Cuba: una educación de país desarrollado
LÍDICE VALENZUELA
Cuba cuenta con más de dos millones de estudiantes en todos los niveles de enseñanza a los que brinda, sin excepción y de manera gratuita, los más modernos e importantes medios -desde libros de textos hasta computadoras- para lograr una educación similar a la de una nación desarrollada y con ello, formar ciudadanos con una cultura general integral.
Aunque el rol de la familia es fundamental en la educación de niños y adolescentes, la escuela -en la que pasan la mayor parte del día, al menos en los grados primeros- posee una relación muy especial con quienes ocuparán nuestros lugares, en los oficios y profesiones, en los próximos años. No es un concepto abstracto. Niñas y niños del nivel primario comienzan su jornada diaria casi al amanecer cuando marchan a sus aulas, y retornan a sus hogares cuando el sol comienza a declinar.
De ahí que el maestro, en estos primeros años de aprendizaje sea un elemento fundamental para crear en sus alumnos hábitos educativos, culturales, formadores de la personalidad del futuro adulto.
¿Quién ha olvidado a su primera maestra? Siempre recordaré con gratitud a la linda muchacha que fue Zenaida Pérez, quien en su modesta escuela del antiguo central Vitoria, en Sancti Spiritus, me enseñó las primeras letras, me hizo conocer la Naturaleza, me entregó al futuro. Y aún ahora, me telefonea y se preocupa por mi vida y mi trabajo. Jamás ha dejado de ser maestra.
Ahora, en la época del conocimiento que llega a través de las redes de Internet, Cuba, una nación pobre y bloqueada por el más poderoso imperio del planeta, emplea, no obstante, notables recursos para brindar a sus ciudadanos, desde las edades tempranas, una formación integral. ¡Qué habría logrado Zenaida de sus alumnos si hubiese contado con lo que ahora tiene mi nieto Erik en su aula de preescolar en un círculo infantil, al igual que los restantes 206 mil 905 pequeños que asisten a esas instituciones!.
Esos medios están en toda Cuba. No sólo en las 797 bellísimas escuelas de la capital -vestidas de lujo después del afanoso trabajo constructivo del verano- sino incluso en aquellas 17 en las que sólo un alumno asiste a clases. O de las 75 donde estudian dos niños. Allí, en lo intrincado de una montaña, hay una maestra o un maestro. Un televisor, un video. Y también una de las 44 mil computadoras puestas en función del conocimiento.
Las niñas y los niños tienen acceso a la música, la danza, la literatura nacional y universal. Hay un canal de televisión dedicado sólo a la educación y la cultura en su concepto más amplio.
Pero la cultura general no sólo se logra con tales equipos. Están también los libros de texto, garantizados en este curso escolar iniciado el pasado septiembre, así como las libretas y los lápices, los uniformes y los zapatos, estos dos últimos medios en la medida de lo posible.
A ese proceso de perfeccionamiento de la educación cubana se une la reducción del alumnado de primaria -20 o menos por aula en Ciudad de La Habana-, mientras se estudia las mejorías para el nivel secundario, en el que ahora el alumno posee más tiempo libre.
La alimentación escolar, sin ser perfecta, ha mejorado, a partir del incremento de viandas y vegetales.
Todos los alumnos de primaria y secundaria tienen garantizada, además, la continuidad de los estudios, de acuerdo con su capacidad personal y las necesidades de la nación.
En la actual Batalla de Ideas en que está enfrascada Cuba, el proceso de aprendizaje es fundamental. Es casi imposible que un adulto disfrute del arte y la literatura si desde niño no se le enseñan los elementos primarios de la interpretación de las obras.
Estos procedimientos educativos se complementan, para los adolescentes y adultos -sean o no estudiantes- con las informaciones nacionales e internacionales que se brindan a la población mediante los órganos de comunicación masiva, las conferencias televisivas, las Mesas Redondas.
En fin, un universo de conocimientos puestos al servicio de todos los ciudadanos, desde los más pequeños hasta los que peinan canas, pues, incluso existe la Universidad para la Tercera Edad.