Para las diferencias que pudieran surgir entre
esos organismos, tribunales de arbitraje serían
suficientes, como entre personas amigables.

Probablemente existirán muchos asuntos comunes a
todos los organismos, que se arreglarán mediante
acuerdos mutuos, como hacen los cantones suizos y
los estados americanos y sus federaciones.

Puede haber personas que no quieran estar en
ninguno de esos organismos. Ellas pueden propagar
sus ideas y tratar de aumentar el número de sus
seguidores, hasta lograr un presupuesto
independiente que les permita pagar lo que
quieren tener a su propia manera. Hasta entonces
tendrán que pertenecer a alguno de los organismos
existentes. Es sólo un asunto de finanzas.

La libertad debe ser tan amplia que incluya el
derecho a no ser libre. En consecuencia, habrá
clericalismo y absolutismo para aquellos que así
lo quieran.

Habrá libre competencia entre los sistemas de
gobierno. Los gobiernos tendrán que reformarse a
sí mismos para asegurarse seguidores y clientes.
Sólo se requerirá una simple declaración en la
Oficina local de Ciudadanía Política, y sin
necesidad de marcharse a otro lado, con todo y
bata y pantuflas, uno podrá ser transferido de la
república a la monarquía, del parlamentarismo a
la autocracia, de la oligarquía a la democracia o
incluso a la anarquía del señor Proudhon, todo
según su propia elección.

"¿Está insatisfecho con su gobierno? Tome otro"
-sin insurrección, sin revolución y sin fatigas-;
sólo dirija sus pasos hacia la Oficina de
Ciudadanía Política. Los viejos gobiernos pueden
continuar existiendo, hasta que la libertad de
experimentación -aquí propuesta- conduzca hacia
su decadencia y caída.

Sólo una cosa se exige: libre elección. La libre
elección y la competencia... éstos serán algún
día los lemas del mundo político. Pero ¿no
conduciría eso a un caos insufrible? Hay que
recordar los tiempos cuando cada uno estrangulaba
a los demás en las guerras religiosas. ¿Qué fue
de estos odios mortales? El progreso del espíritu
humano los ha disipado, igual que el viento se
lleva las últimas hojas del otoño. Las
religiones, en cuyos nombres ardían las hogueras
y se daban las torturas, coexisten pacíficamente
hoy en día, una al lado de la otra, ocupada cada
una en su dignidad y pureza. Si eso fue posible
en esta esfera, pese a todos los obstáculos, ¿no
será también posible en la esfera de la política?

Hoy en día, cuando los gobiernos sólo existen
gracias a la exclusión de otros poderes, cada
partido domina luego de haber vencido a sus
oponentes y la mayoría suprimido a la minoría. Es
inevitable que las minorías, los oprimidos, se
quejen e intriguen por su lado, y esperen el
momento de la revancha, hasta alcanzar el poder.
Pero cuando toda coerción es abolida, cuando todo
adulto tenga siempre la libertad de elegir por sí
mismo, tales luchas inútiles llegarán a ser
imposibles.

Cuando los gobiernos queden sometidos a estos
principios de libre experimentación y
competencia, ellos mismos mejorarán y se
perfeccionarán. No más volar, allá en las nubes,
que sólo ocultan su vaciedad. Su éxito dependerá
enteramente de sí mismos, de hacer las mejor y
más baratas que los otros.

Las energías, que actualmente se desperdician en
fricciones, resistencias y tareas inútiles, se
unirán y promoverán el progreso y la felicidad
del hombre, de maneras impredecibles y
maravillosas.

Es posible que, luego de experimentar con
gobiernos de todos tipos, las personas regresen a
un solo gobierno, el más perfecto. Sobre eso, De
Puydt afirma que, si así fuera el caso, este
acuerdo general sólo se alcanzaría después del
libre juego de todas las fuerzas. Y sólo podría
ocurrir en un futuro muy lejano, "cuando  la
función del gobierno se reduzca a su mínima
expresión". Mientras tanto, las personas tienen
diferente mentalidad, y sus costumbres son tan
diversas que sólo la multiplicidad de gobiernos
es posible.

