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General: âââ LA GALLINA DEL HUEVO DE ORO.âââ
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Messaggio 1 di 1 di questo argomento |
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Da: esteban_casa챰as (Messaggio originale) |
Inviato: 10/04/2004 01:46 |
“”” LA GALLINA DEL HUEVO DE ORO.”””
Me encantan los temas sobre los animales, es que apestan los dedicados a la política, siempre lo mismo y la vida sigue igual como dijera Julio Iglesias, creo que en el 70. Hoy me ha sacado de ese abismal aburrimiento entre las encuestas de los demócratas, los ataques a Bush, las turbas de ilegales y las bodas de homosexuales, una gran noticia; “Una gallina cubana puso un huevo de 148 gramos”. ¡Caballeros! Que el cubano si no llega se pasa. El antiguo record estaba en manos de una gallina costarricense, bueno, no precisamente en sus manos, ya saben. Para darle un poco de más sensacionalismo a la noticia, dice el parte que la gallinita era señorita, así que ya pueden imaginar cuando se convierta en adulta y experta, o cuando la inviten a participar en tareas revolucionarias como ocurrió con Ubre Blanca. Ustedes saben que estas cositas nos hacen morir de nostalgia, nos invaden esos recuerdos de nuestra tierrita, nos acordamos del canto de los gallos en las mañana, que por cierto, me han dicho se pueden comprar en CD con sonido estéreo. Entonces me llegan a la mente las gallinas de Perico, qué felices eran en esos tiempos, y yo me divertía casi todas las mañanas antes de irme a la escuela. ¡Si lo vieran! Les hablo del gallo de Perico, era de colores variados entre rojo y anaranjado, medio tornasolado aquel bicho y con tremendas espuelas. ¡Aquello si era un gallo! Era el primero que se lanzaba del árbol de ciruelas donde dormía con todas sus gallinas. ¡Había que verlo! Y el tipo debajo de aquella mata cazándole la pelea a todas las gallinas y yo contando; ¡Una! ¡Dos! ¡Tres!...... ¡Nueve! ¡Caballeros! Ese gallo era un caballo, porque no es sencillo, no es así de fácil como se los pinto. El gallo de Perico tenía que dar su carrerita detrás de las jevitas, aguantarla por el cocote con su pico, encaramársele encima, y después ya saben, cola que tu conoces para estribor, la otra para babor, y después agarrando puntería. ¡Fuego! Y de verdad que el gallo de Perico tenía tremenda preparación combativa. ¡Qué felices eran aquellas gallinitas! Pero todo se jodió, así como se los cuento. ¡Llegó la revolución caballeros! Se perdió el maíz, desapareció el pienso, escaseaba el arroz, y la gente pasándole una botella por encima a los paquetes de fideos, porque eso sí, no hay nadie más perfecto para engañar al estómago que un cubano. ¿Y el pobre gallo de Perico? ¡Pobrecito! Se volvió vegetariano, bueno, no tan de repente tampoco. Al principio sintió un asco tremendo por las lombrices, pero después no, si supieran, era hasta inteligente. Perico lo puso delante del televisor el día que en el noticiero dijeron que las lombrices eran ricas en proteínas y que con ellas fabricarían hasta jamón. Al día siguiente acabó con las pocas que vivían en el patio, yo creo que lo hizo por gusano. Pero se jodió por acaparador, tuvo que regresar a su dieta vegetariana, y suerte que todavía quedaba un poco de hierba en el patio de mi vecino. Se puso agresivo y amargado aquel gallo, tanto, que un día lo vi tratando de cazar a un gorrión. ¡Ya sé! Me dirán que estoy exagerando. ¿Y es mentira también lo del bistec de cáscara de toronja? Paro aquí porque ya estoy gusaneando. El lío es que al faltarle la comida el gallo se puso muy flaco, se le fueron cayendo las plumas, perdió la voz, no corría tanto, y de aquello ya saben, ni el picotazo, ni fuerzas para encaramarse, y nada de colitas para babor o estribor. ¿Y las gallinas? Pobres mujeres que a falta de marido no pudieron poner más huevos, tampoco tenían muchos deseos que digamos, y el tiempo lo gastaban dando vueltas por el patio metiéndose en la vida de sus amigas. Una noche, alguien se coló en el patio, era bien entrada la madrugada y tenía un saco en la mano, cargó con cinco mientras les decía alguna mala palabra, escaparon las que se posaban bien arriba, y dejaron al gallo de Perico aunque éste estuviera bien abajo, en medio de aquellas palabras solo escuchó una frase que decía; ¡Escapaste porque no tengo luz brillante! La historia se repetía a la semana siguiente a la misma hora de la madrugada, ¿y el perro de Perico donde