Nada de eso es obstáculo para que el máximo líder emprenda nuevas batallas. El objetivo de sus ataques de hoy es el Tratado de Libre Comercio de las Amétricas (ALCA), al que, con su tradicional visión extremista y maniquea, califica de punta de lanza del imperio para colonizar económicamente el continente. Las autoridades de la Isla niegan al pueblo cubano la información sobre el importante tema y no escatiman esfuerzos —a pesar de su mermada capacidad de convocatoria— para convencer a todos en el hemisferio de que el ALCA es el camino seguro al abismo.
En contradicción con la retórica independentista y confrontacional que le caracteriza, en los últimos meses el gobierno cubano ha emprendido una escalada de compras multimillonarias y al contado, de productos agropecuarios a proveedores norteamericanos. Ello ha puesto, de súbito, una parte considerable de los abastecimientos y renglones básicos del país en manos de suministradores provenientes de la nación enemiga y dejado con el clásico palmo de narices tanto a los campesinos cubanos que todavía esperan la recapitalización y liberalización del importante sector económico, como a sus ya tradicionales abastecedores europeos y latinoamericanos, que han soportado por años la inconsistencia financiera de La Habana.
En el colmo del desenfreno, funcionarios de la Isla han manifestado la inusitada insistencia en adquirir en Estados Unidos apreciables cantidades de ganado bovino, aun cuando los clientes tradicionales han congelado sus compras a causa del localizado pero preocupante brote de la enfermedad de las vacas locas, ocurrido recientemente en este país.
Sólo una fuerte motivación política puede obligar al gobierno cubano a desviar hacia el mercado norteamericano cientos de millones de dólares, que podrían servir para recuperar el colapsado sector agrícola de la Isla; capaz, en condiciones normales, de producir esos renglones que ahora llegan del "imperio".
En disonancia con su recurrente retórica tercermundista, los líderes históricos del antiimperialismo han preferido como socios comerciales al sempiterno enemigo en lugar de a los hermanos latinoamericanos, así como respaldar con sus compras los subsidios de la agricultura norteamericana, que constituyen uno de los principales focos de conflicto e inquietud en las globalizadas relaciones económicas de la actualidad.