Deben vivir más que yo
"Son las familias como las raíces de los pueblos; y quien funda una, y da a la patria hijos útiles, tiene, al caer en el último sueño de la tierra, derecho a que se le recuerde su nombre con respeto y cariño". José Martí
Por Roberto Silva Pérez
Ramón Castro Ruz, es el mayor de los hermanos varones de la familia Castro Ruz. Es un narrador por excelencia de múltiples temas, hombre de una magnifica salud, amante de la familia, de tal manera que cuando se refiere a sus padres lo hace con un amor sin medida, y al hablar de ambos se pierde entre los recuerdos.
Existe una frase que la repite siempre que hablamos; se refiere a sus dos hermanos: Fidel y Raúl, *ellos deben vivir más que yo, lo malo que a ellos les pueda pasar que me pase a mí. Me acuerdo cuando los sucesos del Moncada, empiezan a dar las noticias y yo decía para dentro de mi: esos son Fidel y Raúl; yo sabia que estaban preparando una acción pero no conocía donde seria.*
*Yo estaba fuera de Marcané cuando comienzan los comentarios de que los guardias en Santiago se habían sublevados, y voy para Birán y me encuentro a mi papá pegado al radio oyendo las noticias, y mi madre dando gritos, porque ya estaban dando los nombres de Fidel y Raúl como jefes de aquella acción.*
*Me decía para dentro de mí que ellos no podían morir, que la vida no podía darme ese dolor tan inmenso, aquello era muy duro, ver a mis padres sumidos en aquella desesperación. Los días fueron pasando y los tienen presos en la cárcel de Boniato y allá fui a verlos.
Después vino la prisión en Isla de Pinos, allí fui a verlos. Cuando los liberan de esa prisión fui para La Habana. A Raúl no lo pude ver, pero estuve con Fidel, andaba sólo por la calle. Yo tenía mucho miedo de que lo matarán. Frente a la Universidad de La Habana, nos retratamos y me dijo: 'Me voy para México por el aeropuerto', y así lo hizo.
Cuando ellos estaban en México, yo escuchaba las noticias preocupado siempre por lo que les pudiera pasar. Aquello no era un juego. En esa época yo mando a reparar la casa de mis padres y se colocó una bañadera. En esa bañadera mi padre resbaló y se le estranguló una hernia que tenía; a consecuencia de lo cual muere. Entonces, puse la noticia en la radio, para avisarles a Fidel y Raúl. Por la noche me llamó; ya sabes como estaban ellos allá. Son cosas muy duras por las que hemos pasado la familia.
Viene lo del Granma, de nuevo malas noticias para Birán. Mi madre estaba vuelta loca, porque por donde quiera decían que los dos estaban muertos. Pero yo decía: eso no puede ser, la vida no nos puede hacerse eso. A los pocos días nos enteramos que estaban sanos y a salvo.
Fíjate hay una anécdota de cuando decían que Fidel estaba muerto: vino a mi casa un hombre vendiendo un pavo y yo se lo compré y lo guardé en el refrigerador; y le digo a mi madre y a toda la familia: 'Este pavo se lo va comer Fidel aquí en mi casa'. Oiga dicho y hecho; aquel pavo estuvo guardado allí toda la guerra; hasta que un día mi mamá me llama por teléfono y me dice ven para acá que aquí esta Fidel.
Cuando llegué a Birán aquello estaba lleno de soldados del Ejército Rebelde. Fidel me llamó para un lado sólo y me dijo: 'Me tienes que ayudar con la Reforma Agraria', y acto seguido me comunicó que las tierras de la familia eran las primeras que se confiscarían, y al decirme eso de inmediato comienzo a trabajar para enseñar al hombre que se haría cargo de aquellas tierras.*
Ramón es un hombre campechano, un genuino cubano, aunque en su hablar se advierte que tiene mucho de Galicia; aunque es muy disciplinado con el mismo y sobre todo austero, siempre esta de muy buen humor. Nunca en los muchos años que le conozco lo he visto hacer uso de la influencia de la familia.
Me ha confesado jocosamente que no se siente cómodo cuando oye decir: Este es hermano de Fidel y Raúl. Y a renglón seguido expresa: *Yo tengo mi propio nombre y ellos son los que son hermanos míos, porque soy el mayor de los tres.*
Se queda pensativo unos instantes y luego acota: *Mira tener dos hermanos como Fidel y Raúl no es fácil, son muy exigentes con la familia. Lo único que he hecho toda mi vida es trabajar muy duro, y cuando el sindicato me propone la condición de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, no se que tiempo pasó para que Fidel firmara ese título.*
*Nosotros tres siempre, desde niños, estuvimos juntos. Me acuerdo que estábamos en Santiago de Cuba, Angelita, Fidel y yo, y un día se apareció mi mamá con Raúl. Él no tenía ni cinco años, y a la hora de irse formó una bronca porque no quería marcharse y así fue cómo se quedó allí. Era una bola de candela, una vez se montó en un velocípedo y chocó con la esquina de un piano y se hizo tremenda herida. Raúl era travieso. Fidel y él siempre estaban jugando y a veces yo tenía que intervenir porque los juegos eran muy fuertes. A la hora de acostarse era otro problema, pues ninguno de los dos quería apagar la luz y se tiraban las almohadas y lo que se formaba allí era de madre; hasta que yo intervenía.
La primera vez que vi a Fidel metido en cosas de armas fue cuando estaba en la Universidad de La Habana. Allí había una especie de mafia y en ese mundo Fidel se enrola en la preparación de una invasión a Santo Domingo; iban a liberar a los dominicanos de Trujillo. Con esa idea se va un grupo de jóvenes a Cayo Confites a prepararse militarmente, y nosotros, en Birán, nos enteramos de que habían visto a Fidel en un camión que iba para ese lugar. Mi mamá se volvió loca y conseguimos una lancha para ir a buscar a Fidel. Cuando llegamos allá a mi no me dejaron ir, porque creían que me iba a quedar.
Mi mamá regresó llorando pues Fidel le dijo que se quedaba allí; que él había dado su palabra.
Regresamos a Birán y escuchábamos las noticias. Aquella era una invasión anunciada. Nosotros decíamos: si llegan los van a matar a todos. Un día dicen por la radio que habían caídos presos y los traían a todos en un barco por la bahía de Nipe.
Así, Fidel, que conocía el lugar, por la madrugada, y otros se tiraron al agua y nadando salieron a Cayo Saetía, y pasando mucho trabajo llegaron a Biran. Allí estuvieron unas horas. Fidel tomó el avión en Holguín para La Habana y esperó a sus compañeros que iban presos en casillas de trenes. Cuando la gente lo vieron se asustaron, porque pensaban que se lo habían comido los tiburones.
Así he pasado toda mi vida pendiente de la familia, pero en especial de ellos dos, porque siempre están cerca del peligro, y como quiera que lo mires, soy como si fuera el padre, nosotros perdimos el viejo estando ellos en México, preparando lo del Granma y luego recién triunfada la Revolución, muere nuestra madre, así que he tenido que asumir el rol de cabeza de familia, y esa tarea te puedo asegurar que no es nada fácil. Siempre estoy preocupado y repito: lo malo que le vaya pasar a Fidel y a Raúl que me pase a mi, lo juro por lo más sagrado…*
Se queda sumido en sus recuerdos, quizás camine por los campos de su natal Birán, recordando su feliz infancia, o recree en su mente los tantos y tantos detalles, que solo un hombre de su estatura de Héroe pudiera contar.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)