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General: Posmodernismo
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: OmarComas1  (Mensaje original) Enviado: 19/10/2002 14:55


Alan Sokal y
las
preciosas ridículas
por Hernán
Díaz



 

Una tormenta acaba de sacudir los ambientes
  académicos de todo el mundo. El físico norteamericano Alan Sokal se ha
  permitido tomarle el pelo a buena parte de los intelectuales posmodernistas,
  generando una polémica que ya se ha dado en llamar el ‘affaire
  Sokal’
.


 

Comenzó hace dos años, cuando Sokal envió a una
  revista académica de alto nivel un artículo titulado "Transgrediendo los
  límites: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica"
.
  El pomposo título escondía una serie de disparates sin ilación ni significado,
  mechados con citas de algunos popes del posmodernismo, y manteniendo un tono
  de ‘alta reflexión filosófica’ sobre un tema en realidad
  indeterminado. La revista lo publicó y cuando Sokal explicó la artimaña, se
  generó un debate de alcance internacional. Se había dado el gusto de
  demostrar, por el absurdo, que en el ambiente académico "está instalada la
  idea de que un texto, cuanto más oscuro y hermético, más profundo es"
 
(Clarín, 15/4).


 

En setiembre de 1997 publicó un libro, junto al
  físico belga Jean Bricmont, titulado "Imposturas intelectuales", donde
  hace un repaso de la mala utilización que hacen algunos filósofos,
  psicoanalistas y teóricos de las ciencias sociales, de teorías o conclusiones
  de las ciencias ‘duras’ (física, matemática, etc.). Allí dedica
  capítulos a Lacan, Baudrillard, Kristeva, Paul Virilio, etc. Por ejemplo,
  entre los más comentados, estaba la afirmación de Lacan de que el órgano
  eréctil es igualable a la raíz cuadrada de (- 1), lo cual, juzgado desde el
  punto de vista de las matemáticas, carece de sentido.


 

Sokal fue acusado de francofobia, ya que la mayoría
  de sus ataques se dirigían contra intelectuales franceses. Pero es natural que
  sea así puesto que Francia es la cuna y la patria del posmodernismo. Allí
  prevalece, bajo distintas corrientes, el pensamiento impresionista,
  subjetivista, nacido de las ruinas del estructuralismo y del rechazo al
  marxismo, modalidad que hizo eclosión a comienzos de los años 80. Por otra
  parte, y a diferencia de otros países, Francia tiene la tendencia de mostrar,
  subvencionar y exportar a sus intelectuales, para pintarse frente al mundo con
  los colores de la ‘cultura’ (a diferencia de otros países como
  Estados Unidos que los marginan y ocultan).


 

Como se puede observar, el ‘affaire
  Sokal’
implica dos frentes de ataque: por un lado, satirizar el estilo
  falsamente profundo, el hermetismo, la oscuridad retorcida, el subjetivismo
  estetizante (al punto que las obras del último Barthes, de Foucault, de
  Derrida, son leídas más como poesía que como teoría crítica), todas tendencias
  que son innatas al posmodernismo en las ciencias sociales y que evidencian
  elitismo y desprecio hacia los ‘no iniciados’. Quien se expresa
  en forma oscura y extravagante muestra que él mismo no tiene claridad o
  bien que tiene razones para apartarse de ella. Y no estamos hablando aquí de
  la física o matemática pura, estamos hablando de ciencias que hablan del
  hombre, y que deben hablarle al hombre. La ciencia social, en estos últimos 20
  años, se ha acercado a la mística religiosa, inexplicable y esotérica, y se ha
  alejado del sentido que dio origen a la misma ciencia social.


 

Por otro lado, en su libro realiza una serie de
  críticas puntuales a la utilización inadecuada de elementos de las ciencias
  duras. Aunque esto aparezca como un problema menor, ya que establece una
  discusión sobre aspectos relativamente marginales de esas teorías, el objetivo
  va más allá: desmoronar una de las maneras como los pensadores posmodernos
  construyen su poder. Como afirman Sokal y Bricmont en su libro: "Creen sin
  duda poder utilizar el prestigio de las ciencias exactas para dar un barniz de
  rigor a su discurso. Por otra parte están seguros de que nadie señalará la
  utilización abusiva de esos conceptos científicos"
(cap. 1, Impostures
  intellectuelles
, Ed Odile Jacob, París, 1997).


