“Manos que debieron ser amigas asesinaron al Che”
Aquel 8 de octubre de 1967,
Manos de hombres americanos,
Manos que debieron ser amigas
Asesinaron al "Che".
Nuestros jóvenes lo saben, los niños también. Hasta los más pequeños lo saben, los que recitan con voces puras en nuestras escuelas, en nuestros círculos.
Dos gotitas de agua clara,
Cayeron sobre mis pies…!
La montaña está llorando,
Porque mataron al "Che".
Aquel 8 de octubre un hombre americano habría muerto defendiendo la libertad de esta tierra.
Quince horas de agonía, como para darle tiempo a los asesinos a comprender lo que es un hombre entero y valiente.
Para enseñar a morir con dignidad y altivez. Quince últimas horas de su vida entre las fieras, para arrancarle por primera vez, respeto a un enemigo.
Una tumba desconocida, cenizas aventadas por el viento anciano, llevadas sobre los Andes, sobre los majestuosos y formidables Amazonas y Orinoco, sobre los Llanos de Venezuela y el Puma del Perú y Las Pampas Argentina…
Cenizas fecundantes, que en lugar de producir plantas producen hombres…
En la quebrada del El Yuro un cañón de la tupida selva boliviana, cercado por fuerzas muy numerosas cae herido el Che en su último combate. Además de tropas regulares, 800 soldados especialmente adiestrados por asesores norteamericanos para operar en la selva, se suman a un contingente de más de 2 000 hombres. Van a llevar a cabo la cacería del que fuera junto a Fidel Castro, comandante de la Revolución cubana.
El drama se desarrolla en un pequeño barranco enclavado entre dos ceros poderosos desprovistos de vegetación. Se encontraban efectuando una exploración para determinar un rumbo futuro. La información de un desertor del ejército represivo da la ubicación del lugar.
Si el Che no hubiese sido gravemente herido en las piernas, si las balas no hubiesen inutilizado su fusil adaptado como ametralladora, y él no hubiese quedado desarmado y completamente inválido en donde le era absolutamente imposible salir, en condiciones que le impedían toda defensa y todo movimiento, jamás habría caído con vida en manos del enemigo. Hasta los más encarnizados adversarios conocen el extraordinario valor del Che, su heroica conducta, su desprecio al peligro.
Tu ejemplo está presente… Che..!
Por Gerardo Matías (periodista dominicano)