La Habana, 28 dic (PL) "La fiesta debe continuar", dice el aserto y los cubanos proseguirán su convite de fin de año por el nuevo aniversario de una Revolución legitimada, entre otras cosas, por la tozudes estadounidense de 47 años en tratar de derribarla.
El domingo 25 de diciembre, los cubanos iniciaron un período de festejos por la victoria de enero de 1959.
La víspera, el presidente del Instituto Cubano de la Música, Abel Acosta, afirmó que las principales plazas integrarán durante estos últimos días del 2005 una suerte de salón nacional donde la familia cubana celebrará el triunfo de la Revolución.
De tal manera, danzando a ritmo de orquestas y grupos musicales de todo el país en los géneros más diversos y disfrutando de ofertas gastronómicas típicas, la isla festejará y no sin razón.
La recien finalizada sesión del parlamento cubano con los informes del ministro de Economía, la de Finanzas y Precios, el presidente de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional y el presidente del Banco Central, pueden calificarse de sin precedentes.
De la lectura de tales documentos es evidente la conformación de un pensamiento de desarrollo, asentado en las actuales circunstancias internas y foráneas, las cuales vinculan el estado de bienestar con las posibilidades económicas.
Después de la caída del antiguo campo socialista, Cuba enfrenta nuevos retos, entre ellos las debilidades de su sistema energético, y pone a punto un plan ecuánime y realista para hacerlo fuerte mediante el ahorro y las nuevas tecnologías.
Los dirigentes de la economía defienden además el trabajo honrado y su retribución adecuada, el derecho a la salud y educación gratuita y atacan las expresiones de corrupción y enriquecimiento ilícito, perniciosos para el mantenimiento de una sociedad sana.
El realismo, como meollo de un sistema socialista dentro de la ardua arena internacional dominada por el mercado y el imperialismo, invade el pensamiento económico y político de la isla.
Hoy Cuba se encuentra en un punto decisivo, la revolución comienza su contraofensiva.
Como parte de ese proceso se integran los trabajadores sociales, quienes auscultan el estado del cubano de base y con todo ese conocimiento ayudan a elaborar las políticas económicas y sociales que harán la nación y el socialismo imbatibles.
Tampoco la situación internacional es la misma y a los que juzgaban los sucesos de 1991 como el "canto del cisne de la Revolución mundial" encuentran ahora un ascenso al poder de las masas populares en países sudamericanos.
"Esta gran humanidad ha dicho basta y ha echado a andar", dijo el Che Guevara en las Naciones Unidas a inicios de los 60 y pocos años antes de su caída en combate.
Por eso el cubano hoy canta y baila con la persistente premisa de que "el socialismo no es una opción coyuntural" y "los revolucionarios están guiados por sentimientos de amor", como dijera Guevara.
También les asiste la convicción expresada por el presidente del Banco Central de Cuba, Francisco Soberón, del concepto marxista de que "El derecho no puede ser nunca superior a la estructura económica ni al desarrollo social y cultural de la sociedad por ella condicionado".
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