A CUBA SE RESPETA
M. H. Lagarde | La Habana
Fotos: Juan Moreno
Las principales calles y plazas de toda la Isla se han colmado de pueblo. Como cada primero de mayo, toda la familia cubana sale a la calle a conmemorar el asesinato de los cinco obreros de Chicago. Desde temprano en la madrugada, no importa que llueva o haga buen tiempo, niños, mujeres, hombres, ancianos, intelectuales, trabajadores, estudiantes, amas de casa, cual marea infinita, inundan las ciudades.
No existe un espectáculo similar en el mundo. Tampoco una realidad tan especial como la cubana. Desde hace cuarenta años, en esa significativa fecha, el pueblo de Cuba ha manifestado su apoyo a la Revolución y reclamado su derecho a construir el socialismo.
Las circunstancias, sin embargo, no siempre han sido las mismas. Por eso este primero de mayo no es una vuelta más en el calendario. Tal vez como nunca antes, Cuba ha estado, por disidente y peleona, en la mira de la poderosa nación del Norte que no admite que la pequeña Isla del Caribe, a solo unas millas de sus costas, se defienda y, a pesar de todo, sobreviva.
Al actual contexto hizo referencia en su discurso, en la tribuna capitalina de la Plaza de la Revolución, el intelectual mexicano Pablo González Casanova, cuando citó palabras del colombiano García Márquez: “las muchas declaraciones sobre la situación cubana -aun de buena fe- pueden estar aportando y aun magnificando datos que los Estados Unidos necesitan para justificar una invasión a Cuba”.
Envalentonado por las pírricas victorias conseguidas en las guerras fascistas desatadas recientemente contra inermes pueblos del Tercer mundo, el imperio quiere, por fin, ver a la patria de Martí y de Fidel, doblegada y vencida.
Pero la Revolución, como dijeron más de uno de los tantos oradores de Uruguay, Costa Rica, Perú, Estados Unidos, México entre otros, que intervinieron en la Plaza José Martí, no está sola. Además de la solidaridad de toda la gente justa y honesta del universo, la Isla cuenta, sobre todo, con su pueblo, ese que ahora, en cuadro cerrado, levanta sus banderas y exhibe en pulóveres los retratos de los héroes que forjaron su historia o de quienes hoy la hacen en las cárceles del imperio.
Ese mismo pueblo que no está dispuesto a aceptar que delincuentes comunes, alentados por criminales leyes impuestas en el exterior con el objetivo de subvertir la Revolución, expongan su seguridad en peligrosas aventuras terroristas que solo benefician a una mafia de mercaderes apátridas.
Una nación que conoce por experiencia —quizás ha sido el pueblo más agredido en la faz de la Tierra—, quiénes son sus verdaderos enemigos y que no se deja amedrentar ni por las amenazas ni por las más cruentas campañas de prensa. No es noticia para los habitantes de esta Tierra que: “La campaña mediática contra Cuba es indignante y sucia”, como asegurara la presidenta del Comité argentino por la Liberación de los cinco héroes cubanos prisioneros en Estados Unidos, Claudia Cambas.
Un pueblo que, tal como pidiera el filósofo alemán Heinz Dieterich, está dispuesto a impedirles el paso a los neofascistas de hoy, sabe además que no hay más disidentes que esa infinita multitud que este primero de mayo se levantó otra vez para marchar por las principales plazas de la Isla. Nadie como ellos, a contracorriente de un mundo cada vez más plegado a los mandatos del fascista amo del norte, ha defendido durante décadas, con dignidad y valor, su independencia, su derecho a pensar y vivir a su manera.
Tampoco ese pueblo ignora el papel que le ha reservado la historia. Sin proponérselo, y a fuerza de ser agredido, los cubanos han consumado la hazaña de resistir, durante cuatro décadas, los ataques de la nación imperialista más poderosa de la Tierra; gesta que ya es, sin duda, una leyenda. Así lo dejó entrever el reverendo, pastor por la paz norteamericano, Lucius Walker, en su intervención en la Plaza: “Ustedes son la luz del mundo. Resistan”.
El pueblo cubano ha asombrado al mundo con su resistencia ante la potencia más poderosa de la Tierra y lo seguirá haciendo. Fidel lo dijo en su nombre: “Un día, fecha gloriosa de los trabajadores, en que se conmemora la muerte de los cinco mártires de Chicago, declaro en el nombre del millón de cubanos aquí reunidos que haremos frente a todas las amenazas, no cederemos ante presión alguna y estamos dispuestos a defender la patria y la Revolución con las ideas y con las armas hasta la última gota de sangre”.
Los actos terroristas, las invasiones, las campañas de desinformación, la guerra económica y cualquier otro intento de subvertir la Revolución siempre han conseguido el efecto contrario.
En vez de fragmentar y hacer desaparecer la Isla en el mar, han hecho a esta tierra del sol y de la utopía, cual a esta concentración del primero de mayo, más fuerte, interminable y compacta.