Carlos Marx y el siglo XXI
Ariel Delgado Covarrubias
Cubanet / Diario Noticuba Internacional
La Habana, 9 de mayo de 2004
El fantasma de Carlos Marx recorre Cuba. Los participantes en la II
Conferencia Internacional Carlos Marx y los Desafíos del
Siglo XXI, que se celebró en estos días en el Palacio de las Convenciones, han
tratado de resucitar su cuerpo teórico.
En medio de la turbulencia generada por la soberana decisión del gobierno
mexicano de reducir las relaciones diplomáticas con el gobierno de La Habana
hasta el nivel de Encargados de Negocios, la prensa oficiosa ha reseñado el
evento, presidido por Rosa Elena Simeón, ministra del CITMA (ministerio de la
Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente) y Armando Hart, presidente de la Oficina
Nacional del Programa Martiano.
La pretensión no es factible en esta época donde la Humanidad derribó el imperio
de los partidos marxistas (comunistas) y donde hasta la clase obrera de
numerosos países se liberó del pesado lastre teórico y práctico de esa
ideología. Sólo los gobiernos de algunos países asiáticos, la República popular
China, Corea del Norte y Viet Nam y en esta isla del continente americano se
declaran movidos por esa teoría, en una práctica política equivocada, sin una
base filosófica acorde al momento político que se vive.
Los participantes parten para sus análisis de la famosa Tesis 11 de Marx sobre
Feurbach, donde se enuncia que hasta ese presente los filósofos se habían
dedicado al estudio y de lo que se trataba era de la transformación. Sobre esa
base giraron las intervenciones que, con carácter apologético, pretendían
explicar la actual situación internacional.
Pero si de transformaciones reales se trata, ¿cuáles fueron las realizadas por
los gobiernos comunistas en sus propios países durante casi medio siglo?
¿Preside la Conferencia la ministra del CITMA para explicar el grado de
afectación causado al medio ambiente en esos países por una política económica y
guerrerista desacertada?
Marx valoraba que sólo la propiedad social sobre los medios de producción
resolvería la contradicción existente entre una producción social y la propiedad
de los medios en manos privadas. Sin embargo, cada día más esa producción social
se hace más privada debido precisamente a la ineficacia demostrada por la
producción socialista.
De los llamados "países socialistas" de la actualidad, sólo China y Viet Nam
muestran verdaderos logros productivos con elevados índices de crecimiento
económico y una tecnología de vanguardia en sus industrias. Pero ese milagro no
se debe a la teoría económica marxista, sino todo lo contrario, a la aplicación
del sistema productivo capitalista y a los capitales invertidos en esas
economías, que son particulares y no estatales. ¿Podría en ese punto la ministra
del CITMA explicar por qué tecnológicamente los países de régimen marxista
quedaron muy por detrás de sus émulos capitalistas?
Llama poderosamente la atención la presencia en el estrado directivo de la
Conferencia del Presidente de la Oficina Nacional del Programa Martiano.
¿Pretenderá, una vez más y hasta el cansancio, vincular al Apóstol con el
filósofo alemán para justificar una inexistente continuidad histórica del
pensamiento cubano con la ideología implantada por el régimen castrista? Se
desoyen una vez más los consejos del prócer cubano cuando escribió: "Cada pueblo
se cura conforme a su naturaleza, que pide diversos grados de medicina, según
falte éste u otro factor en el mal, o medicina diferente. Ni Saint Simon, ni
KARL MARX, ni Marlo, ni Bakunin. Las reformas que nos vengan al cuerpo.
Asimilarse lo útil es tan juicioso, como insensato imitar a ciegas". (Obras
Completas de
José Martí, Editorial Nacional de Cuba, 1964, Tomo 12, página 378)
Si se pretende vincular estrechamente a Martí con Marx, la presencia de
venezolanos chavistas nos hace preguntar si también se quiere vincular al
teórico alemán con Simón Bolívar. Pero lo que sí resulta evidente es el deseo de
los anfitriones de dotar al movimiento populista internacional, y en especial al
latinoamericano, de la teoría marxista-leninista, o mejor, de la
marxista-castrista. El populismo, carente de base y doctrina ideológica, está en
alza frente a algunos fracasos en el terreno económico y social de los procesos
democratizadores, y es base y sostén de la política internacional del gobierno
de La Habana en el llamado Frente Anti Globalización.
Pero claro, declarar esos movimientos como seguidores del marxismo-castrismo
resulta muy arriesgado, so pena de perder amplias bases que hoy integran dicho
frente y que no dudarían un segundo en abandonarlo si ven o se imaginan que la
fracasada doctrina es el móvil final de sus acciones.
Nadie duda que Carlos Marx fue un genio económico del siglo XIX. Sus escritos y
teorías sirvieron de base a numerosos movimientos sociales que conmocionaron ese
siglo y marcaron el posterior en un enfrentamiento que polarizó a la Humanidad.
Pero el siglo XX fue testigo de la derrota de ese movimiento, cuyos
sobrevivientes tratan ahora de rescatar de las ruinas de la historia.
A esos obstinados y obtusos mentales les decimos: Dejen descansar al pobre Marx,
no lo revuelvan más en su tumba. El siglo XXI desterró definitivamente su
sistema y hoy no es más que eso, un fantasma histórico de un pasado reciente que
no volverá.
Yo añadiría que el mero anticapitalismo, sin una alternativa global como la que en su día
representó el marxismo, es, o vácua palabrería para disfrazar la revuelta por la revuelta
y el pillaje, o impulso suicida de una sociedad podrida por la anomia.