Voy a detenerme en el examen de la gran crisis que estremece la economía del EEUU con la valiosa ayuda de Jorge Berstein, brillante economista y mejor revolucionario marxista argentino, que recientemente escribió un magnífico análisis sobre el tema titulado: “El hundimiento del centro del mundo.- Estado Unidos entre la recesión y el colapso”.
Ciertamente -tomo aquí prestada la frase del comandante Chávez- esta es âla madre de todas las crisisâ: una crisis muy profunda, con un enorme poder de arrastre mundial y un severo impacto sobre este hermoso y querido país.
La recesión ya es un hecho en la economía estadounidense. En el primer semestre del 2008 se registró un cero crecimiento y el Fondo Monetario Internacional (FMI) está vaticinando una mayor caída, hacia cifras inferiores al cero por ciento.
Pero hay quienes ya – con razón y mucho conocimiento de causas- comienzan a hablar de la tendencia al “colapso” de la economía de esa superpotencia mundial.
Y es que no se trata de una crisis coyuntural, sino de la confluencia de varias crisis convergentes; que a su vez han provocado una gran decadencia social y productiva, luego de impactar negativamente durante tres décadas al sector industrial, al sistema energético, las finanzas, la inversión, el rendimiento laboral, el comercio exterior, el Estado, la vida social; y después de disparar la deuda interna e externa y el déficit fiscal a niveles sin precedentes en la historia norteamericana.
El consumismo y la especulación financiera se fueron imponiendo sobre la cultura productiva de la sociedad estadounidense.
La precarización laboral, impulsada desde el gobierno de Reagan, provocó el desinterés de los(as) trabajadores(as) en la producción, degradó la cohesión laboral, desestímulo el espíritu innovador y estimuló las actividades especulativas.
Los negocios improductivos y la lógica infernal del complejo militar industrial fueron así convertidos en el âcentro dinámico de la economíaâ estadounidense y en punto de convergencia del interés de un Estado cada vez más degradado y desintegrador.
La ciencia militarizada, la industria de la guerra- junto al exagerado consumismo de las elites, la cultural individualista, la explotación intensiva de recursos no renovables, la no conversión del sistema energético basado en petróleo, carbón, gas⦠han creado graves desequilibrios y costosas deformaciones, dependencias y decadencias.
EL déficit en el comercio exterior ascendió de 2000 millones de dólares en 1971 a 815 mil millones en el 2001 y sigue en escalada. La expansión de los negocios financieros fue progresivamente absorbiendo los capitales que ya no encontraban áreas productivas rentables.
El complejo industrial militar se tragó gran parte de los gastos del Estado y de su papel integrador en lo social. El déficit fiscal aumento de 160 mil millones de dólares en el 2002 a 320 mil en el 2005 y ha seguido creciendo. La deuda pública de 390 mil millones de dólares en 1970 aumentó a 9.5 billones de dólares en el 2008, con alzas progresivas dramáticas.
La deuda privada es del orden de los 43.5 billones, elevando el total a 53 billones de dólares, equivalente al 30% del PBI de los EEUU.
El proceso de concentración de riquezas se torno brutal: porque si en los EEUU en 1980 el 1% de las personas más ricas recibía entre el 7 y el 8% del ingreso nacional, en el 2007 absorbía el 20% del total.
En 1970 el gran imperio importaba el 16 % del petróleo que consumía y ahora importa, a precios elevadísimo, el 65% del total.
El auge de la delincuencia ha llegado a tal extremo que el New York Times reveló recientemente que las cárceles de los EEUU, país que cuenta con el 5% de la población mundial, alojan el 25% de los(as) presos(as) del planeta.
El empobrecimiento afecta a más de 40 millones de seres humanos.
Frente a esta crisis, las recetas se han limitado al incremento de subsidios, las inyecciones de liquidez al mercado, los âsalvatagesâ financieros para las empresas en quiebra, el fomento de los agro-combustibles y el incremento de las guerras y gastos militares. Y todas, sin excepción, estimulan la inflación, la caída del dólar en el escenario internacional y la gran crisis alimentaría; todas conducen a un Estado cada vez más endeudado, más deficitario, más débil y con menos capacidad integradora.
Y por eso crece la certeza de que en actual la crisis estadounidense avanza hacia una crisis sin precedente, mayor que la desatada en los años14 del siglo pasado.
Y esta tendencia estructural, claro está, no se detiene con un simple cambio de administración. No la determina ni la supera, ni el más conservador ni el más liberal de los presidentes posibles, independiente de que el voto a favor de uno u otro y los discursos que motivan esas caudales revelen, en mayor o menor grado, el conservadurismo de masa o el anhelo de cambio en las bases de la sociedad.
El gran poder transnacional tiene una expresión como súper-poder interno, como factor determinante, por encima de las autoridades electas. Y este súper-poder gravitará armónicamente con McCain o a contrapelo de ciertas intervenciones e ideas de Obama, que podrían incluso ser replegadas progresivamente, subordinadas, mediatizadas o abatidas por su poderosa presión.
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)