estaba? ¡Pobrecito! Estaba muy débil y el ladrón siempre le dejaba caer unos huesitos. Repetía la faena de días anteriores, solo metía cinco gallinas en el saco sin dejar de pronunciar sus acostumbradas malas palabras. Al pasar por el lado de Perico, quien con indiferencia veía como le robaban las jevitas, el tipo le decía lo mismo; ¡Escapaste porque no tengo luz brillante! Aquellas incursiones del extraño visitante se repitieron en varias oportunidades, pero en su última visita solo quedaban tres gallinitas, que por cierto, estaban durmiendo casi en el tope de la mata. Las agarró con un poco de dificultades y mientras descendía pasó junto al viejo y desplumado gallo, solo se escucharon unas palabras; ¡Te jodiste, hoy repartieron luz brillante! El mercado de las aves y huevos fue desapareciendo en nuestra tierrita por muchas razones. ¡Claro! No existían aquellas maravillosas cooperativas de años posteriores, gracias Dios que teníamos una revolución y al propietario de ella le gustaban los experimentos. Así un día, se le antojó desarrollar el plan avícola y todos los días podíamos estar actualizados de nuevos record. ¡Llegamos señores! ¡Claro que llegamos! Y con ese espíritu triunfalista que acompaña a los vencedores, leímos, vimos y oímos por todos los medios de prensa que, “Cuba había logrado una producción de 40 millones de huevos”. Fue de esa manera que nos convertimos en unos revolucionarios hueveros, no se puede negar que aquello fue todo un éxito. ¡Olviden todo lo demás! Me refiero a las carnes, los granos, viandas y vegetales, esos deben esperar hasta un nuevo experimento. Hubo tanto huevo en estos tiempos y hoy recuerdo con nostalgia que, hasta alcanzaron para lanzarlos a los que decidían abandonar la Patria. ¿No recuerdan los actos de repudio? Alcanzaron para más, hasta lanzarlos contra las infelices guaguas. Pero todo se acabó como sucede en cualquier laboratorio revolucionario, al tipo dedicado a estos exóticos inventos se le ocurrió otra cosa, y luego otra, y luego otra, y para qué contarles. Regresamos nuevamente al tiempo de las gallinas de Perico y su gallo mártir. Hoy sale esta noticia de la gallinita “señorita” de una de las provincias orientales, la veo rodeada de una escolta de pioneritos recorriendo primero cada sede municipal del partido. La imagino sonriendo ante las cámaras de televisión y cine, y aquellos periodistas revolucionarios tratando de captarle una sonrisa, y los más atrevidos haciéndole preguntas conflictivas; ¿Cuál ha sido su dieta en estos últimos tiempos? ¿Compra en los mercados con moneda nacional? ¿Recibe plata de sus parientes en el extranjero? ¿No ha tenido relaciones con algún turista? Luego la van pasando por las sedes provinciales donde es condecorada por los secretarios del partido, y va recorriendo toda la isla bajo extremas medidas de seguridad. ¿Y el huevo? ¡Ahhhhh! Este se transporta en uno de aquellos termos usados para trasladar corazones, ¿se acuerdan?, chicos les hablo de aquel arrebato con los trasplantes en Cuba, aquellos que se hicieron por cientos. De verdad, no tiene desperdicio el tipo que realiza estos experimentos. Y entonces, aquella gallinita “señorita” entrando en la sede del Comité Central con paso marcial y al ritmo de una banda, y abrazando al tipo de los experimentos con lágrimas en los ojos, y el tipo emocionado es captado cuando le imponía una orden nacional en el pecho a la gallinita, y nosotros muy felices desde nuestros hogares, porque así somos los revolucionarios aunque no tengamos luz brillante. Pero las cosas nunca acaban bien, siempre tienen que dar la nota los contrarrevolucionarios, y comienzan a enviar noticias difamadoras y tergiversadoras al enemigo. Comienzan a cuestionar el éxito y significado de esto que hoy se ha convertido en una gloria de Cuba. ¡¿Cuarenta y cinco años para un solo huevo?! No se sabe si exclaman o preguntan. No crean que pudieron mermar la importancia de aquello que hoy se eleva como una victoria, ni piensen tampoco que los que dirigen son muy brutos tampoco. Carlos Lage, el artífice de los planes económicos de la revolución en los últimos años, lleva reunido con su equipo varios días bajo extremas medidas de seguridad. Cuando culmine sus cálculos le explicará al mundo, cómo dividir en once millones de pedazos un huevo, pa’que vean que esta revolución es justa y equitativa coño, se me fue.
Esteban Casañas Lostal. Montreal..Canadá 2004-02-20
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