En estos días, el sistema judicial istmeño es puesto a prueba, pues agentes y personeros de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) con sede en Miami, y oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que dirigió parte de los numerosos atentados contra el líder cubano, buscan en Panamá un resultado favorable a los acusados
PANAMÁ, 26 de agosto del 2003 (PL). — A una semana de un juicio a cuatro terroristas de origen cubano encabezados por Luis Posada Carriles, presos en Panamá por un frustrado atentado contra el presidente de Cuba, Fidel Castro, las presiones para excarcelarlos se acentúan.
En estos días, el sistema judicial istmeño es puesto a prueba, pues agentes y personeros de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) con sede en Miami, y oficiales de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), que dirigió parte de los numerosos atentados contra el líder cubano, buscan en Panamá un resultado favorable a los acusados.
Junto a Posada Carriles están detenidos desde el 17 de noviembre de 2000 los terroristas Guillermo Novo Sampoll, Pedro Remón Rodríguez y Gaspar Jiménez Escobedo, los cuatro con un impresionante prontuario de crímenes y sabotajes.
Sobresalen en la larga y tenebrosa lista de crímenes, la voladura de un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo en Barbados en octubre de 1976, donde murieron las 73 personas que iban a bordo.
Después de maniobras dilatorias del juicio con la idea de ganar tiempo para lograr la excarcelación de los cuatros o, en su defecto, crear condiciones para propiciar la fuga como ya ocurrió con Posada Carriles en 1985, cuando la CIA y la FNCA lo sacaron de una cárcel venezolana, ahora los presentan como cuatro beatíficos ancianos incapaces de matar una mosca.
Esos "monjes" punto menos que célibes, planearon asesinar al líder cubano el 18 de noviembre con una carga de explosivos plásticos C-4 y otras sustancias capaces de reventar como granada de fragmentación el Paraninfo de la Universidad de Panamá, donde Fidel Castro se reuniría con más de 2 000 estudiantes y profesores.
Especialistas en demolición panameños y estadounidenses admiten que la carga encontrada en un solar yermo cerca del aeropuerto de Tocumn habría bastado para volar el Paraninfo en su totalidad, con lo cual esos carcamales estuvieron a un paso de convertirlo en un infierno en el que habrían muerto cientos de jóvenes.
Ni esa perspectiva real truncada por la inteligencia cubana que detectó a tiempo el atentado, ni los antecedentes de cada uno de los reos, como asesinatos de diplomáticos, profesionales y trabajadores de la Isla, o las bombas en centros turísticos, movieron al gobierno panameño a conceder la extradición para juzgarlos en La Habana.
Más bochornoso aún, esos asesinos confesos —pues no se cansan de publicitar las acciones criminales cometidas contra Cuba durante más de 40 años— viven la dulce vida en la penitenciaria Renacer, donde se encuentran recluidos y se dan el lujo de concertar conferencias de prensa cubiertas por una prensa espuria pagada por la FNCA.
En el juicio que se iniciará en los próximos días, los encartados en la frustrada masacre no enfrentarán el cargo principal: asesinato en grado de intento por el que originalmente fueron detenidos, ni las cuatro querellas presentadas por organizaciones panameñas basadas en la tragedia del Paraninfo si el atentado se hubiera concretado.
La Fiscalía General, haciendo el juego a los protectores de los asesinos, omitió en su informe al Tribunal el cargo de magnicidio frustrado porque, según la Corte Suprema no se encontraron detonantes de los explosivos, dando con ello a la defensa un pretendido elemento para orquestar campañas de prensa en las que los "viejitos" aparecen libres de toda culpa.
En consecuencia, la vista judicial próxima tratará las causas mínimas de asociación ilícita para delinquir, posesión de explosivos, e identificación falsa con las que el Tribunal puede darles libertad condicional, lo que crea condiciones para que abandonen el país, o condenarlos a penas muy alejadas de lo que les corresponderían por el delito que cometerían.