Golpizas, vejaciones y amenazas
a los manifestantes detenidos en Jalisco
''Os habéis divertido, ¿verdad?'', se burla el cónsul de España de sus connacionales presos.
LA JORNADA 30/MAYO/2004
ALONSO URRUTIA
Después de la represión a la marcha de altermundistas efectuada en Guadalajara, testimonios de los detenidos narran los excesos policiacos: golpizas cuando ya estaban sometidos los manifestantes dentro de las instalaciones de la Procuraduría de Jalisco; personal civil identificado con paliacate, infiltrado para completar la acción de los granaderos; vejaciones, humillaciones y desnudamiento en los separos policiacos, así como amenazas contra extranjeros y defeños, son la síntesis del despliegue policiaco y los abusos cometidos.
Mar Rodríguez Jurado, originaria de España y detenida cuando aparentemente ya había terminado el enfrentamiento, deploró la ''ilegal y arbitraria'' detención de que fue objeto. ''Estaba tomando fotos de cómo golpeaban a un joven, cuando me señalaron y me persiguieron. Hubo golpes para detenerme y luego me manosearon.'' Asegura que le dijeron ''te vas a chingar'', antes de que le quitaran la cámara y la trasladaran a la Procuraduría General de Justicia de Jalisco.
En breve charla efectuada en la Estación Migratoria de Iztapalapa, adonde fueron traslados los extranjeros detenidos con la advertencia de que serán irremediablemente deportados, la ciudadana española narra su experiencia en Guadalajara. ''Habíamos como 70 personas en ese sitio, a 20 de los cuales que juzgaban más radicales, creo los tenían sometidos y acostados en el suelo; a veces los pateaban y los humillaban. Luego, entre risas, preguntaban quién quería ir al baño; era una farsa, porque cuando regresaban era obvio que los habían golpeado, que les habían reventado los huevos''.
Rodríguez asegura que nunca les dijeron ni las leyes ni sus derechos ni de qué los acusaban. Sin comer ni beber durante horas, escuchaban comentarios ofensivos y sarcásticos del personal policiaco. Dice que los dejaron dormir muy poco y de repente llegó uno de los detenidos, con una bolsa grande de basura que le cubría el cuerpo y con la cabeza también cubierta. Lo llevaron para que delatara a los dirigentes, narra.
''A los extranjeros nos pasaron a otra oficina, donde nos tuvieron parados contra la pared enmedio de comentarios humillantes. Alguien se burló diciendo que por qué no nos habían podido dar un tiro o por qué no tenían gas en lugar de aire acondicionado.''
Luego los trasladaron a las instalaciones migratorias. "Fue como llegar al paraíso, después de cómo nos trataron. Nos dieron de comer, de beber, se portaron amables, aunque nos restringieron las llamadas. Yo digo que es algo así como la farsa diplomacia después de cómo nos golpearon.''
En ese lapso llegó el cónsul de España, ''pero sólo a burlarse de nosotros. 'Os habeis divertido, ¿verdad?', nos dijo. Luego nos dio a entender que lo mejor para nosotros era la deportación, si no queríamos enfrentar un año de proceso, y si nos iba mal otros años más para pagar los delitos.
¿O sea que en este país no tenemos derecho a defendernos de lo que nos hicieron y contra las acusaciones que se nos hacen?''
Recién llegado de Guadalajara, con los golpes aún marcados en el cuerpo, Gabriel Pérez, coordinador de Plataforma Mexicana contra la Guerra, comenta su experiencia desde que fue detenido varias calles atrás de la zona original de la confrontación, hasta que fue liberado la madrugada del sábado.
''Había consigna de golpearnos lo más que pudieran, desde que nos agarraban hasta el traslado a la procuraduría.'' El fue molido a golpes en el tórax, en los genitales y en las piernas. ''Ahí nos iban pasando entre todos los policías y todos nos golpeaban.''
Tiene otra certeza: en los separos de la procuraduría no había nadie vestido de negro, de los que se supone que iniciaron la confrontación. Lo que le hace suponer que fueron provocadores infiltrados. Además, denuncia, entre los manifestantes había algunos con paliacate, ''que luego supimos que eran policías de civil, cuando sacaron los toletes y nos empezaron a golpear''.
Algo más llamó su atención. ''La obsesión contra los defeños (llamados despectivamente chilangos), y aún más contra los de la UNAM''.
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IMPUNIDAD OFICIAL BAJO EL FOXISMO
Los testimonios de jóvenes manifestantes detenidos y torturados por policías estatales de Jalisco en el contexto de las protestas altermundistas con motivo de la cumbre de Guadalajara, así como el asesinato a golpes de un comerciante de La Merced por agentes de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), en esta capital, dan una idea de las cotas de impunidad, brutalidad y atropello alcanzadas por los agentes policiales en las administraciones panistas.
A primera vista podría suponerse que semejantes actitudes criminales son expresión de una situación de descontrol y falta de mando. Por desgracia, las reacciones oficiales ante las atrocidades referidas obligan a elaborar conclusiones mucho más alarmantes. El secretario de Gobernación, Santiago Creel, justificó a los policías jaliscienses porque "había un reto a la autoridad, en un intento de imponer ideas o propuestas a través de métodos no democráticos, porque no hablamos de una manifestación pacífica, sino de una mani- festación violenta, en la que se provocaba a la autoridad".
Por su parte, Angel Buendía Buendía, visitador de la Procuraduría General de la República (PGR), de la que depende la AFI, pretendió ocultar el homicidio del comerciante a los periodistas de la fuente.
Un secretario de Gobernación que pretende justificar los excesos policiales y la tortura en aras de aplastar "provocaciones a la autoridad", y una procuraduría que realiza intentos patéticos por esconder un asesinato con un comunicado sobre decomiso de mercancía pirata, son datos que recuerdan, por desgracia, los tiempos del diazordacismo, el echeverrismo y el lopezportillismo, cuando la represión de las disidencias se traducía en violaciones sistemáticas de los derechos humanos, cuando desde los más altos niveles del gobierno la preservación del orden se percibía como una justificación legítima para quebrantar la legalidad desde el poder, y cuando los agentes policiales tenían asegurada la impunidad para tirar en el río Tula los cadáveres que daban prueba de sus canalladas.
Si a los escandalosos e inadmisibles abusos policiacos de Guadalajara y al patrón de atropellos mortales de agentes de la AFI -recuérdense los homicidios impunes de Guillermo Vélez Mendoza en marzo de 2002 y de Aidé Heras Martínez, en enero del año siguiente- se agrega el uso faccioso de los mecanismos de procuración de justicia para acosar a adversarios políticos, como es el caso de los procesos de la PGR contra el gobernante capitalino, Andrés Manuel López Obrador, se acentúa el parecido del foxismo con los regímenes priístas del pasado reciente, que recurrieron a la guerra sucia como método regular de gobierno.
El titular del Ejecutivo federal se ha paseado por diversos países presentándose como promotor de la causa de los derechos humanos en México, pero esa pretensión es incompatible con la práctica de torturas y humillaciones sexuales -que obligadamente evocan el paradigma de Abu Ghraib- en Guadalajara y, peor aún, con un responsable de la política interior que pretende justificar tales atrocidades.
Por su propio bien y por el del país, el presidente Vicente Fox haría bien en deslindarse de manera inequívoca de lo ocurrido en las crujías policiales de la capital tapatía, en ordenar el esclarecimiento y el castigo de los delitos perpetrados allí por servidores públicos y en poner orden, de una vez por todas, en la PGR.
¡ BASTARDOS !