Alguno busca la excitación y la lucha, otro desea
el descanso, otro más necesita aliento y ayuda,
algún otro, el genio, no tolera que lo dirijan.
Uno desea república, sumisión y renunciación,
otro quiere la monarquía absoluta con su pompa y
esplendor. El orador quiere un parlamento, el
silente condena a los habladores. Hay mentes
fuertes y débiles, unos ambiciosos y otros
simples y satisfechos. Hay tantos caracteres como
personas, tantas necesidades como naturalezas
diferentes. ¿Cómo podrían todos quedar
satisfechos con una sola forma de gobierno? Los
satisfechos serán una minoría. Hasta el gobierno
perfecto encontrará su oposición.

Bajo el sistema propuesto, todos los desacuerdos
serán meramente como riñas caseras, con el
divorcio como solución final.

Los gobiernos competirán entre sí, pero sus
asociados (sus ciudadanos) les serán
especialmente leales, puesto que su gobierno es
el que corresponde a sus propias ideas. -Yo creo
en "el poder soberano de la libertad para
establecer la paz entre los hombres". No puedo
anticipar el día y la hora que esto sucederá. Mi
idea es como una semilla arrojada al viento.
¿Quién, en el pasado, había soñado con la
libertad de pensamiento... y quién la pone en
duda hoy?

Para su realización práctica, se podría, por
ejemplo, establecer un periodo mínimo de un año
para la pertenencia a una forma de gobierno.

Cada grupo encontraría y congregaría a sus
seguidores cuando lo necesitara, así como lo
hacen las iglesias con sus miembros o las
corporaciones con sus accionistas.

La coexistencia de muchos organismos
gubernamentales ¿conduciría a un exceso de
servidores públicos y al correspondiente
desperdicio de energías? Esta objeción es
importante; sin embargo, una vez que tal exceso
es descubierto, tiene que ser solucionado.
Solamente los organismos verdaderamente viables
persistirán, los otros desaparecerán por su
propia debilidad.

¿Aceptarán estas propuestas los actuales partidos
y dinastías gobernantes? Por su propio interés
les convendría hacerlo. Estarían en mejores
condiciones si lo hicieran con menos personas,
pero todos  ellos voluntarios y totalmente
subordinados. Ninguna coerción sería necesaria
contra ellos, ningún soldado, gendarme o policía.
No existirían conspiraciones ni usurpaciones.

Un gobierno puede ser  liquidado hoy, pero más
adelante, cuando encuentre más seguidores, puede
reestablecerse mediante un simple acto
constitucional, como hacen las sociedades
anónimas. Los pequeños honorarios pagarían a las
oficinas de registro financiarían a las oficinas
de ciudadanía política. Sería un mecanismo
sencillo, uno que hasta un niño podría hacer...

Esta manera de pensar del autor, De Puydt, me
recuerda algo de Anselm Bellegarrigue, tal como
escribía en sus muchos artículos en el periódico
"Civilization" de Tolouse, 1849. Ideas similares,
sobre todo en relación a los impuestos, fueron
expresadas años después por Auberon Herbert
(impuestos voluntarios).

El hecho de que sus argumentos nos parezcan hoy
más plausibles que lo que parecían a sus lectores
de 1860 demuestra que algún progreso ha habido.
Lo importante es EXPRESAR ESTA IDEA DE MANERA QUE
CORRESPONDA A LOS SENTIMIENTOS Y NECESIDADES
ACTUALES, y prepararse uno mismo para su
REALIZACIÓN.
¿No es eso precisamente lo que hace más
prometedora la discusión de estas ideas hoy en
día?
=======================================================================
Colectivo Media Luna Negra Anarquista -
www.cmlna.cjb.net


_______________________________________________________________
Yahoo! Messenger
Nueva versión: Webcam, voz, y mucho más ¡Gratis!
Descárgalo ya desde http://messenger.yahoo.es


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados