no estabas un poquito retrasado?
Nada de eso. Si me pasaron dos veces de curso.
con razón, te quedaron las secuelas..
Claro que tuve, por culpa de Fidel. La enfermedad se cebaba en un cuerpo debilitado por una reciente hepatitis mal curada, contraída en la escuela al campo en Güira de Melena. Se me juntó todo, pero yo estaba pre-destinado como un Che Guevara a sobrevivir para venirlos a joder y a denunciar....
Después una fiebre continuada de 41 grados, -me bañaban con hielo, corriendo- desde la Covadonga me deshauciaron a las Ãnimas, dándome por caso perdido según avisaron a mis padres (me lo contaron después) y veía a mis padres por un cristal desde el Pabellón de Infecciosos. Los niños de padres comunistas integrados les traían caramelos y dulces, se los hacían llegar a través de enfermeros... para mí nada. La secuela fue que yo, que no sacaba 120 puntos sobre 100 porque no había, y sin estudiar, tuve que estudiar de ahí en adelante para sacar algo menos , y encima tuve que ponerme al día con la materia perdida. Nunca olvidaré la bienvenida que me hicieron los alumnos, de los que yo era monitor de historia, trabajaba en conjunto con la televisión educativa en el aula, pero yo era mejor que la petarda de la maestra, una guajira del sistema Makarenko que acababa todos los infinivos en l( pensal ,leel escribil)...Yo me aprendía y comprendía la lección y la explicaba mejor que ella, me odiaba porque me preguntaban a mí delante de ella en clase 
Por cierto: me encantó estar enfermo porque comía todo el pollo que nunca veía en la vida, aunque me lo intentó quitar una enfermera con la que discutí, y ocurrió de esta manera. La mulatona tenía tremendo culo y tremenda bemba, cada tarde entraba a colocar los termómetros a las 3 camas, un guajiro jovencito con triquinosis, un habanero veinteañero con no recuerdo qué, y yo. El guajirito estaría muy triquinótico, pero sexualmente bastante despierto...Yo me hacía el dormido y lo veía saludar a la mulatona con "cierto movimiento" debajo de la sábana y sin usar las manos, a lo que ella correspondía con unas risitas pero sin decir nada, para que no se le estropeara aquel momento, no despertarme de mi semiletargo, ni llamar la atención del habanero que estaba siempre virado hacia la ventana, con los ojos llorosos.
Una tarde le rompí el encanto al del mástil y a la mulatona, diciéndole de pronto:
-Llevo "dos horas" con el termómetro en la axila.
Ella me miró con odio, y la siguiente vez me dejó solo a mí dos horas reales.
-Casi se me cae al suelo- le dije.- Me imagino que a la revolución le cuestan una pasta.
Me dijo atrevido y de todo, me le callé.
Al día siguiente cuando entró fui yo quien le dijo la temperatura, me dijo quien era yo para quitármelo, le dije soy el enfermo, el interesado y ya hoy no hice caca blanca.
-Entonces se te acabó el pollo, amenazó.
-Porque tú lo digas.
Los dos dias siguientes no vino pollo, sino una sopa de pescado asquerosa y hasta con espinas.
Y me levanté y me fui a quejar de su actitud en el mostrador, corriendo me sacaron de alli en una silla de ruedas a la habitación , lo que agradecía porque las piernas no me sostenían.
El pollo volvió para mí,pues a los otros dos nunca se lo habían quitado.
Recuerdo que lloré de alegría al salir a la calle, querer correr a mi casa y no poder..