 

A principios de los 80 todavía se podía hablar de
  un posmodernismo ‘asimilado’ a la sociedad de consumo y un
  posmodernismo que parodiaba a la sociedad alienada y la combatía (Hal Foster,
  "Introducción al posmodernismo", en La posmodernidad, Kairós,
  Bs. As., 1983). Hoy ese supuesto posmodernismo de resistencia ha desaparecido
  y sólo asistimos al detritus del posestructuralismo, un conglomerado de
  filosofía, crítica literaria y psicoanálisis, todo lo cual ha pasado a ser
  llamado "teoría crítica" en forma indeferenciada, y cuya principal
  característica es la reivindicación del irracionalismo, el relativismo
  cognitivo y la reducción de todo el análisis social al análisis del lenguaje.
  De todas maneras esta reducción no se operó sobre la base de la ciencia del
  lenguaje (la lingüística), sino sobre una deformación de ella, comenzando por
  una revisión y desfiguración de las concepciones del lingüista Ferdinand de
  Saussure. Algunos aspectos de este debate lo podrán seguir los lectores en un
  debate en curso en la revista En Defensa del Marxismo.


 

El clima asfixiante de hermetismo y esoterismo en
  las ciencias sociales sólo lo podrá comprender quien haya debido soportar
  durante algunos años el ambiente universitario. Parafraseando a José Martí
  diría que he vivido en las entrañas del monstruo, y que la alegría íntima que
  me produjo la lectura de las críticas de Sokal es directamente proporcional a
  la fatiga ocasionada por el palabrerío que es moneda corriente en los
  ambientes académicos de las ciencias sociales.


 

¿Pero acaso no hay nada sustancial en el
  pensamiento posmoderno? ¿Hegel no es aún hoy fuente inagotable de referencias
  y su estilo no es, acaso, enormemente abstracto, difícil de comprender? Pero
  el pensamiento posmoderno, irracionalista y subjetivista, no esconde ningún
  tesoro. Su ‘complejidad’ obedece a que es un saber invertido: el
  discurso prevalece sobre los hechos, la forma prevalece sobre el contenido, la
  estructura prevalece sobre los procesos, el análisis subjetivo prevalece sobre
  una objetividad en la que ya no ‘creen’. Para poder dar un
  barniz de cientificidad a estas concepciones han debido crear un lenguaje
  artificial, lleno de ‘verdades innegables’, creídas por la
  cantidad de veces que son repetidas, que ‘dé cuenta’ de
  esa ‘nueva percepción’ del mundo, propia de nuestra época, o de
  la época de los posmodernistas.


 

La tarea de Sokal es una tarea destructiva,
  negativa. Llega en el momento en que el posmodernismo ha dado todo de sí, no
  ha llegado a ninguna conclusión valedera y se ha dividido en infinidad de
  pequeñas ‘sectas’ académicas que coexisten sin debate ni
  intercambio alguno entre ellas y con el resto de las ciencias
  ‘duras’. La naturaleza misma del pensamiento posmoderno indicó
  que el comienzo de su fin no llegará por una ‘refutación’ sino
  por una ridiculización. Pero por simpática que parezca la tarea de Sokal, sólo
  desde el marxismo se podrá reducir a cenizas lo inútil del pensamiento
  posmoderno y, a la vez, rescatar lo valioso que haya producido en algunos
  puntos parciales. Y la cuestión política no es ajena a este debate, ya que el
  mismo Sokal, maestro voluntario en la Nicaragua sandinista, ha salido a
  combatir los abusos del posmodernismo defendiendo la continuidad de una
  crítica de izquierda.


 

Hace algunos años, Osvaldo Coggiola comenzó un
  seminario en la Universidad de Buenos Aires señalando que los intelectuales
  estaban habituados a complejizar la realidad, cuando en realidad debieran
  simplificar aquello que en la misma realidad aparece como complejo. Eso es
  "comprender". Si hacemos un ‘discurso’ más complejo que
  la realidad misma, nos volveremos analistas de textos, para comprender los
  complejos textos que explican esa realidad simple. A nuestro entender, eso es
  todo un programa científico, clave para volver a la superficie, después de 30
  años de ahogo posmodernista. Mientras tanto, dejemos que los intelectuales
  ‘à la page’ sigan, como las preciosas ridículas de Molière,
  tomando su té exclusivista, lleno de afectación, hablando con metáforas sólo
  aptas para los iniciados, mientras se ve por la ventana bullir la rebelión y
  la bronca. Sokal acaba de arrojar un piedrazo, y un vidrio cae hecho
  trizas.



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