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De: lealtad  (Mensagem original) Enviado: 04/07/2004 15:11
Hipertensión arterial en ancianos

Por Dra. Santa C. González O’Farrill / Fotos: Eros Quintas


Con expectativa de vida superior a los 74 años, los ancianos en Cuba representan un grupo poblacional cada vez más importante. Entre las patologías que más los afecta está la hipertensión arterial.






Como resultado de la políti-ca del Gobierno cubano en la salud, en el país se erradicó una gran cantidad de enfermedades infectocontagiosas y nutricionales que azotaban al país antes del triunfo de la Revolución en enero de 1959.




Lo anterior se reflejó ostensiblemente en un descenso del indicador de mortalidad, lo cual propició el surgimiento paulatino de una población más envejecida.




En muy diversos sitios del mundo sucedió lo mismo, aunque por otras causas, y en 1974 expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan organizar con urgencia, a nivel internacional, un sistema de servicios geriátricos integrados, con la finalidad de satisfacer las demandas de una sociedad envejecida.




En la actualidad, el número de individuos de más de 60 años de edad en la nación se acerca al millón y medio. Para este grupo poblacional de creciente interés social —dadas las importantes transformaciones que experimentan desde el punto de vista biosocial— la hipertensión arterial (HTA) constituye elemento relevante en el factor de riesgo cardiovascular, y esto se hace más preocupante debido a que la tensión arterial tiende a aumentar con la edad, asociada a otros componentes epidemiológicos como sexo, raza, ambiente, peso corporal e ingestión de sal, entre otros.




Desde hace más de un siglo se conoce que el aumento de la tensión arterial disminuye la supervivencia, y en la actualidad constituye igualmente una problemática mundial. Estudios realizados en autopsias reconocen que: -El 45% de los fallecimientos de origen cardíaco se corresponden con la cardiopatía hipertensiva.




-En el 70% de los casos de cardiopatía coronaria arterioesclerótica esta se asocia con hipertensión arterial.




-La presencia de esclerosis en los corazones de hipertensos es de 90%.




-Alrededor del 65% de las personas con una enfermedad cardiovas-cular padecen de hipertensión arterial.




-Es elevadísima la incidencia de insuficiencia renal crónica en hipertensos.




Teniendo en cuenta lo anterior y conocedores de que si tenemos un mayor caudal de conocimientos sobre la hipertensión arterial en el anciano, mejor podemos actuar sobre ese factor de riesgo cardiovascular, nos dispusimos a realizar esta investigación para identificar factores más específicos en un grupo selecciona do de ancianos hipertensos, e interrelacionar su evolución con las diversas fases (ver recuadro) de aumento de la tensión arterial.




Estudio de la HTA según tipos y fases El comportamiento de la HTA en un grupo de 100 pacientes estudiados fue el siguiente: el 67% presentó hipertensión sistólica y el 60% se encontraba en la fase II. La edad más frecuente en el grupo de ancianos fue de 60 a 64 años, con un 33% del total de la muestra. En todos los grupos de edades predominó la fase II como mencionamos anteriormente, sin embargo, por debajo de los 80 años las fases que predominaron fueron la I y la II, mientras que por encima de los 80 años predominó la fase III.




El sexo más afectado fue el femenino, con 70 pacientes, para un 70%, pero en relación con los hombres encontramos que una mayor parte de ellos estaba en la fase III, y en el sexo femenino el comportamiento fue a la inversa.




Respecto a la correlación entre accidentes vasculares encefálicos (AVE) y la evolución de la HTA, inicialmente hallamos un total de 12 pacientes que presentaron AVE, para un 12% del total de la muestra estudiada. Se apreció además que la frecuencia de los AVE se incrementa a medida que empeora la HTA. Desde el punto de vista estadístico fue significativo el resultado, que explica cómo contribuye la hipertensión arterial a la aparición del accidente cerebrovascular.




En cuanto a la relación existente entre la cardiopatía isquémica y la evolución de la HTA, en el grupo investigado había un total de 71 casos con cardiopatía isquémica e hipertensión arterial, para un 71% de la muestra seleccionada.




La fase más frecuente —tanto para los cardiópatas como para los no cardiópatas— es la número II. La cantidad de hipertensos en fase III cardiópatas es superior a los no cardiópatas, y ello es significativo.




