El PP lo pasa muy mal con este referéndum de la Constitución europea. Formalmente apoyan al «sí» y así lo demuestran las manifestaciones públicas de sus líderes. Pero el corazoncito-ay, el corazoncito- los empuja hacia el «no». Se ha visto claro cuando hace unas semanas desde Madrid comentaristas periodísticos de indudable afinidad pepera han dicho que votarían «no». Así, con la mano alzada los conservadores piden el sufragio afirmativo, pero por detrás dejan escolar panegíricos a favor del «no». En realidad, les pone enfermos que Zapatero obtenga una victoria política. Saben que si la Constitución europea no saliera adelante en el Estado español, o que el número de votos negativos fuera muy grande, Zapatero se encontraría en una situación delicada. En consecuencia, e igual que siempre y cuando pierden el poder, el PP enreda la situación. Será gracioso ver una buena pandilla de carcas mentalmente anclados en el siglo XVIII votando el mismo que Izquierda Republicana o el PSM, que piden el «no» en aras de los derechos y la cultura de los pueblos sin Estado incluidos dentro las fronteras de España. Y el que ya es de chiste: habrá ultramontanos que votarán lo mismo que IU. Que se han hecho comunistas, ahora! Esto recuerda cuando José Antonio Primo de Rivera decidió que el color de la camisa de los falangistas tenía que ser el azul porque era el mismo de el mono de los obreros. La derecha intransigente siempre se ha puesto la camisa que más le ha convenido. Lo único que valoran es el poder. El poder por el poder. Para esto han nacido. O mandan ellos o el cielo se hunde. O hacen y deshacen ellos, o les importa un pepino Europa, la Constitución y la procesión de na Moixeta. Dicen por Madrid que el inspirador deno subterráneo es José María Aznar, que no traga que Zapatero haya dejado en ridículo su política exterior de duque de Alba reencarnado, basada en obsesiones neoimperiales que hacen daño a una memoria colectiva todavía marcada por la intolerancia, el odio y la destrucción. .