| | | Elegía por un niño Irakí Cuando vinieron los hombres que las bombas lanzaban desde sus naves de guerra ansiosos de batalla tiraron cuchillos hambrientos de sangre roja ensartada tiraron azufre y sal sobre tu huerto y tu casa y allí quedaron muertos tu corazón y tu alma y allí enterraron por siempre a la paloma blanca. Ay, niño Irakí, ¿ Cuándo tirarán lápices, cuadernos y gomas de nata ?
Cuando vinieron los jinetes con su orgullo y sus águilas trajeron caballos de hierro relinchando fuego y metralla sembrando de dinamita los rincones de tu patria fueron dejando en los campos el fruto de sus espadas rastrojos de cuerpos sin alma. Ay, niño Irakí sin lápiz ni libros y en la mano una espada.
Tiraron serpientes tiraron odio y lanzas y vosotros pidiendo pan y gangrena os daban quedaron yermos los campos de tumbas se adornaban humillado hasta el suelo está tu corazón de niño que canta.
Ay, niño Irakí ¿ cuándo tirarán lápices cuadernos, libros, besos, pan, y no sólo palabras?
Cuando vinieron los hombres blancos de piel rosada con sus rezos blancos con su blanca prosa y sus blancas almas dejaron tus horizontes llenos del miedo que mata, sin pudor, sin vergüenza, sin tregua, sin nada. Ay, niño Irakí, ¿dónde están los lápices de pintar palomas blancas?
Vinieron en sus naves por el oro negro que guardas bajo tu tierra y tu historia bajo tu arena arcaica que no te tiraron besos ni juguetes ni rosas ni los versos pulidos de los poetas que elogian, ni libros entreabiertos ni cuadernos que hablan, ni lápices afilados para que escribas tus cosas o para que escribas la historia de los que pierden las batallas.
Ay, niño Irakí, ¡ cuanta tristura sin lápices ni esperanza !
Si yo fuera por los desiertos donde la arena onda te llevaría un ramito fresco de hierbabuena y guirnaldas. Si yo pudiera mi niño darte sonrisas anchas te daría los huertos frescos de mi boca despoblada. Y para que no llores más te traigo lápices que hablan cuando escribes sobre el papel y en su pellejo escarbas a ver si me escribes versos a ver qué cosas narras, toma tu lápiz y escribe sobre el ladrillo y las tablas.
Deja la espada quieta deja odio y venganza, empuña papel y lápiz para ahuyentar amenazas, dispara tú los cañones de la paz que aguardas y entierra las pistolas con que otros te matan, deja en su vuelo triunfal a la paloma blanca llevar su ramita de olivo a tu corazón y a tu casa. Ay, niño Irakí sin lápiz sin palabras ¿cuándo se irán las sombras que te asaltan? ¿Quién te diera lápices para que hables, digas, cantes, pintes y escribas tu futuro y tu mañana ?
Ay, niño Irakí, ¿Cuándo tirarán lápices, cuadernos, libros y gomas de nata? |