A partir de los 60 En el anciano, la HTA sistólica aislada es un hallazgo frecuente y el predominio de la fase II quizás se deba a que, a partir de los 60 años, el paciente hipertenso es más susceptible de sufrir daños en órganos blandos por una mayor susceptibilidad de estos a los cambios tensionales, como resultado del proceso fisiológico de envejecimiento. Esto ha sido demostrado por varios autores.




Otros investigadores que refieren una mayor frecuencia de hipertensos sistólicos en la edad geriátrica explican que el hallazgo se debe a los cambios arterio-escleróticos de las paredes vasculares arteriales, que al no distenderse adecuadamente durante la sístole provocan un aumento de la presión arterial sistólica. Eso no sucede durante la diástole, que no necesita distensión arterial. Es importante destacar que los dos casos que presentaron HTA diastólica severa se encontraban en la fase III. Esto no es casual, pues se conoce la relación existente entre la severidad de la HTA, con su evolución.




La edad actúa como factor de riesgo cardiovascular no modificable, que influye favoreciendo el agravamiento de la HTA, al provocar daños en los órganos blandos.




Estudios de Framingham plantean que las mujeres presentan HTA después de los 50 años con mayor frecuencia que los hombres, y la relacionan con el hecho de que la menopausia despoja de actividad estrogénica a las mujeres, lo cual es aceptado por la mayoría de los autores.




Sin embargo, si relacionamos un mayor número de hombres con la fase III de la HTA podemos afirmar que el sexo masculino, a partir de los 40 años, puede considerarse con un mayor riesgo cardiovascular. Algunos autores plantean en sus estudios que hay dos veces más riesgo de infarto agudo del miocardio en este grupo de edades en los hombres que en las mujeres con HTA.




El predominio de la raza blanca no coincidió con la mayoría de las bibliografías revisadas; esto quizás se deba a características muy particulares de la distribución racial de la población examinada. En todos los grupos raciales del estudio predominó la fase II; sin embargo en la raza negra la fase III predominó sobre la fase II, lo que demuestra que los hipertensos de la raza negra tienen una mayor predisposición a padecer las fases más avanzadas de la enfermedad.




En relación con los accidentes vasculares encefálicos y la HTA podemos decir que en su mayoría son de tipo hemorrágico, y que los mecanismos productores de las hemorragias cerebrales hipertensivas no están del todo claros, aunque hay hechos ciertamente aceptados: se producen en pacientes con cifras significativamente elevadas de tensión sistólica y diastólica, tras varios años de evolución.




Hay quienes plantean la posibilidad de que, en pequeñas arterias, se produzca una necrosis arteriolar o microaneurismas (aneurismas de Charcor y Bouchard) que desencadenan la hemorragia. También se encuentran accidentes vasculares encefálicos de tipo silente en el hipertenso, los que son incluso para algunos más frecuentes que los anteriormente mencionados, y en ocasiones solo detectables en estudios muy específicos, como la tomografía axial computarizada y la resonancia magnética nuclear. Nos referimos a los infartos lacunares del hipertenso.




La cardiopatía isquémica y la HTA mantienen una estrecha relación, la cual ha sido demostrada con anterioridad. Se sabe que el 45% de los estudios autópsicos de fallecimientos de origen cardíaco se deben a una cardiopatía hipertensiva, y que en el 70% de los casos de cardiopatía coronaria arteriosclerótica había HTA. Es relevante observar cómo, a medida que aumenta la fase de la HTA, crece la diferencia entre cardiópatas y no cardiópatas. Todos los pacientes en la fase III eran cardiópatas.




Conclusiones Los ancianos más afectados de HTA son de los grupos de edades de 60 a 64 años, la mayoría padecía hipertensión sistólica aislada y se encontraban en fase II.




Predominó el sexo femenino y la raza europoide, sin embargo, el sexo masculino y la raza negroide tenían una tendencia a las formas más avanzadas de la HTA.




La frecuencia del accidente vascular encefálico fue baja, no así la de cardiopatía isquémica, la cual fue alta. En los dos casos se comprobó cómo aumenta la frecuencia de ambas patologías a medida que nos encontramos con las fases más avanzadas de la enfermedad.


SALUDOS REVOLUCIONARIOS


LEALTAD




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